Tras treinta años arrasando con sus canciones, Summers reconoce que ahora viven el grupo de otra manera. «Somos ya mayores. Tenemos familias e hijos». Aún así, reconoce que la banda está en su «mejor momento».

Otra vez en Málaga. ¿Seguro que por aquí han vivido historias para no dormir?

Sí, sí, muchísimas... Es un placer volver a tocar en Málaga. Recuerdo que en los ochenta íbamos muchísimo. Sobre todo recuerdo la locura de las chicas de Málaga, que eran especialmente...

¿Cariñosas?

Cariñosas y también peligrosas. Recuerdo un concierto por la mañana en La Rosaleda al que llegamos en una avioneta privada. Se montó una impresionante con las niñas. Tuvo que venir la policía y sacarnos en unas lecheras.

Algo similar a lo que sentirían los Beatles en los sesenta...

Sí, algo parecido sería. Aunque seguro que ellos vivieron cosas mucho más surrealistas, por mucho que algunas de las nuestras parecieran insuperables. Fueron unos años tremendos. Menos mal que nos pilló jóvenes y supimos llevarlo con sentido del humor.

Los de Liverpool dejaron los escenarios porque los sistemas de sonido de entonces no podían con los gritos de las admiradoras. A ustedes eso no os pasaba, pero un día también decidieron parar.

A nosotros nos ocurría exactamente lo mismo. No puedes imaginar lo que era eso en México, por ejemplo. En aquella época era algo descomunal. No nos oíamos. El griterío era tan bestial que no entendíamos nada de lo que estábamos haciendo. Paramos porque llegó un momento en el que tuve la sensación de que la gente nos tenía estereotipados. Era como que se esperaba algo de nosotros. Siempre he pensado que en este trabajo hay que sorprender e intentar hacer cosas que la gente no se espere. Cosas diferentes, aunque mantengas tu propio estilo. Por eso probábamos temas con orquesta, hacíamos baladas y temas de ska o rock and roll. Hacíamos lo que nos salía de las narices. Lo que queríamos era hacer cosas distintas, aprender y avanzar.

En los ochenta, cuando las tribus urbanas rivalizaban, a Hombres G les colocaron en el cajón de los pijos. ¿Eran conscientes de esa etiqueta? ¿Cómo les sentaba?

A mí esas gilipolleces de las tribus urbanas me daban igual. Yo siempre he ido a lo esencial: a mí lo que me importa es la música. Ya en aquella época era muy difícil escapar de las etiquetas. Nos decían que éramos unos pijos simplemente porque íbamos con camiseta y pantalón vaquero. ¡No íbamos de Armani! Pero no sabían qué hacer con nosotros y nos metieron en el cajón que quisieron. Pero nosotros le dábamos máxima importancia a la música y las canciones. Lo demás era eso que tienes que soportar por haber conseguido éxito.

¿Después de 30 años de carrera se sienten un poco dinosaurios de la música?

No. Creo que ahora estamos en nuestro mejor momento. Somos totalmente libres. Somos más libres que nadie: no tenemos manager ni compañía. Hacemos lo que nos sale de las pelotas y no paramos de trabajar, haciendo giras por Estados Unidos y por España sin parar. Llevamos el rumbo de nuestra vida. Al mismo tiempo, somos ya mayores. Tenemos nuestras familias, nuestros hijos, y vivimos todo de otra manera. Cuando éramos más jóvenes vivíamos plenamente para el grupo y ahora el grupo sigue siendo el motor de nuestras vidas, pero lo llevamos con otra sobriedad.

Dice que ahora no tienen compañía y que han tomado las riendas de su carrera. ¿Es verdad que los sellos se comportan como tiranos con los artistas?

