'Voces' regresa para deleitar al público malagueño. El próximo 23 de julio, el espectáculo de Sara Baras que lleva cerca de tres años de gira, pisará el ruedo de La Malagueta. En octubre, Baras y su equipo volverán a recorrer el mundo con la función pasando por ciudades ya conocidas como París.

La primera vez que la vi actuar fue hace seis años. ¿Es usted la misma Sara Baras o ha cambiado?

Esa Sara ha cambiado mucho. La ilusión, las ganas y la entrega por el flamenco siguen igual, pero el hecho de haber sido mamá te cambia la vida directamente. La escala de valores se transforma sin anestesia y parece que de repente todo se da la vuelta. Y me ha cambiado la forma de bailar; hoy día disfruto más del baile, del teatro y de toda esta magia. La responsabilidad a veces cuesta y duele, pero el hecho dejarte llevar por lo que sientes , ser una persona más segura, más mujer... Eso es lo que te hace ser mamá.

Entonces ha sido algo muy positivo en cuanto a su profesión.

Totalmente. Ha sido algo muy positivo. Eso sí, no esperaba que fuese tan agradable. Nunca, durante toda mi vida, había parado de bailar desde los 7 años, hasta que llegó el pequeño. Pensé que tendría que ser otra muy distinta a la vuelta a los escenarios y a aprender a bailar de otra manera. A no tener tanta fuerza como antes. Pero ahora lo veo desde otro punto, pero para nada, estoy más fuerte que antes. Siento el baile de una manera más profunda que antes y me entrego al cien por cien. Ha sido una sorpresa para mí.

¿Qué tiene Málaga que le gusta tanto volver?

¡De verdad! Me gusta mucho Málaga. Es mi ciudad hermana. Soy de Cádiz y es de mi familia. Cuando estoy aquí, estoy en casa. ¡Comparte tantas cosas parecidas con mi tierra! Me encanta El Pimpi, he pasado unas noches preciosas allí. Tengo un cariño muy especial a la Cofradía de Estudiantes, a la asociación que apoyo, Princesa Rett... Tengo muchos amigos en Málaga y el público es maravilloso y parte de mi familia es malagueña. Todo el mundo me pregunta el porqué de que me guste tanto esta ciudad, y es que me hace sentir muy especial.

Hablando del público malagueño, ¿es mejor que el francés, por ejemplo?

Es muy diferente. Cuando tú llegas a una ciudad nueva la sensación es diferente, pero una vez que se levanta el telón, da igual de donde sea tu público. Con Voces, la respuesta es grandísima vayas donde vayas. Realmente tú vas dejando tu alma en cada rincón que pisas, y nuestro público respeta y quiere el flamenco. Y me refiero a todo tipo de público. Cuando vuelvo a casa es distinto. Me pongo más nerviosa y quieres hacerlo mejor que nunca.

¿Por qué sigue triunfando Voces?

No sé qué decirte... Es un espectáculo que tiene mucho espacio para la improvisación, para el riesgo del momento. El espectáculo cambia siempre, va creciendo según avanzamos y vamos a distintos lugares. Es una manera de poder de buscar la conexión con otros maestros del flamenco reivindicando algo tan grande como lo que ellos decían o hacían. En octubre volvemos, y parece que no se va a acabar nunca. Si seguimos aquí es porque gusta.

Es decir, que la improvisación podría ser el encanto de Voces.

El flamenco es un arte como mucha verdad y mucho corazón que depende de las vivencias. Y este arte no tendría sentido sin eso. El flamenco nace del trabajo que se hace con el corazón, del sentimiento, de lo que tú creas y vives, y eso hace que se convierta en algo que va de la propia vida. De vez en cuando hay que desviarse de la técnica y dejarse llevar por el sentimiento del flamenco. Siempre crece algo diferente e innovador, el riesgo del artista, la madurez del artista es importante y lo demuestras en esa improvisación. Cuando vas muy preparado puedes hacer grandes cosas, pero lo que te hace crecer como artista es esa improvisación donde te muestras como eres.

¿Qué echa en falta en el flamenco español?

Ahora mismo, el hueco de los grandes maestros. Paco de Lucía, Camarón... Sigo siendo seguidora de ellos, no me puedo creer que Paco ya no esté, que no vaya a escuchar un nuevo concierto de él, un nuevo disco, lo que sea... El flamenco tiene un hueco desde que nos empezaron a abandonar y a irse.

Precisamente hace unos días Juan El Lebrijano falleció. ¿Qué supuso él en su formación como bailaora?

Tuvimos una relación muy linda. Yo tuve la suerte de conocerlo desde que empecé a bailar, con siete años. Su casa fue mi primer escenario. Allí empecé a bailar, en las fiestas que organizaba con todos allí bailando y disfrutando del flamenco rodeados de grandes maestros. Yo iba a su casa con Concha, mi madre, y la relación siempre ha sido de mucho cariño con mi familia. Es algo que nunca olvidaré. Y a él tampoco. Es una pena que se haya ido. Los grandes maestros nos abandonan muy rápido.