En el campamento de los cruzados, ante el último bastión árabe en Palestina, Ricardo Corazón de León ofrece un torneo amistoso. Después de derrotar a varios campeones, un caballero con casco cerrado y penacho le reta a duelo por medio de su escudero adolescente.«¡Sus y al inglés!», animan al Capitán Trueno sus hombres, entre ellos el gigantón tuerto Goliath.¡San Jorge de Inglaterra!, dice Ricardo picando espuelas. ¡Santiago y cierra España!, grita el español. Las lanzas rompen como mondadientes y ambos contendientes acaban en tierra.¡Pardiez, es hombre de agallas! ¡Dadme mi espada!, ordena el inglés. Que el cielo os guarde, noble español, desean a su rival. Un clérigo pretende detenerlos:-La Cristiandad necesita de tan fuertes brazos.En vano. Sólo para el duelo, muy igualado, el regreso de los emisarios, asaeteados sobre los caballos. Es la contestación del moro.Los caballeros de Cristo se aprestan al asalto del bastión. Catapultas, aceite y plomo derretido desde las murallas sarracenas. El Capitán Trueno, carismático y audaz en la batalla, ataca con un ariete. Se lucha con todo. Me llaman el Cascanueces, dice Goliath mientras derriba un moro de un cabezazo. Omar va a rendir la plaza al Capitán Trueno, pero un moro traicionero blande su hacha de dos filos a la espalda del héroe. Crispín, el escudero adolescente, lanzado a un galope loco sobre la muralla grita:¡Cuidado, Capitán!Un texto pesimista concluye: Pero el hacha va a dividir en dos la cabeza del Capitán Trueno.La esperanza cabe en un paréntesis:(Continuará).

El número 1 de El Capitán Trueno ya contenía todo el espíritu de la serie. Se titulaba ¡A sangre y fuego! y en su portada mostraba al capitán, a caballo, y a Crispín sobre los hombros de Goliath, los tres sonrientes, tundiendo y poniendo en retirada a un puñado de hombres con turbante. Era junio de 1956 y el cuaderno, apaisado, portada en color, contraportada en tinta azul, costaba 1,25 pesetas.

El dibujo era de Ambrós (Miguel Ambrosio Zaragoza, de Albuixech, Valencia, 1913-1992) un maestro que después de la Guerra Civil trabajó en el campo y se hizo historietista a los 35 años porque dibujaba bien y porque en Valencia se editaban cuadernos de aventuras como El guerrero del antifaz o Roberto Alcázar y Pedrín. Ambrós era un maestro del dinamismo con un estilo único.

El guionista era Víctor Mora (muerto hace unos días) un escritor de 25 años que había crecido en Francia y que regresó a Barcelona, huérfano de padre, y empezó a trabajar de chaval. Era uno de los guionistas de la barcelonesa editorial Bruguera, especializada en tebeos de risa y en literatura popular.

Para continuar el éxito de El Cachorro, su tebeo de piratas, un superventas dibujado por Iranzo, la editorial le propuso a Víctor Mora que pensara en un personaje. Como le fascinaban El príncipe Valiente y las historias de Arturo se le ocurrió un caballero andante, hizo una sinopsis y se lo aceptaron.

Los lectores de 1956 tuvieron que esperar dos semanas para saber cómo se salvaba el Capitán Trueno. El personaje gustó pronto porque a partir del número 21 su revista pasó a ser semanal. Enseguida le abrieron un hueco en las páginas centrales de la revista Pulgarcito para los que quisieran conocer más aventuras. Cuando la serie alcanzó el número 52 la editorial comenzó una reedición desde el principio, de modo que salían semanalmente dos cuadernos.

En 1958 Víctor Mora inició El Jabato, un héroe de los tiempos de la dominación romana de Iberia. Repetía la fórmula de héroe, forzudo (Ursus), cómico (Fideo de Mileto) y novia (Claudia). El primer número lo regalaron con el 157 de El Capitán Trueno. Aguantó 361 episodios y siguió una estrategia editorial gemela a la de Trueno.

