Con Cervantes, la figura en el tapiz, publicada el año pasado por la editorial Pasado y Presente, Jorge García López (Barcelona, 1961), profesor de Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Girona, ha escrito una de las biografías más exactas sobre Miguel de Cervantes, sin caer en las elucubraciones con las que a lo largo de los siglos, los cervantistas han tratado de llenar los vacíos documentales sobre su vida. En Cervantes, la figura en el tapiz, que recuerda el título de un cuento de Henry James, Jorge García también subraya que el autor del Quijote le debe mucho al humanismo de su tiempo.

Su biografía tiene fama de ser la más precisa sobre Miguel de Cervantes, ¿por qué se ha practicado con su figura tantas veces la historia ficción?

La verdad es que Cervantes no es el único: el gran impacto de una obra literaria y/o filosófica provoca una distorsión que no siempre la historiografía sabe superar.

Hasta Américo Castro lo convierte en judío converso sin datos certeros.

En efecto, pero creo haber mostrado en mi biografía hasta qué punto don Américo está proyectando los valores y experiencias de su vida de forma totalmente acrítica.

Usted sí cree posible que el autor del Quijote tuviera acento andaluz, por su relación familiar con Córdoba y la larga estancia en Andalucía

Es una pequeña polémica familiar con maestros míos; en efecto, cabe esa posibilidad, pero debe añadirse que nada podemos afirmar de cierto al respecto.

A raíz de los testimonios sobre su vida, ¿cómo pudo ser?

Mi opinión personal es que estamos ante un hombre de fuerte carácter, sabedor de su valía y que como nos dice en el brevísimo prólogo del Viaje del Parnaso, «no quiere ir mendigando poemas a nadie».

¿Habría sido Cervantes el mismo escritor sin su experiencia vital?, ¿sin esos cinco años cautivo en Argel o el tiempo como comisario y recaudador por Andalucía?

Probablemente no sería el mismo hombre. Debemos tener en cuenta que lo mejor de la obra de Cervantes son productos de madurez, donde se decanta la experiencia vital de su vida, sus ilusiones o sus angustias.

¿Por eso tardó tanto en fraguar como escritor de altura?

Mi opinión al respecto es que depende de cada escritor en cuestión. Recuerdo que un compañero me comentó en una ocasión que la poesía es arte de juventud y la prosa de ficción es cuestión de madurez. Aquí el problema es que escribir una obra que rompe con las categorías de tu tiempo necesita reflexión y madurez. Seguridad en uno mismo y en lo que está haciendo.

¿Cómo escribía Cervantes?: ¿a vuelapluma?,¿reescribía?

Pues parece que ambas cosas a la vez según cada momento de su vida. Los testimonios conservados apuntan en la dirección de una reescritura continua, pero en sus últimos años, podemos pensar que ante el apremio del tiempo escribió con rapidez.

Insiste mucho en la importancia que ejerce en su pensamiento y obra el humanismo de su tiempo, no el anterior humanismo de Erasmo. ¿Hasta qué punto modela su trabajo?

Yo creo que el conocimiento de los cambios que se dan a finales del siglo XVI es fundamental para entender muchas facetas del Quijote. Si Cervantes hubiera estado influido por Erasmo no habría escrito el Quijote.

En ese sentido, usted recalca que el Quijote es mucho más que un libro cómico.

En efecto, es mucho más que eso. Su primera parte es un manifiesto literario por una nueva literatura que supere las limitaciones del humanismo del siglo XVI.

¿Dónde radica su revolucionaria modernidad?

Para mí en su estilo literario. En esa sinfonía de estilos que se despliega a lo largo de la obra, predominando el estilo irónico, y que abre la posibilidad de un tipo de literatura que ahora llamamos novela, pero que el mismo Cervantes no sabe cómo rotular. No es un caso único: los Ensayos de Montaigne oscilaron en su titulo hasta consolidarse el que hoy conocemos como típico.

¿Molestó a Cervantes la excesiva fama del Quijote?

Yo diría que más bien le sorprendió, lo que es lógico en un hombre no habituado al éxito y a la fama. Eso no significa que no fuera consciente del valor de su obra, pero parece evidente que la fama lo sorprendió; por otra parte, agradablemente.

¿Existió un Alonso Quijada que se volvió loco por leer libros de caballería en el pueblo natal de la mujer de Cervantes, Esquivias?

Eso parece haber documentado el cervantismo clásico. En Esquivias, en efecto, varios vecinos se apellidan Quijada incluso a finales del siglo XVI. Pero me gustaría subrayar hasta qué punto eso es anecdótico en el valor de la obra y en el proceso de creación.

¿Hasta qué punto influyeron en la redacción de la primera y segunda parte del Quijote el Guzmán de Alfarache y el Quijote de Avellaneda, respectivamente?

Casi seguro que fue un acicate fundamental, como para gran parte de las obras escritas por entonces, incluyendo El Buscón de Quevedo. Pero tal influencia es sobre todo en la primera parte de la obra maestra; menos en la segunda parte. Avellaneda influyó, en efecto, en el desarrollo de la segunda parte.

Desde el punto de vista literario y no solo histórico, ¿merece la pena leer el falso Quijote de Avellaneda?

Por supuesto, pero sobre todo para contemplar hasta qué punto Cervantes es el maestro de la ficción. Irónicamente podemos pensar que Cervantes tuvo mucha suerte con la aparición de Avellaneda (por mucho que en su momento fue irritante para el), puesto que nos permite la comparación y, en fin... Esa comparación es imposible.

El Quijote ha eclipsado en buena parte el resto de su producción, ¿qué le parecen las Novelas ejemplares y cuáles son a su juicio las más redondas?

Sí, suele pasar; el Quijote eclipsa las Novelas ejemplares, pero también cualquier otra obra literaria. A mi entender las mejores, por diferentes motivos, son La gitana, La ilustre fregona, El celoso extremeño, Rinconete y Cortadillo y sobre todo El coloquio de los perros.

Lo curioso es que Cervantes pensara que su obra maestra fue su última novela, Los trabajos de Persiles y Sigismunda.

Un autor no tiene el mismo punto de vista que el lector o la tradición porque contempla el hecho creativo «desde dentro» y el Persiles se adapta mejor que el Quijote a los cánones de su tiempo; de hecho, fue un éxito de ventas.

Cervantes menciona en dos ocasiones que le gustaría escribir las Semanas del jardín, ¿de qué cree que habría tratado esta obra que Andrés Trapiello sueña todavía con localizar algún día en el Rastro de Madrid?

Yo diría que apunta a una colección de novelas cortas, pues el título es muy de Boccaccio. Y si aparece, sería una noticia estupenda, claro.

¿Qué piensa de la reciente teoría de que Miguel de Cervantes fue en realidad Joan Miquel Servent de origen catalán?

Me da la impresión de que no hay datos objetivos que la avalen.

¿Y la supuesta localización de los huesos del escritor?

Me parece que en su origen fue ante todo una operación de imagen; creo que sería interesante dar con ellos, pero si tenemos el Quijote para mí se convierte en un hecho secundario.

¿Cómo valora los actos del 400 aniversario de su muerte?

Es cierto que se han vertido algunas críticas al respecto, probablemente alguna de ellas justa, pero también que numerosas instituciones públicas y privadas están haciendo un esfuerzo visible de celebración. Y soy testigo de ello. Quizá el problema es que la celebración ya comenzó en 2005 y las principales fechas cervantinas se eslabonan entre sí (2005, 2013, 2016, 2017).