La pasión que muestra Francis Posé al hablar de música no la tiene cualquier artista hoy en día. Y no solo hablando. El jazz, su hogar; el contrabajo, un mueble con cuerdas que pesa mucho. «Los que estamos metidos en el jazz no lo dejamos nunca... Así nos maten». Acompáñenles hoy, a él, a su contrabajo y a sus músicos -Diego Suárez, piano, y Ramón Baena, batería- , en el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos (República Argentina, 18), a las 21. horas.

Francis Posé lleva metido en la música más de tres décadas. «Yo no quería dar las clases, yo directamente prefería la práctica. Nada de conservatorios», recuerda. Y ahora, en el momento adecuado, como dice Francis, decide sacar su primer disco a su nombre, María (Quadrant Records), un álbum de cimientos jazz pero con mucho más.

«Ha sido cuando lo sentía, porque yo soy un culo inquieto. Siempre he compuesto música y he hecho miles de proyectos, pero como miembro de un grupo; quería aprender, no me sentía líder para lanzar un disco. De todas formas somos tres los que formamos este nuevo disco. El jazz no se hace sólo con un contrabajo», asegura el malagueño.

Improvisación y espontaneidad componen la mezcla perfecta de este disco y de casi todos los proyectos de Francis Posé. «Los temas siempre los he compuesto inspirado, nunca improvisando, pero siempre los pruebo antes de lanzarlos; eso sí, el proceso siempre es fresco, sin meterme en una producción metódica... Como en un directo». O como una reunión de amigos: sólo dos sesiones bastaron para registraron los ocho temas que conforman el debut como líder de este veterano jazzman.

Proyecto. El concierto de hoy en el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos será otra reunión de amigos; otra conversación sobre los mismos asuntos... Pero siempre diferente, siempre divertido. «El jazz siempre trae cosas frescas y nuevas. Aunque toquemos el mismo tema en distintos conciertos, siempre va a sonar diferente», asegura Posé.

Él se define como «una ensaladilla de la música». Ha actuado con muchos artistas internacionales, y confiesa que siempre se te pega algo de ellos. Su nómina de colaboradores y amigos es impresionante: Jorge Pardo, Pedro Iturralde, Dorantes, Chano Domínguez, David Schnitter, Bob Mover, Madeline Bell y Alan Skidmore, entre muchos otros, han contado con sus servicios al contrabajo. De cada uno de ellos, de cada país y estilo por el que ha viajado ha cogido un pequeño pedazo: «Sobre todo, he intentado coger estilos musicales que tienen raíces, que son tradicionales en ese país en el que estuviera». Así, sones y ritmos tanto españoles como rumanos o latinos, por ejemplo, se asoman por María; pero hay mucho más, hasta calipso. Sí, una sabrosa ensaladilla de la música. Y creada en casa, con el cariño y el mimo con los que se cocina para los seres queridos: la María que da título al disco es la mujer del contrabajista y el Álvaro de Calipso para Álvaro, su nieto.

Vocación. Conforme habla uno con Francis Posé resulta inevitable preguntarle sobre su vocación. Esa pasión debe de venir de algún sitio... Pues resulta que de sus padres. En su familia la música siempre se ha visto como una necesidad para el día a día: «Desde pequeño mi padre me tocaba música con un laúd y yo me quedaba embobado mirándolo. Somos una familia que vivimos la música, la tenemos en la genética. Es una necesidad. En realidad, tú te metes en la música por necesidad».

Fue a los veintiún años cuando Francis empezó a tomarse la música verdaderamente en serio. «Trabajé con mi padre, pero yo no quería clases, ni universidades, ni nada de eso. Ni siquiera un conservatorio». Gracias a una guitarra que su madre le compró con algunos puntos en un kiosko, a la orquesta de su hermano en la cual él tocaba el bajo de vez cuando y a sus estudios de flauta, se adentró en el mundo musical. Y se metió de lleno en el jazz... «Y me quedé con el contrabajo que es el instrumento que nadie quiere», comenta Francis.

Pero, ¿es fácil vivir y comer de la música y en especial del jazz? «Los tiempos de ahora son complicados. El músico de jazz siempre fue un músico arriesgado, no está apoyado por nada. Somos aventureros. Pero yo he tenido la suerte de haber vivido de esto, y me alegro». La cultura, y la música en concreto, no pasan por su mejor momento. Francis habla de ello con tristeza para el país y sobre todo para Málaga, una ciudad últimamente volcada en la cultura, o al menos en cierta cultura. «No todo el mundo tiene posibilidades. Y en la cultura menos. En tiempos pasados había más amor por la música. Vivimos en un país donde hoy día vamos para atrás en cuanto a temas culturales». Y pone un ejemplo muy concreto: «Es vergonzoso que en este país la gente no vaya a conciertos. Eso sí, cuando viene alguien con un nombre americano, va todo el mundo. Pero cuando toca alguien con nombre y apellido españoles, nadie lo conoce ni se interesa por él», comenta Posé tan triste como resignado. Sin embargo, su tono de voz cambia completamente cuando de nuevo habla estrictamente de música. Regresan la pasión y la emoción, la ilusión y la frescura.. Precisamente los sentimientos que desprenden los temas de María.