¿Casa trata de un regreso?

Tiene más que ver con que tocaba estar en casa una temporada, y ése era el gran punto de partida. Andas por ahí, vas por aquí, vas por allá, compones en plena gira...

¿Entonces, más reposado, salió un disco más reflexivo?

Sí, yo creo que sí. Escuchando todos los repertorios me di cuenta de que iba muy deprisa. Sobre todo trabajé el tema de la música; antes trabajaba más los textos, de forma más exhaustiva. Sí. Es más reflexivo.

¿Y eso de que con las letras «se le fue la olla»?

Bromeo sobre ello porque me han quedado temas muy largos. Me encontré con que quería contar muchas más cosas. El problema es que luego me las tengo que aprender y es un infierno. Siempre hago esa coña, que «se me fue la olla». Tengo que hacerlas más de estrofa, estribillo, estrofa, estribillo...

¿Y lo de que la canción El pensamiento circular nació el día de su cumpleaños?

En mi casa hay gente casi todo el rato. Llevaba trabajando meses en la canción, sobre todo en el texto, y la verdad es que vi la luz con mis invitados, que son mis amigos íntimos. Y me puse a hacerlo con los amigos delante. Fue bonito. Generalmente estoy más solo cuando compongo, pero aquel día eran amigos muy íntimos y no te importa poner una frase mala. Es algo que da pudor, pero cuando estás con amigos puedes hacerlo.

Hablando de amigos, hay varias colaboraciones en este nuevo álbum.

Hace mucho tiempo que trabajo con muchos autores. Nicolás Pastoriza, mi hermano. Tengo un hermano que escribe increíble. Luego Leiva estaba por aquí y le robé directamente un estribillo. También Pablo Novoa... Lo cierto es que me gusta trabajar con los demás y es necesario para alguien como yo apoyarse y aprovecharse de los amigos.

¿Cómo reacciona su público ante el disco?

Estoy bastante conmovido y alucinado. Las críticas son buenas y siempre mola tener críticas buenas. Conseguimos entrar en la lista de ventas. Nunca ha sido mi obsesión, pero de repente ves cómo pasan estas cosas y te llevas una alegría muy grande. Disfruto al ver que llevo 25 años con la misma compañía (Warner) y la misma oficina (Getin) y conseguir el número uno. Me parece un premio para ellos y para mí.

Veinticinco años, un cuarto de siglo (que suena más largo), e Iván Ferreiro está ahí; se siente referente indie y también de antaño con la gran historia de Los Piratas.

Yo no quiero ser referente. Yo quiero sentir que mi carrera siempre empieza. Cuando hago un disco me digo: empezamos otra vez. El día que me crea un referente, que me crea algo así, voy a dejar de hacer canciones como Dios manda. Lo importante es hacer discos como si fueran nuevos todos los días.

Pero, en fin, es complicado y meritorio triunfar en las dos etapas.

Es maravilloso y emocionante. Yo creí que me iban a echar de la música hace mucho tiempo. Aquí sigo. Y le juro que me sorprende constantemente. Cada vez que saco un disco vuelvo a la carretera. Tengo suerte. Nunca he planeado mi carrera, ni los pasos a seguir, todo va pasando y me sigue dando alegrías y alegrías.

¿Qué publico se observa desde el escenario, el de hace 25 años o el de hace de hace dos?

Me flipa lo que veo. De todo, los de hace 25 años y los nuevos, como muy metidos. Es un público muy heterogéneo, de todas las edades, hombres y mujeres. Me gusta llevar, con el paso del tiempo, a gente de diferentes edades. Es un reto interesante. Uno no elige su público. El público te elige a ti. Pero veo de todo y, además, todos los años se incorpora gente joven. Uno tiene miedo de distanciarse de la juventud; buscamos la juventud eterna, pero yo sé que no hay un elixir de la eterna juventud.

Cambio de tercio, Dylan y su Nobel...

Estoy encantando. Tal y como yo lo veo, Dylan no compite ni con los poetas ni con los escritores. El premio a Dylan lo que viene a decir es que las canciones son otro tipo de literatura. Los letristas no somos poetas. La poesía es una cosa muy seria y a los poetas les tengo mucho respeto.