¿Su libro sólo lo pueden leer aquellos que no se sienten felices o cualquiera puede hacerlo?

El pequeño libro de la felicidad lleva muchísimo amor e ilusión dentro. Es muy útil porque te hace pensar y practicar con ejercicios que hay que dentro y con los que, además, el lector se va a reír seguro. O sea que cualquier persona va a disfrutar muchísímo con el libro. Si alguien tiene algún bajoncillo le va a venir muy bien. Si lo recibes o lo ves y piensas que para ti no es muy necesario, seguro que hay alguien cerca de ti que lo necesita. Porque, en realidad, con este libro no pretendo que lo compren y ya está; quiero que todo el que se lo lea aprenda, que le haya servido.

¿Tan mal está la sociedad que tiene que haber gente como usted escribiendo libros sobre la felicidad y cómo encontrarla?

No creo. Es normal que hablemos de esto. En realidad, lo extraño es que no haya más personas que hablen del tema. A mí me gustaría que hubiera millones de feliciólogos. Uno de los cómicos que más admiro, Mario Moreno Cantinflas, decía: «La primera obligación del ser humano, y la segunda, es hacer felices a los demás». Si todo el mundo tuviera esa premisa el planeta entero sería maravilloso. Pero no, la gente lucha por su felicidad a costa de la tuya.

¿Qué es un feliciólogo?

Un feliciólogo es una persona que ha descubierto y se ha preparado en el mundo de la felicidad, que la investiga y cuida y analiza temas que tienen que ver con la felicidad. Me preocupo por saber qué le hace feliz a la gente, cómo, en qué lugares del planeta y, sobre todo, intento encontrar la mía propia que es como todo esto empezó.

Hay quien dice que la felicidad no existe...

Las opiniones son como el culo, cada uno tiene el suyo. Yo creo que la felicidad sí existe, lo que pasa es que cuesta definirla. Es muy ambiguo. Son emociones y éstas no funcionan como las matemáticas. Intentando encontrar respuesta a la pregunta de dónde está la felicidad, me di cuenta de que claro que existe y de que es un estado de bienestar, de aceptación y de vivir con lo que te sucede. A veces estás muy bien, en otros casos te pasan cosas que no te gustan, pero la vida es cíclica. Todo te va bien y de repente llega un día y te rompes una pierna y esto no te convierte en un desgraciado, simplemente las circustancias de tu vida son distintas. Las cosas que nos duelen son las que más enseñan.

Entonces, ¿siempre tenemos que ser felices? ¿No puede uno elegir la tristeza?

Por supuesto. El secreto de las emociones y la inteligencia emocional es que cada emoción hay que vivirla. Si te enfadas por algo, enfádate, no lo reprimas... Pero no más de lo que debe durarte. Si de repente te pones demasiado alegre suena a ficticio. Hay un momento para cada cosa, las emociones hay que vivirlas. Lo que pasa es que no te puedes estancar. Cuando la gente se estanca en una emoción entonces pierde la noción de las cosas. No puedes estar siempre contento, enfadado, triste... Hay que vivir todas las emociones.

¿Nos han vendido una felicidad ficticia?

Es por culpa del capitalismo. Nos han vendido la idea de que la felicidad es lo que tenemos y se han equivocado. No es lo que tenemos, es lo que somos; es lo que tiene sentido, lo que tú eres. Si eres una persona simpática, bondadosa, agradable, solidaria... Eso te hace ser grande.

¿Qué piensas sobre la felicidad aparentada en las redes sociales?

Tendríamos que ver caso por caso... Pero hay algo positivo en eso: si la gente lo cuenta es porque quiere ser feliz y quiere mostrarlo. Y está bien que quiera enseñarlo. Yo lo hago, pero cuando estoy mal no. Otra cosa distinta es que lo hagan pensando no en lo que quieren enseñar, sino en que los demás vean qué hacen. La exhibición por exhibición no es buena. Porque podrás engañar a la gente, pero en el fondo no te vas a engañar a ti mismo.