01 «Cold Stones». Richard Long | CAC Málaga, comisariada por Fernando FrancésHasta el 21 de agosto

Fue una grata sorpresa el saber que íbamos a poder disfrutar de uno de los trabajos del mundo del arte más comprometidos -y con mayor tradición- de un artista como Richard Long, uno de los padres de aquel movimiento artístico que se denominó land art, allá por los años 60. Long y otros nombres como Robert Smithson, Walter De Maria o Michael Helzer fueron capaces de dar una nueva orientación a la manera de abordar el paisaje desde la praxis artística. Un género, el paisaje, de gran importancia para la pintura y la fotografía y que estos artistas tratan de actualizar desde un prisma escultórico basado en la relación que establecen con su entorno natural. En conjunción con otros lenguajes como la performance, el arte de acción, o el conceptual, a partir de los años 60 comienzan a poner en crisis el arte de objeto y la representación con propuestas que tienden a desmaterializar el producto artístico final cuestionándose, asimismo, su lugar en el mercado. El surgimiento de estos movimientos tuvo un momento de confluencia máxima en el año 1969 con la exposición comisariada por Harald Szeemann en Berna titulada When attitude becomes form, recientemente reeditada por la Fundación Pinault en Venecia.

En el caso de Richard Long, esta relación con el entorno se encarna en una estrategia sencilla y trivial como es el caminar. Es sobre la base de este recorrer los paisajes que el artista construye todo su discurso. Un discurso que comenzó con la mítica pieza A line made by walking, de 1969, que ejemplifica gran parte de su producción que se basa en pequeñas intervenciones en el espacio natural que posteriormente fotografía, formando estas imágenes parte de sus exposiciones. Otro modo de proceder es el de introducir directamente en la sala de exposiciones elementos que ha ido recogiendo durante estos paseos que son organizados mediante formas geométricas con materiales como la piedra o la madera. Ambos tipos de procedimientos forman parte de la exposición Cold Stones y se complementan con dos piezas textuales de pared, un mural realizado con barro que recoge del río Avon, próximo a la localidad natal de Long, una serie de dibujos sobre madera y una pieza de suelo que parece reflejar algunos de sus recorridos en la naturaleza.

A modo de retrospectiva, lo que parece dar unidad a la exposición comisariada por Fernando Francés, son dos proyectos que Richard Long desarrolló en España en los años 2009 y 2014. En ellos, Long recorre España de punta a punta concretando esta deriva en la obra From crescent to cross, a walk from the Great Mosque of Cordoba to the Cathedral of Santiago de Compostela, camino que le llevó 18 días terminarlo. Todo este trabajo nos transporta a este universo particular del artista que lo vincula a esa tradición romántica del paisaje. Ese sentimiento de pérdida con lo natural que parece retornar en el momento en el que formamos parte de él. De ahí las largas caminatas que realiza y que dejan constancia de la importancia que el entorno tiene para el ser humano. Una importancia que trata de transmitir mediante la pureza chamánica que sus trabajos desprenden, como podemos apreciar en las obras Circle for Sally, de 2016 ,y Bark circle, de 1993; piezas que son el germen de acumulaciones de elementos como la piedra -que proviene de las canteras de Macael- o la madera, que son organizados a modo de círculos y que tienen algo de monumental, como si rindieran culto a la pérdida de un ser querido.

02 «Mi vida nunca». Violeta Niebla y Beatriz Ros | El Palmeral (Espacio Iniciarte)Hasta el 3 de julio

Anclada dentro de la idea de autobiografía, este proyecto de la pareja de artistas Violeta Niebla y Beatriz Ros guarda cierta relación con el trabajo de autoras tan conocidas como Sophie Calle o Cindy Sherman, donde lo que se expone parte de la ficción y no de lo real. Digo de la ficción porque lo que se nos muestra en sala es una especie de álbum vacío que está por reconstruir. Una escenografía de vidas que no han existido pero que se han actuado, que llevan la realidad a un límite teatral que enlaza perfectamente con el juego con que se quiere hacer partícipe al espectador.

Decía Lacan que lo que funda el sujeto moderno es la ficción. Pues bien, en la exposición Mi vida nunca se coloca este concepto en el centro del tablero. No olvidemos que la ficción es aquello que asociamos al engaño -a lo actuado, a la imagen-, pero que puede dejar su impronta en nosotros, como cuando asistimos a una obra de teatro o vemos una película.

Así al entrar en la exposición de Niebla y Ros encontramos una pieza, Inventario (amor, hijos, felicidad, boda), que es una cajonera llena de instantáneas que enfatiza esa idea de múltiples vidas posibles que encarna, del mismo modo, el sujeto actual. Relacionada de manera directa con otra situada justo enfrente, Sobre el álbum III, sugiere la participación del espectador haciendo posible que éste pueda reconstruir esta vida simulada que nos brindan las artistas. Una pieza compuesta por una serie de esquinas adhesivas que permiten, en teoría, el que las instantáneas de las cajoneras puedan ir dispuestas de distintos modos permitiendo así una obra abierta a múltiples narraciones y lecturas.

A través de las distintas obras que componen el proyecto se evidencia ese límite entre realidad y ficción antes mencionado que culmina con Sobre el álbum I; una serie de diez grabados donde el texto es el protagonista. En ellos se ironiza sobre lo visto, con pequeñas anécdotas acerca del rodaje del proyecto que cobran visibilidad a modo de sentencias que se presentan ante nosotros.