Nosotros no hemos sufrido eso. A nosotros nunca nos dijo nadie lo que teníamos que hacer o escribir, ni cómo teníamos que ir vestidos. Pero creo que fue porque tuvimos la suerte de tener éxito a la primera, y eso nos dio un margen de confianza que nos permitió hacer lo que queríamos. Pero sí sé que a muchos artistas le han dirigido o aconsejado. Yo prefiero equivocarme solo. Si acertamos que sea por mérito nuestro y si la cagamos, pues también. Tener confianza en ti mismo te da seguridad para seguir adelante e ilusionarte.

Aunque bien podrían vivir del pasado, lo cierto es que continúan componiendo material nuevo.

Sigo componiendo sin parar porque no puedo dejar de hacerlo y no debo dejar de hacerlo. Lo que sí es cierto es que ya nos da pereza hacer un disco completo. Nos desilusiona. Nos apetece más hacer un par de temas nuevos, sacarlos por las redes; exponerlos un poco para que la gente los escuche y si son hits, pues genial. Pero lo hacemos más que nada como regalo a nuestros fans. No queremos que ellos piensen que vamos a dejar de hacer canciones nuevas. No vamos a dejar de hacerlo nunca. Pero sinceramente nos da pereza hacer un disco de diez o doce temas, con lo que supone de esfuerzo de ensayos, arreglos... Y luego sales ahí, estás un par de semanas con el disco nuevo. Y se acabó. Entra en una especie de letargo y se queda ahí. No se sigue publicitando ni promocionando.

¿Los fans de hoy son lo mismo que los de los ochenta? ¿Se regenera vuestro público?

Bueno, hay de todo. Gente de todas las generaciones. Algo que me encanta. Tenemos gente de nuestra edad, los que son fans del grupo de toda la vida, pero luego tenemos también gente de entre 15 y 30 años. Que supongo que eran niños en los ochenta y que tienen un recuerdo nuestro acojonante. Y que nos tienen como en un altar. Es algo increíble. Nunca pensé que podía pasar esto con nosotros, pero lo cierto es que las canciones han trascendido de una manera sorprendente.

¿Quizá tampoco pensaba que iba a estar en una banda durante más de tres décadas?

Jamás pensé que la música sería algo pasajero. Siempre he pensado en el siguiente disco, en el siguiente paso. Nunca pensé que se iba a acabar y que después estaría trabajando en un concesionario de coches. A lo mejor era un ingenuo, un imbécil o un soñador, pero siempre pensé que me iba a dedicar a la música. Siempre he confiado. Y creo que en este trabajo es muy importante no rendirse nunca. Porque si te rindes tú, la jodiste. Cuando en los principios tocaba en el garito de algún amigo, pensaba que estaba haciendo algo importantísimo. Algo de lo que me sentía orgulloso. Y luego todo fue poco a poco a más. Las oportunidades en tu vida vienen a base de trabajar con ilusión.

Manolo Escobar reconoció estar hasta las narices de Mi carro, pero si en un concierto no la cantaba, la gente iba a buscarlo al camerino. ¿No cree que les pasaría lo mismo si no tocan Devuélveme a mi chica?

Sí, sí... A mí no me ha pasado, pero es cierto que tocas canciones de una manera más mecánica porque las has tocado tantas veces... Me gusta muchísimo más, y disfruto más, cantando Lo noto o Temblando, que cantando El ataque de las chicas cocodrilo. Pero por otro lado ves a la gente tan feliz cuando cantas Devuélveme a mi chica, que eso es lo que te hace disfrutar de la canción.

Con lo que no se disfruta es con ir a votar dos veces...

Me parece terrible. La verdad es que yo paso totalmente de toda esta panda de sinvergüenzas. No me creo nada esta falsa democracia que tenemos. Estoy muy desanimado.

¿Es un indignado más?

Sí. Soy un indignado porque además pago mis impuestos y no tengo cuentas en Panamá ni hostias. Soy el típico imbécil al que le pegan unas hostias tremendas. Y me preocupa muchísimo este manantial de basura diaria, de corruptos, de inútiles... Pero qué puedo hacer. Pues hacer mi trabajo lo mejor que pueda e intentar hacer feliz a la gente con las canciones.