Ta-Nehisi Coates ha escrito, probablemente, el libro más controvertido, incómodo y relevante para la sociedad estadounidense. Entre el mundo y yo es un listado de agravios a la comunidad negra desde el prisma de algunos de los episodios menos complacientes de la historia de su país, de las experiencias de dolor y la lucha del autor, y de un presente marcado por el recrudecimiento del racismo.

El reciente goteo de muertes de ciudadanos negros a manos de agentes de policía blancos, y las consiguientes protestas y enfrentamientos, no han hecho más que engrandecer la dimensión pública de su autor, una figura escuchada en todo el país, empezando por Barack Obama.

Creció en una casa rodeada de libros. ¿Estos eran percibidos como un escudo contra los males que acechaban afuera?

No, porque nada podía protegerte de lo que ocurría al otro lado. Sólo eran una fuente de placer. No eran tanto un refugio como un momento de evasión, de calma.

El rap precedió a la poesía como la primera forma de expresión que usted quiso dominar, así como la poesía precedió al periodismo. ¿Cómo recuerda este proceso de búsqueda de su propia voz?

Muy duro y frustrante. El hip hop fue el primer género musical al que estuve expuesto de forma intensiva. Lo escuchaba en casa y en la calle todo el día, pero, cuando me puse a intentar crear mis propias canciones, me di cuenta de lo complicado que resultaba salir con algo decente. Algo similar me ocurrió al entrar en la universidad y empezar a interesarme por la poesía: mi producción dejaba mucho que desear. Mi amor por estas materias no se traducía en un talento natural para contribuir a ellas. Lo bueno es que, al desem¬bocar en el periodismo, me llevé conmigo algunas de las enseñanzas de esos años de aparentes batallas perdidas y sospecho que conseguí que mis artículos tuvieran un ángulo diferente. Parte de toda esa electricidad estática previa encontró la forma de colarse en mis artículos."Necesitaba hacer el libro intransferible y personal, y el punto de inflexión fue el asesinato de mi amigo Prince Carmen Jones a manos de la policía. La conmoción dio paso a la urgencia"

En sus primeros estadios Entre el mundo y yo

Tardó mucho tiempo en madurar. La lectura de The First Next Time de James Baldwin supuso una gran influencia. Hablando un día con mi editor le comenté que había muy pocas obras de esas características, es decir, que abordaran el conflicto racial en primera persona. Me imagino que el problema es que debes encontrar tu propia voz, si no te sale de las entrañas no funciona, un libro así no admite préstamos.

Necesitaba hacerlo intransferiblemente personal.

Sí, y el punto de inflexión para mí fue el asesinato de mi amigo Prince Carmen Jones jr. a manos de la policía. La conmoción dio paso a la urgencia por ordenar las ideas y las sensaciones que su pérdida me había generado.

En el libro hay mucha rabia, pero también ternura. ¿Encontrar un tono equilibrado fue uno de los mayores retos?

El tono no fue algo a lo que le diera muchas vueltas. Mi mayor preocupación era que fuera lo más honesto posible con mis sentimientos. Esto no significa que, a su vez, no estuviera muy meditado, porque hice hasta cuatro borradores. No tenía forma de saber cómo iban a recibirlo los lectores por lo que, más allá de su inteligibilidad, no había mucho más en mi mano. Lo que sí quise darle es la cercanía que tiene un reportaje, en este sentido pienso que el periodismo le otorga estructura y corazón al libro. No podía limitarme a escribir un ensayo frío, sino que debía dirigirme a alguien, de aquí la fórmula de la carta al hijo.

Comenta cómo el miedo fue una presencia constante durante su infancia en Baltimore y su capacidad de quedarse dentro de uno para siempre. ¿Sintetiza el miedo todo lo que anda mal en las vidas de los afroamericanos?

No. El miedo es el síntoma, no la enfermedad. El problema de raíz es el racismo. Cualquiera que hoy se encontrara en la situación de la gente de color sentiría lo mismo. El miedo es una reacción natural a una situación específica y, en el caso de la gente de color, esa situación es el racismo."Mi amor por el hip-hop y la poesía no se traducía en talento natural. Lo bueno es que al desembocar en el periodismo me llevé conmigo algunas de sus enseñanzas"

En su libro desarrolla el concepto de un "sueño" justo e integrador, en una clara alusión al discurso de Martin Luther King, que parece un ataque velado a todo lo que simboliza su opuesto: ese american dream, fantasioso y "blanco".

