­En diciembre de 1863, cuando ya tenía 48 años, Julia Margaret Cameron (1815-1879) recibió como regalo de Navidad de sus hijos una cámara de fotos «para aliviar su soledad en Freshwater», una localidad de la isla de Wight a donde se había trasladado a vivir con su familia al regreso de Ceilán (la actual Sri Lanka), donde había vivido ocupada en los negocios de las plantaciones de su marido. Su fascinación por el arte la llevó a experimentar con su cámara haciendo fotografías que iban más allá del simple registro de imágenes de quienes posaban frente al objetivo.

Fundamentalmente retratista, Julia Margaret Cameron hizo sus primeras fotografías a los miembros de su familia y a personajes famosos de la época que frecuentaban en Londres la casa de su hermana Sara y de su cuñado, que acogían una tertulia a la que acudían artistas como George Frederic Watts, escritores como Thomas Carlyle, Tackeray y Alfred Tennyson. También algunos fotógrafos, como Oscar Rejlander y Lewis Carroll, que posiblemente le enseñaron nuevas técnicas. Influida por la pintura impresionista, que intentó trasladar a su fotografía, a Julia Margaret Cameron se le considera una de las grandes pioneras del pictorialismo. Su audacia al tratar de equiparar la fotografía al arte mereció la crítica de la comunidad fotográfica, que la calificó de excéntrica y no acogió muy bien su obra. Antes de dedicarse a la fotografía ya era miembro de la influyente Arundel Society, dedicada a promover la difusión del arte. Su cultura estaba influida por la literatura, la pintura renacentista y la Biblia, temas frecuentes en sus fotografías. Se le atribuye la invención del efecto flou que, al modo como Leonardo da Vinci con el sfumato en pintura, pretende que la imagen se difumine como en medio de la niebla. También es la precursora de la realización de la fotografía con juegos de sombras y contraluces, que evoca a Rembrandt y a la pintura flamenca barroca. Algunas de sus fotografías se han inspirado en grandes obras literarias como El Paraíso perdido de Milton, La tempestad de Shakespeare o el ciclo del rey Arturo recreado por Alfred Tennyson. Otras constituyen conjuntos de alegorías (la Primavera, los Frutos del Espíritu). Su Sibila a la manera de Miguel Ángel está inspirada en la sibila eritrea del techo de la Capilla Sixtina, mientras Santa Cecilia a la manera de Rafael adopta el modelo del Éxtasis de Santa Cecilia de este pintor renacentista. Una de sus asistentas, Mary Hillier, fue el modelo para estas sibilas y también para la Virgen María de sus Madonnas. Otros modelos eran sus amigos y familiares. El poeta Henry Taylor posó como rey Lear, David y Rembrandt. Tennyson fue fray Lorenzo con Julieta, Próspero con Miranda y Asuero con la reina Ester. Fotografiaba a las personalidades que visitaban la casa, haciendo retratos de una gran calidad artística, como las series dedicadas al científico y fotógrafo John Frederick William Herschel y a Charles Darwin, buscando «la grandeza del interior además de los rasgos exteriores». Su obra mereció los elogios del pintor Dante Gabriel Rosetti, que poseía más de 40 de sus fotografías. El South Kensington Museum le ofreció dos de sus salas para que las utilizara como estudio.

Julia Margaret Cameron, que había nacido en la India (Calcuta, 1815) cuando formaba parte del imperio británico y recibió en Francia una parte importante de su educación, volvió a Ceilán en 1875, donde vivían cuatro de sus hijos y donde murió cuatro años más tarde. En su última residencia hizo pocas fotografías, solo retratos de sirvientes y de habitantes de la población autóctona. A los diez años de su muerte se publicó su autobiografía inconclusa Annals of My Glass House.

La muestra que reúne más de 100 fotografías en la Sala Mapfre de Madrid procede en su mayor parte del Victoria and Albert Museum de Londres, que comenzó a recopilar fotografías de Julia Margaret Cameron desde sus primeros años. Está organizada en cuatro secciones que agrupan los diferentes géneros expresivos de la artista y una quinta que reúne algunas instantáneas de los fotógrafos más importantes de su época y de aquellos que influyeron en su obra.

Del primer éxito al South Kensingtom Museum reúne sus primeras fotografías, entre ellas Annie, una de sus más conocidas, retrato de la hija del poeta William Benjamin Philpot. Se incluyen también los retratos de Tennyson, Darwin o Julia Jackson, madre de Virginia Woolf. Aquí están también lo que llamaba Fantasías con Efecto Pictórico y sus Madonnas, en cuyas expresiones trataba de transmitir los sentimientos moralizadores e instructivos de la religión cristiana, de la que era fiel practicante.

En Electrizar y sorprender se percibe la evolución de su técnica y la utilización de una cámara de mayor tamaño que le permitió realizar retratos de grandes dimensiones. Fortuna además de fama es el título de la tercera sección de esta muestra, entresacado de una de las cartas que dirigió al director del South Kensington Museum en la que le manifestaba su precaria situación económica y la intención de obtener dinero con su trabajo, además del reconocimiento de su obra. Para ello fotografió a personas conocidas para vender sus retratos.

Finalmente, Sus errores eran sus éxitos recoge una serie de fotografías en las que Julia Margaret Cameron mantiene lo que en ocasiones fueron errores pero en otras no eran sino formas deliberadas de experimentación con nuevos elementos (desenfoques, raspados, manchas) para obtener resultados originales. En el último apartado, dedicado a los fotógrafos coetáneos, se recogen obras de Disdéri, Henry Peach Robinson, Gustave Le Gray, Oscar Rejlander y otros pictorialistas de la época.