Una exposición que se inaugura hoy en el Museum Jorge Rando de Málaga reúne por primera vez en España las obras de una decena de artistas que tienen en común sus trabajos con la fibra, y pretende ser una llamada de atención al drama de los refugiados en la isla de Lesbos.

"La fibra, el tejido, teje el mundo, está en todo el mundo y lo tenemos todos, porque lo llevamos sobre nuestra piel, y es como nuestra segunda capa", ha afirmado hoy María Ortega, comisaria de la exposición junto a Carmen Pallarés.

Algunas obras, como las de Concha Romeu, Román Iglesias o David Cata, aluden a la pérdida de identidad que sufren quienes deben dejar sus hogares y la vida que llevaban hasta ahora, mientras que Cristina Almodóvar, con sus mariposas y sus gusanos, "habla de la destrucción y la construcción, porque todas estas personas refugiadas se tienen que volver a reconstruir".

"El tejido nos da cobijo, seguridad y calor, y cuando no hay tejido, eso significa abandono, frío, inseguridad y pérdida", ha añadido la comisaria.

La exposición, titulada 'Punto quebrado, las huellas del éxodo', abarca distintas disciplinas como el vídeo-arte, la fotografía, el collage, la esculto-pintura, la escritura, la impresión digital o las instalaciones como la de Amalie Leschamps, creada con los falsos chalecos salvavidas que las mafias venden a los refugiados.

Por su parte, Vanesa Díez, directora del Museum Jorge Rando, ha apuntado que es la primera vez en España que se reúne a los principales representantes del arte de la fibra.

"Tiene la capacidad de aunar la tradición de la elaboración artesanal con la búsqueda conceptual, y el tejido traspasa su uso puramente comercial o funcional para tener un sentido artístico", ha añadido Díez.

Según la directora, estas obras son "un puente entre el pasado y el presente, con lenguajes artísticos coetáneos, unido a lo ancestral de la elaboración artesanal", y la exposición recuerda que el arte "debe ser siempre una muestra de las realidades que le acontecen al ser humano".

A la presentación han asistido Nuria Casadó y Francisco Ráez, dos voluntarios que han regresado desde Lesbos y pueden contar en primera persona lo que se vive allí.

"Después de llevar más de cinco años de guerra, pagan más de mil euros por viajar en un bote, pero ahora los están devolviendo en un ferri para turistas", ha señalado Casadó.

Por su parte, Ráez decidió viajar después de contemplar las imágenes del niño Aylan ahogado en una playa, y espera que el arte sirva "para generar conciencia y como una medicina para curar".

"Vemos las imágenes en televisión y a todos nos suena, pero no estamos preparados para ir allí. Vamos a ayudar, pero cada refugiado al que ayudamos nos devuelve mucho más", ha afirmado Ráez, que no tiene dudas de lo más "demoledor" que ha visto: "Cuando un niño tiene miedo, recurre a su padre, pero al mirarlo ve que tiene aún más miedo".