El american dream, el de la postal de la familia sonriente que se reúne por Acción de Gracias frente a un pavo inmenso, es una historia que la gente se cuenta a sí misma para sentirse a gusto con su país. En el libro el sueño del que hablo es aquel que provocará que tenga derecho a una generosa fuente de comodidad y de dicha como resultado exclusivo de mi esfuerzo y de mi trabajo, aquel que dicta que se me permitirá vivir de acuerdo con la realidad de que jamás he hecho daño a nadie ni sido culpable de nada.

¿Diría que su generación ha estado más comprometida que las precedentes a la hora de educar a los hijos en la necesidad de luchar por la igualdad racial?

¿Quién sabe? Ya veremos. Cada generación ha sido consciente de las dificultades y los retos. Soy hijo de un miembro de las Panteras Negras y de aquellos que lucharon por los derechos civiles por lo que, a título personal, hablar de más implicación se antoja difícil. Me gustaría pensar que he estado a la altura de mis padres a la hora de educar a mi hijo en la causa de la igualdad racial. Sin embargo, las condiciones de vida de mi hijo tienen muy poco que ver con aquellas a las que yo me enfrenté de niño, por lo que son prácticamente incomparables. Yo nací en un hogar de escasos recursos, tuve un montón de hermanos y temía por mi integridad física cada día en Baltimore. Él es un hijo único y por suerte no ha de ir guardándose las espaldas y ha crecido en la abundancia. Ahora bien, aunque las circunstancias históricas han ido obviamente variando -ya no existe la esclavitud, por poner el ejemplo más evidente-, la naturaleza de la lucha es esencialmente la misma.

Hablando de esclavitud, tiene esta frase terrible de la que no sé si somos muy conscientes: "Antes de la esclavitud no existía Estados Unidos".

¡Es que es una verdad incontestable! ¿Quién trabajaba la tierra? Mano de obra esclava. La esclavitud en Estados Unidos es más antigua que Estados Unidos. 1619 frente a 1776. No es una opinión, es un hecho, por lo que nadie puede rebatirlo.

Entre el mundo y yo pone el foco en el cuerpo humano, la diana de los abusos y el dolor. Rehúye conceptos más manidos como "el alma" o el "espíritu" para hablar de los efectos del racismo.Entre el mundo y yo

Quería huir de toda sensación de abstracción, quería que el libro fuera duro y directo. El cuerpo fue determinante a la hora de conseguirlo. Nada de lindezas. Nada de metáforas. Nada de lírica.

Ha habido voces que han lamentado que su libro carece de esperanza. ¿Cree que la introducción de rayos de esperanza habría supuesto poner paños calientes,?

La función de un escritor no es otorgar esperanza. Muchos consideran El gran Gatsby la mejor novela americana de todos los tiempos. ¿Dónde está ahí la esperanza? ¿Y en Moby Dick? Vamos... La noción de que uno debe juzgar los libros de acuerdo con lo bien que le hagan sentir al acabarlos, de si le resultan "inspiradores", es propia de segundo de párvulos. Yo no voy a ver una película de Martin Scorsese o de Spike Lee para que me den fuerzas para seguir adelante, ni me planto frente a un cuadro y lo juzgo de acuerdo con si me insufla ánimos. La misma ridiculez se aplica al caso inverso, es decir, juzgar una obra artística según lo mal que te haga sentir. Es algo que parece esperarse con frecuencia de la comunidad artística de color, que mostremos únicamente nuestro sufrimiento. Oye, si necesitas esperanza, acude a la iglesia."¡Es una verdad incontestable! La esclavitud en Estados Unidos es más antigua que Estados Unidos. No es una opinión, es un hecho que nadie puede rebatir"

¿Entiendo pues que el mayor malentendido que ha circulado sobre el libro es que era un grito de esperanza que no consiguió su objetivo?

