Sabía del próximo ciclo de conciertos de Kraftwerk en el Guggenheim, cuando un día recién levantado, la primera noticia que recibo es que traen al mismo museo La Sombra de Warhol. Bueno, estos dos motivos, unidos al de visitar alguno de los excelentes restaurantes de Bilbao, realmente son todo un plan. Pero al informarme vería mi gozo en lo más profundo del pozo: los conciertos multimedia de Kreftwerk comenzarán 4 ó 5 dias después de clausurarse la oscura o luminosa muestra del pap. del pop. Lo primero que se le ocurre a un tío, a veces purista, otras veces híbrido, como el que viste y calza, es si un museo de arte contempor.neo es el espacio más adecuado para espectáculos de este tipo. Cierto día, comiendo con Josep Lozano, le espet. que Cristóbal Balenciaga era indiscutiblemente un artista. «Sí, pero un artista que hace moda, no arte». Lo que me pareció la respuesta más exacta que se podía obtener, y a partir de ella me parecen bien en un museo, Balenciaga, Chanel o Rabanne (con su ralladura y todo; la de Rabanne, digo), pero me parecen fatal exposiciones de pelucas rococó, aunque incluyan, para mayor realismo, piojos y todo y otras de azulejos, aunque venga la Preysler. Me parecen bien las de cómic (si tienen la gran altura de la actual en el IVAM) pero no me parecer.a bien un concierto de Estopa, y s.í en cambio de Talking Heads, de Sonic Youth o Fangoria porque en su obra transitan de cultura popular a alta cultura y vuelta a empezar. Y aprovecharía para hacer espacio y echar a los leones a alg.n pintor de los que ha logrado exponer en museos, y sí, Kraftwerk me parecen los músicos más adecuados para actuar en el (y los) guggenheim, o donde sea.

Kraftwerk se formó en 1970 (flipa: cuando los de mi generación aún ni eso), por Ralf Hutter y Florian Schneider, y estrictamente el grupo eran ellos dos, ya que Kart Bartos y Wolfgang Flür, que estarían en casi toda la carrera canónica del grupo, hasta The Mix (exclusive), eran dos baterías profesionales a los que contrataron, mientras los propietarios del grupo eran los otros. Esto no es tan raro sino que se da a menudo en grupos de pop y rock: Ronnie Wood pasó sus buenos años como músico contratado (y cabreado) hasta que fue admitido como uno de los Stones de pleno derecho.

En su libro Yo fui un robot, Wolfgang Flür abunda en ello y así cuenta que Hutter y Schneider pertenecían a ricas familias de Dusseldorf, mientras que él y Karl Bartos eran de extracción humilde y aunque habría compañerismo dentro del grupo esa brecha siempre se notaría. Aún así, y aunque casi todos los temas serían de la autoría de Hutter y Schneider si se escudriñan las carpetas puede verse que a veces los dos músicos contratados también firman algunos temas.

Hay algunas características que hacen de Kraftwerk el grupo único que es: en primer lugar sus movimientos de ida y vuelta entre cultura popular y alta cultura. Respecto a la primera, ellos son, por ejemplo, quienes inventan, definen y nombran el Techno-Pop, como puede apreciarse en su álbum (1986) del mismo nombre. De otro lado está el hecho de que Karlheinz Stockhausen, el pionero de la música electrónica (de filiación clásica), consideraba como sus reales continuadores a Kraftwerk y no a los enchufamáquinas de conservatorio.

Se podría decir a continuación que los alemanes eran retrofuturistas. Tenían mucho en común con el Futurismo italiano y de él se nutrían, bien haciendo temas que se continúan como Boing Boom Tschac- Techno Pop-Musique non stop (del álbum Techno Pop), que refundirían después en uno dentro de la obra The Mix (1991) y donde profieren onomatopeyas como Marinetti y otros hacían en sus poemas sonoros. También comparten con y están en la estela del Futurismo por su amor y celebración de la velocidad. Autobahn (1974), su primera obra, Trans Europe Express (1977) y su último álbum canónico, Tour de France (2003), son buena prueba de un arte en movimiento y uniformemente acelerado. Y la más alta velocidad en este mundo siempre es producto de la máquina, otro de los amores como futuristas comme il faut de Kraftwerk. El grupo ama las máquinas en general y los robots en particular. Siendo ahora mismo cuando los robots comienzan a estar de actualidad, Kraftwerk también lo está. En realidad nunca se habían ido.

No solo son radicalmente modernos Kraftwerk por inspirarse en un movimiento moderno, lo son porque auspician y traen lo nuevo. Siguen siendo más modernos que muchos de los actuales grupos y artistas techno, minimalistas, ambient o cualquier otra variedad de música electrónica. Kraftwerk ya son clásicos, y por tanto los más modernos. Solo los más modernos alcanzarán el clasicismo y solo los clásicos siguen siendo modernos.

Otra faceta que me parece esencial en el grupo alemán es su europeismo (y creo que su eurocentrismo). Ya en su tercera obra, del 77, proponen un tren que recorra toda Europa y oímos (y casi vemos) al TEE deslizarse por los raíles atravesando los pa.ses del continente. La Unión Europea estaba aún tan lejos que no se oteaba pero Kraftwerk ya circulaba a su través y hablaba en varios de sus idiomas. Porque en el grupo, se cante o se recite (siempre lo hace Ralf Hutter, o bien Schneider, pero solo a través del vocoder) se hace en alemán, inglés, francés, español e italiano. También ocasionalmente en japonés, tal vez por tratarse del idioma de un país también de exquisita civilización.

No acabar sin tener en cuenta el envoltorio. En este caso, y no como en otros muchos en los que se efectúa una decoración, todos los aspectos de lo visual son esenciales e inseparables del producto musical. Solo con ver los recientes espectáculos (en YouTube están) está todo dicho. Pero siempre ha sido así. Desde las carpetas de los discos, su vestuario y maquillaje y lo que me parece más singular: las fotos del grupo realizadas por Stara, un fotógrafo parisino que seguía haciendo retratos retocados a mano. Como los de antes. Como cuando el Futurismo.