Elisa Matilla interpreta Gibraltareña, de Juan Luis Iborra, la historia es la de de una prostituta, que nos recuerda a la Legionaria, de Fernando Quiñones, pero esta vez en el Campo de Gibraltar. Gibraltareña es su apodo de guerra en una época en que el estraperlo, la base americana de Rota, la verja cerrada y la miseria laboral eran el pan nuestro de cada día en una zona que nunca levanta cabeza. Era lo que es ahora pizca más o menos, pero en la dramaturgia española gusta situar las acciones en épocas pretéritas. Digo yo que si escribes del pasado es porque quieres contarnos el pasado o porque quieres disfrazar un tema universal pero de candente actualidad situándolo en la distancia o bien para no pillarte los dedos o bien para tener perspectiva. Pero la puta Gibraltareña parece no reflexionar sobre otra circunstancia que contarnos su propia vida. Así que si no hay tema universal lo más lógico es que se trate de una excusa que sirva de soporte para el lucimiento interpretativo del artista. Y ahí Elisa Matilla tiene su oportunidad. La única pega es que el personaje, amable, agradable, simpático, apenas tiene otros momentos destacados que no sean los amables, agradables o simpáticos. Echamos de menos otras facetas que pudieran mostrar unos registros dramáticos que ofrecieran variedad y ritmo al espectáculo. Porque, ¿cuál es la trama? Por otro lado, la dirección, podía haber sacado más partido de las dotes de Matilla, que las tiene. Pero en lo que hay, la puesta en escena, siendo sencilla, está muy bien resuelta. Lo mejor de todo es que a la actriz se la ve muy cómoda, resuelta y veraz.