En enero de 1960 se añadió a la explotación del personaje la revista El Capitán Trueno Extra con aventuras inéditas. Se editó hasta junio de 1966.

A finales de 1960, Víctor Mora inició su tercera serie de cuadernillos de aventuras, El cosaco verde, un personaje ruso que pasó tres años en los quioscos todavía superpoblados de tebeos.

Víctor Mora, un comunista que firmaba Víctor Alcázar, que había pasado por la cárcel por su actividad en el PSUC, que quería escribir novelas en catalán y al que quienes conocieron siempre definen por su bondad personal, se convirtió en uno de los pilares de la Editorial Bruguera junto a la asturiana Corín Tellado, autora de miles de novelas de amor, y al gallego Marcial Lafuente Estefanía, redactor de libritos del Oeste. La cuarta columna, Francisco Ibáñez, ya trabajaba en la casa, pero no despegaría como fenómeno hasta 1968. Es el último vivo y sigue activo en nuestros días con sus Mortadelo y Filemón.

El Capitán Trueno se editó en Francia con el nombre de Amigo. Tuvo juguetes, recortables y aventuras publicitarias. Se dice que alcanzó los 350.000 ejemplares semanales en algunos momentos y que su media era de 175.000, pero las cifras fueron siempre un misterio porque los editores las mantenían en secreto. En 1964 empezó El Capitán Trueno álbum gigante, 24 páginas verticales más portadas con aventuras ya conocidas.

La explotación del personaje fue depredadora. Trueno creció con personajes llenos de encanto, viajes exóticos y llegó a tener aventuras fantásticas cercanas al disparate. La oferta era inatendible con una mínima calidad y la elección de algunos de los muchos dibujantes que tuvo demuestra que no era lo que le interesara a la editorial.

La serie de cuadernillos de El Capitán Trueno terminó abruptamente en el número 618 (marzo de 1968). Fue el golpe mortal al formato del tebeo español de aventuras, aunque aún seguiría saliendo hasta 1975 Roberto Alcázar y Pedrín.

En abril de 1969 Trueno Color, la nueva edición en formato vertical con portadas de estreno, nuevo montaje de las viñetas, coloreada y, según los criterios de la nueva pedagogía, con las armas censuradas en las escenas mortales, enganchó a una nueva generación de lectores.

En 1994, Víctor Mora llevaba una bomba dentro. El Adalat Retard no lograba contener su tensión arterial por debajo de 21/11. Le dolía el cuerpo y tenía mareos. Había realizado obras directamente para el mercado francés, habían dibujado sus guiones Carlos Giménez (Dani Futuro) y Víctor de la Fuente (Sunday y Los ángeles de acero), había hecho cómic adulto (Las crónicas del Sin Nombre), escrito cuentos en castellano y novelas en francés y catalán, tenía reconocimientos... El día 2 de mayo de 1994 escribió en su diario : «¡No entiendo cómo puedo ser tan famoso en toda España con El Capitán Trueno e ir siempre apurado de dinero!». El 15 le agobiaba la declaración de la renta. La escritora Montserrat Roig le había convencido años atrás para que se hiciera un plan de pensiones pero luego lo dejó. Al cierre de la editorial Bruguera tuvo que ir a los tribunales para hacerse con la autoría de sus propias creaciones en un proceso que duró años. Los intentos recientes de darle nueva vida al Capitán Trueno en dos editoriales no habían funcionado. Pero se seguían reeditando y vendiendo la viejas aventuras. Días después sufrió un accidente cerebrovascular del que le llevó dos años recuperarse. Sus personajes siguieron siendo sus fuentes de ingresos hasta su muerte. El Capitán Trueno, El Jabato y El Sheriff King siguen reeditándose, ahora en formato libro.