A Lito Fernández, como a muchos malagueños, este intenso calor de finales de septiembre empieza a cansarle. «La verdad, prefiero el frío», comenta al tiempo que pide un poleo menta -«doble, con dos bolsitas»- en la cafetería de El Ejido donde tiene lugar el encuentro con La Opinión. «¡Hombre, Lito! ¡Cuánto tiempo!», exclama la camarera. «Aquí seguimos, que no es poco», contesta el guitarrista, que esta noche materializa su regreso a los escenarios con un concierto en La Cochera Cabaret (22.00 horas). En octubre se cumple un año desde que le trasplantaran el hígado, «una putada muy grande», comenta, aunque reconoce que ahora se encuentra mucho mejor, tanto física como artísticamente. «Es una maravilla cómo ha cambiado la cosa. Uno sale reforzado. Y me encuentro mejor que antes de la operación».

A sus 63 años, el músico puede contar por miles las noches de blues que lleva en el cuerpo. Por el contrario, sólo cuenta con dos referencias discográficas, Presentación (2003) y Revisited (2009). Por esta razón, el guitarrista, uno de los más elogiados, queridos y reconocidos maestros de las seis cuerdas del país, se ha marcado como meta de esta nueva etapa grabar un disco de temas propios: «Es el objetivo principal. Quiero hacer un disco completo con mis temas, o con un par de versiones como mucho. Puede que muchos sean instrumentales. Ahora todo gira en torno a esa idea. Es mi asignatura pendiente».

Reconoce que el concierto de esta noche, en el que estará acompañado por su banda habitual -la Lito Blues Band la completan la cantante Suzette Moncrief, el bajista Jorge Blanco y el batería Nicolás A. Huguenin- y varios colaboradores y amigos, entre ellos los cantantes Lourdes del Pino y Ben Holman, Álex Meléndez, el pianista José Carra y el guitarrista de El Trío del Saco, David Quintero, supondrá el punto de arranque de otra forma de entender la música: «Quiero abrirme a todo. Sumergirme en otros estilos, en vez de hacer únicamente blues, y darle otro enfoque a mi manera de tocar la guitarra. Por eso ahora estoy estudiando todo lo que no he estudiado durante años». En La Cochera Cabaret, la Lito Blues Band mostrará su renovado repertorio -«lo hemos cambiado bastante»- y las tremendas ganas con las que regresan al escenario. «Vamos a grabar el concierto para editar después un DVD», señala el guitarrista, que durante su convalecencia recibió numerosas muestras de cariño de sus admiradores y compañeros. «No me lo esperaba, pero así ha sido. Mucha gente se ha interesado por mí». Su vuelta era una noticia muy esperada, lo que motivó que los músicos de la Sociedad de Blues de Málaga y la Free Soul Band le rindieran un homenaje el pasado verano en Torremolinos. «Fue algo muy emocionante», dice.

Los años de experiencia, casi cincuenta, le aportan a Lito la perspectiva suficiente para lamentarse del eterno inmovilismo de Málaga hacia el desarrollo de la oferta de música en directo. «Siempre ha sido así: aquí relacionan música con ruido. Además, en Málaga cada uno va a su bola. Así que te dedicas a tu parcela, sin pisar a nadie, y ya está. La verdad es que estoy un poco harto de esta lucha», reconoce, resignado, ante un problema que ha sufrido durante toda su trayectoria.

Género sin afición malagueña. Admirador de Eric Clapton, Jeff Beck o John Scofield -«un guitarrista que me hace subirme por las paredes, aunque no sea precisamente de blues»-, Lito sostiene que la nueva moda por el jazz «es un esnobismo», producto, en gran medida, de «la incultura musical» reinante: «El blues es mucho más directo y anterior al jazz, algo de lo que la gente no se entera. Y a base de poca cultura, el blues no ha logrado ese lugar que ahora ocupa el jazz. El blues no ha calado nunca en Málaga. La Sociedad de Blues de Málaga no tiene aún sede y nadie nos ayuda a promover este género. No sé cómo se puede obviar el blues, pero aquí nunca ha tenido la afición que se merece».

También lamenta que sean «pocos» los músicos malagueños que se decanten por este género en favor de otros más rentables. «Los músicos van hacia lo comercial. Todo el mundo quiere triunfar y por eso se van para el indie o el pop. ¿Quién va a tirar por el blues con la cultura que nos están dando? Los jóvenes no tienen opciones de escuchar otras cosas en la radio. Es verdad que muchos, cuando descubren el blues, se aficionan. Pero hace falta que se lo enseñen», explica.

En su caso, cayó rendido por el embrujo bluesero «después de conocer a un norteamericano, como no podía ser de otra manera». El ´culpable´ fue Richard Ray Farrell, quien a principios de los setenta puso al joven Lito sobre la pista de la música de Muddy Waters y Elmore James. Aquello le causó una catarsis que transformó su vida. El concierto de hoy supone el primer paso de otra catarsis, la de la salud, que ha supuesto un punto obligado de inflexión. Ahora toca seguir disfrutando de la maestría de Lito y esperar los frutos de este nuevo camino.