­Estamos acostumbrados a que la palabra festival se aplique a disciplinas artísticas como la música y el cine, pero no tanto a la literatura. Por eso sorprendió y gustó tanto la primera edición de Málaga 451: La Noche de los Libros: la iniciativa de la Térmica, ideada y coordinada por el periodista y gestor cultural Txema Martín, consiguió desapolillar el ambiente que muchas veces ahoga las actividades relacionadas con las letras y demostró que los libros pueden ser, claro que sí, argumentos para una agenda cultural fresca, lúdica, lúcida y entretenida. Más de 3.000 personas disfrutaron de la velada y los libreros de los stands hicieron una suculenta caja. Normal que se haya programado una segunda edición; normal que, además, ésta sea más ambiciosa y busque el acento internacional. La cita, el 8 de abril.

Vayamos a los nombres, gran atractivo de este tipo de jornadas. La nómina de autores invitados a la segunda Noche de los Libros reúnen seis Premios Nacionales, cuatro Premios Nadal, dos Premios Herralde,una Orden del Imperio Británico y la Legión de Honor Francesa, entre otros reconocimientos. Traducimos: pasarán por la Térmica el historiador y pensador Theodor Zeldin -autor del indispensable Una historia íntima de la humanidad-, el escritor peruano Santiago Roncagliolo -uno de los grandes retratistas del siglo XX latinoamericano, capaz de tejer thrillers, telenovelas y reportajes periodísticos siempre desde la pasión y las ganas de absorber al lector-, y un puñado de nombres que habitan entre lo masivo y los círculos literarios más exigentes (Almudena Grandes, Antonio Soler, Felipe Benítez Reyes, Juan Francisco Ferré, Chantal Maillard, Lucía Etxebarría, Laura García Lorca, Eduardo Mendicutti, Juan Cruz y Pablo Carbonell, que asistirá como firmante de su novela El mundo de la tarántula). Y un guiño al cómic, reivindicado como arte también mayor, como libro (Paco Roca y Pepo Pérez).

Entre todos ellos se entablarán diálogos sobre lo estrictamente literario o no -algunas charlas indagarán en las concomitancias entre lo audiovisual y la narrativa, por ejemplo-, buscando ofrecer una visión en profundidad de la realidad literaria sin perder de vista lo entretenido y lo cercano. Los que asistieron a la charla entre Vicente Luis Mora y Fernando Castro Flórez de la primera edición tendrán claro cuál es el tono pretendido.

Pero habrá mucho más en la agenda de sólo cuatro horas de Málaga 451 -ver la pieza lateral-. Y todo, en honor de la tan a veces maltratada letra impresa, en tablet o como se quiera. Que el año pasado se vendieran, en 240 minutos, más de 700 libros en los stands de las librerías malagueñas dispuestos en la Térmica -o sea: el 25% de las personas que asistieron picaron- es el mejor balance y la prueba de la utilidad de la iniciativa.