El novillero peruano Joaquín Galdós llegaba ayer a Las Ventas con un importantísimo triunfo obtenido el día anterior en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en la que se le solicitó la salida por la Puerta del Príncipe, y que no pudo atravesar a hombros por la negativa del presidente. El exalumno de la Escuela Taurina de la Diputación de Málaga, sin embargo, no pudo continuar la racha en San Isidro, con un lote que no ofrecía opciones.

En su primero de la tarde, Galdós mostró su calidad con el capote, con unas despaciosas chicuelinas. Estuvo correcto y ceremonioso con la muleta, aunque no terminó de haber hondura. Estocada baja. Peor mató a su último oponente, en una faena que, lamentablemente, fue de más a menos: el animal, tremendamente manso, no ayudó al novillero, precisamente.

Alejandro Marcos ofreció lo mejor de la tarde, especialmente ante el toro que abrió plaza; gracias a él mostró su concepto templado y despacioso de la lidia. Hubo petición de oreja y dio la vuelta al ruedo. Su siguiente toro, el peor animal la corrida, imposibilitó cualquier posibilidad de faena.

Juan de Castilla tuvo en el tercero muchas opciones; el animal embestía con ganas y calidad. Pero la labor del novillero fue irregular, inconexa. No fue mucho mejor la actuación con el que cerró plaza: el novillo, deslucido, no tenía ambición ni embestida; de Castilla le puso ganas pero no brillantez, ni tampoco supo entrar a matar.