Temporada de abono OFMAbono nº 3:

T.Marco y Tchaikovsky. Orquesta Filarmónica de Málaga Director: Manuel Hernández Silva). Programa: Sinfonía nº10 «Infinita», T. Marco , Concierto nº1 en si bemol menor para piano y orquesta, Op.23, P.I. Tchaikovsky. Piano: Gabriela Montero.

Tres páginas componían el último programa de abono que el maestro Manuel Hernández Silva proponía al auditorio malagueño con la idea mostrar el amplio horizonte que dibuja la música. Dos obras claramente enfrentadas en el plano temporal y por tanto estético de una perspectiva continuada hasta nuestros días donde apreciar la capacidad de invención de sus creadores hasta elevarlas a la categoría de obra de arte. Y es en este punto cuando el arte refleja un tiempo, un momento y una sociedad. Páginas construidas sobre los cimientos de una tradición centenaria que ha ido evolucionando desde aspectos formales condicionados hacia ámbitos de auténtica libertad artística. Estas premisas conforman un breve retrato del encuentro pasado con la OFM.

Tanto Tchaikovsky como Marco han escrito música de encargo o circunstancia. Circunstancias que en tiempos del compositor ruso pudieron constituir un elemento más de angustia, pero en el caso del compositor español Tomás Marco constituye una oportunidad para ahondar en el lenguaje musical construido a lo largo de una dilatada carrera que confluye necesariamente en su «Infinita». Como trasfondo la imagen de la música desarrollada en mil y una formas que como reconoce el propio autor en los cinco motivos que estructuran la sinfonía son susceptibles de nuevas adiciones. La Filarmónica al abordar a Marco muestra su capacidad como conjunto más allá del gran repertorio, que aún siendo irrenunciable, demuestra todo su potencial sonoro. Y así fue ya que al subir Hernández Silva al podio descubría por un lado, la capacidad de concentración de los atriles dada la extrema dificultad de la obra; y por otro, ampliar los horizontes sonoros propuestos por el compositor español. Desde la amplia percusión hasta los más diversos recursos desarrollados por las cuerdas, el titular de la OFM desgranó cada movimiento sobre una línea sonora donde el oyente forma una parte activa en el desarrollo de la sinfonía.

La pianista venezolana Gabriela Montero debutaba con la OFM conquistando con su lectura al auditorio. Desde la extensa introducción hasta la arrolladora coda final Montero, a pesar de la lesión en un dedo, osciló entre la rotundidad y el lirismo al que se pliegan las melodías escritas por el compositor especialmente en las cadencias del primer movimiento y el andantino central. Inspirada califica el papel del conjunto sinfónico.

Y hasta aquí el programa de abono. Hubo una tercera obra, página no escrita vinculada con la tradición más antigua y arraigada a la música. Gabriela Montero se sentaría una vez más delante del piano para improvisar una serie de variaciones sobre una melodía propuesta por el público. Sencillamente admirable, tanto como para afirmar que el abono estuvo compuesto por tres obras infinitas.