La temporada taurina de Málaga 2016 se iniciaba ayer con la tradicional corrida de Semana Santa, en la que regresaba ante su público Saúl Jiménez Fortes. Después de no poder cumplir el pasado año su compromiso con este coso por la ya conocida cogida de Vitigudino, el del Puerto de la Torre tenía una asignatura pendiente con los suyos.

No dejó pasar ni una en una tarde de gran disposición, comenzando por el quite por chicuelinas al primero del lote de Cayetano, en el que aguantó que le apretara mucho por el pintón izquierdo, hasta el recibo a porta gayola al que inauguraba su lote. La bienvenida fue de las que cortan la respiración, sobre todo cuando el toro de Vegahermosa perdía las manos y se quedaba parado junto a él. Con estas, no le quedó más que ponerse en pie y llevarlo a la verónica hasta el centro del platillo, donde remataba con dos chicuelinas y la revolera. El que abría cartel, una figura consagrada como es Miguel Ángel Perera, no se quiso dejar ganar la pelea y ejerció su derecho a dar un quite, al que Fortes replicó con firmeza, esta vez por gaoneras.

Con las espadas en todo lo alto, el malagueño tomaba la montera dispuesto a brindar a los suyos cuando el toro se le arrancaba y lo llevaba con él a los medios con trincherillas. El pase de pecho con el que cerraba la primera tanda en redondo, enorme, y nos aventuraba que podríamos estar ante una faena importante. Fue meritoria, fundamentalmente por el pitón derecho, y sobre todo fue inteligente al saber aprovechar la querencia del astado en tandas en redondo con ligazón y profundidad. Nos encontrábamos, sin duda, ante la mejor faena de Fortes en La Malagueta, marcada por el temple y el buen gusto, pero a la que le faltó la réplica de la espada. Lo que pudo ser, al menos, una oreja, se quedó en una fuerte ovación tras media estocada y tres descabellos.

En su segundo, con la tarde ya muy gélida en lo climatológico y lo anímico, no encontró colaborador alguno. No cejó en su intento, exponiendo sin escatimar esfuerzo, pero esta vez no había fruto que sacar de un árbol seco. Su honestidad ante el público malagueño fue respondida por una gran ovación de despedida tras una estocada que esta vez sí que fue certera, y dejando las espadas en todo lo alto para una próxima actuación en una feria de 2016 en la que Fortes debe ser uno de sus pilares fundamentales. Le falta por lograr una actuación completa ante su público, pero se atisba que no es algo muy lejano,

Al conjunto de la tarde le faltó romper. Tuvo muchos apuntes, pero faltó dinamita. Sobre todo por la falta de casta y de presencia del casi la totalidad del ganado, que protagonizó el primer baile de corrales de la temporada (confiemos que sea el último). No saltó ningún toro del hierro anunciado de Núñez del Cuvillo, y tras una ida y venida de camiones haciendo estación de penitencia, se lidiaban tres de Luis Algarra y tres de Jandilla (dos de ellos del segundo hierro de Vegahermosa).

Perera

La actuación de Miguel Ángel Perera en sus dos oponentes fue un ejemplo claro de eso. El que abría plaza era uno de Algarra de gran nobleza, pero carente de emoción alguna. Así, la faena del extremeño resultó técnicamente perfecta, pero su principal misión era que el toro no rodara por el albero. Sólo en la fase final del trasteo, cuando se lo pasó cambiado por la espalda, se ganó algo más en transmisión. En su segundo, se tomó su tiempo para meterlo en la muleta después de que luciera al parear su banderillero Curro Javier, quien fue obligado a saludar. También debió hacerlo en su primero Javier Ambel, dos incorporaciones a una cuadrilla que promete dar muchas satisfacciones a lo largo de toda la campaña.

Parsimonioso, la espera en su segundo tuvo su recompensa en tandas en redondo con ligazón, aunque siempre con la muleta a media altura. Sin quitar el mérito y el valor de Perera, siempre es preferible verle en su versión más poderosa a la de tener que ejercer de enfermero. Fue aplaudido tras lograr una estocada corta que cayó algo baja.

Cayetano

Tampoco hubo premio para un Cayetano que volvía a La Malagueta tras una larga ausencia. En la que fuera una de sus plazas talismán en sus inicios, el menor de los Rivera Ordóñez regresaba en una temporada en la que promete competir en las grandes citas, y Málaga en Semana Santa es una de ellas. Su primero fue un toro protestado por flojo que llegó a la muleta con un incómodo cabeceo de defensa. El matador hizo un esfuerzo, ya que el burel no era para nada agradable, aunque no siempre consiguió que los muletazos resultaran limpios. Con algunos pasajes estéticos aislados y una estocada algo desprendida, buena parte de los tendidos solicitó un trofeo que no fue considerado mayoritario por la presidencia. Paradógicamente, finalmente fue silenciada su labor.

Concluía con aplausos en el quinto, un Jandilla de los que sobresalieron en presencia y que salió con bríos de los chiqueros. Después, cuando se encontró con el caballo se sintió podido y afligido y optó por pararse. Nuevamente voluntarioso, fue el público el que le solicitó que abreviase para ofrecer lo mejor de su actuación: una soberbia estocada que resultó muy ovacionada.

Pese a no haberse vivido una tarde triunfal, en buena medida condicionada por el juego del ganado y por el incómodo viento, la afición salía de la plaza con la ilusión de comenzar una temporada en la que se presumen acontecimientos importantes. En este sentido, hay que destacar la buena entrada de público, muy superior a los dos tercios de entrada, que ponen de manifiesto que hay ganas de toros. Además, en la previa del festejo las asociaciones y colectivos taurinos de la provincia quisieron alzar su voz en una concentración de defensa de la Fiesta de los Toros en los exteriores del coso.