Sin duda. La esperanza nunca estuvo sobre la mesa. Lamentar su carencia es aproximarse a la obra de un modo primitivo y filisteo.

Entonces hablemos de esperanza en términos de la repercusión de su libro en la gente. ¿Qué le agradaría que ayudara a cambiar?

Deseo que, por lo menos, sirva para que se lean más autores negros. Continúan siendo ampliamente ignorados por los cánones, los medios de comunicación y los lectores. No me canso de repetirlo.

¿Cómo se ha tomado su hijo la atención mediática que ha recibido su padre?

Igual que yo: no acabamos de sentirnos a gusto estando en el ojo público. Aunque se lo dejé leer antes de publicarlo y me aseguró que le había gustado, sospecho que él preferiría que no hubiera salido a la luz. La pérdida de privacidad ha sido molesta, para qué negarlo, pero me imagino que hasta cierto punto era inevitable y no voy a quejarme.

¿Cómo maneja la responsabilidad que conlleva haberse convertido en una voz muy significativa para la comunidad negra?

Es un asunto que no me preocupa en absoluto. Nadie puede acercarse al grado de presión que yo me pongo a mí mismo.

Se ha reunido en más de una ocasión con Barack Obama para discutir el tema del racismo en la sociedad de su país. ¿Qué valoración global le merece su presidencia?

Me pilla escribiendo un ensayo en profundidad al respecto por lo que preferiría no responderle. Sí le diré que me aterroriza la posibilidad muy real de que su marcha comporte un retroceso dramático en muchos asuntos, especialmente los relacionados con los derechos civiles.

En su libro no se defiende en ningún momento el empleo de la violencia pero ¿cree que, en determinadas circunstancias, puede ser una suerte de último recurso de cara a erradicar el racismo?

Un rotundo no. Cuando asistimos a los levantamientos en cualquier parte del mundo, lo primero que hacen ambos bandos es liarse a tiros y buscar la muerte del rival. Jamás querría ningún tipo de revolución social aquí que implicara violencia. Y creo que, al afirmar esto, hablo en nombre de la mayoría de la comunidad negra. Además, la violencia no garantiza que se llegue a nada satisfactorio, más bien lo contrario. No, no, no es un método viable ni deseable para la resolución de conflictos. El único camino a largo plazo para ello es el que establecen las vías democráticas y pacíficas.

¿Divisa algún método con el que acabar con la brutalidad policial?

No. Se prolongará durante el tiempo exacto que lo haga el racismo. Lo uno no existe sin lo otro, van de la mano. Imposible extirparlos por separado. Nos referimos constantemente a la sociedad, pero siempre es la gente. Mire, un 49% del electorado a favor de Trump considera que los negros son más perezosos que los blancos. Y más del 50% prohibiría la entrada al país de los musulmanes. Parafraseando a Thomas Jefferson, "en una democracia uno tiene las instituciones que se merece" y nosotros contamos con algunas muy podridas.

¿Cree que actos de protesta puntuales como las quejas por falta de representatividad de la comunidad negra entre los nominados a los Oscar o, más recientemente, la decisión de algunos deportistas de agacharse mientras suena el himno de Estados Unidos, son más gestos vacíos o iniciativas valiosas?

Forman parte del derecho a mostrar nuestro rechazo, lo que siempre es saludable. Yo canalizo mis protestas a través del periodismo y los libros, mientras que otros hallan vías diferentes. Todo suma. Lo que sí necesitamos con más urgencia es comprometernos con causas que son erróneamente percibidas como "ajenas". Los blancos deberían ayudar más a los negros, los heterosexuales a los homosexuales, los ricos a los pobres€Es una obviedad, pero eso sí que marcaría la diferencia: que tu cuadrícula no te inmunizara de las injusticias que padecen las cuadrículas vecinas.

En Entre el mundo y yo

La gente busca respuestas contundentes. La mayoría cambiaría mi libro por "5 recetas para acabar con el racismo hoy mismo". Las preguntas suelen incomodar infinitamente más. Buscamos soluciones para el ya, ya, ya. Pues resulta que quizá ahora no sepamos lo suficiente y por ello debamos formularle al futuro muchas, muchas más preguntas.