Sobredosis hormonal y más de un desmayo es lo que ha provocado Justin Bieber en el Palau Sant Jordi de Barcelona, donde ha ofrecido un espectáculo rebosante de pirotecnia visual y coreografías bailadas con mucho estilo por este semidios del 'star system' juvenil con cara de bueno y pose de malo.

El concierto de este martes ha sido la primera parada española de la gira "Purpuse World Tour" y ha reunido a unas 18.000 personas, la mayoría adolescentes de sexo femenino, que deben haber salido agotadas de tanto gritar y de los nervios que han pasado.

Ya antes de empezar el concierto, las adolescentes daban saltitos en la larga cola de entrada al Sant Jordi, incapaces de estar quietas, sabiendo que estaban a punto de ver en persona a su ídolo.

Grupos de jovencitas entre 14 y 18 años han entrado corriendo en el recinto en cuanto han logrado superar todos los controles de seguridad, aunque alguna se ha mareado antes de tiempo y se ha quedado fuera.

También estaban muy nerviosas las niñas, algunas de apenas seis años, que han entrado acompañadas de sus progenitores, principalmente madres.

No en vano Justin Bieber es "el más guapo del mundo", tal como ha gritado, en uno de sus muchos arrebatos de esta noche, una jovencita que estaba en las gradas junto a un chico vestido y peinado exactamente igual que Bieber, que miraba hipnotizado hacia el escenario.

La verdad es que los precios de este concierto, en el que pocos han pagado menos de 100 euros y más de uno ha desembolsado más de 1.000, son como para aprovechar cada segundo.

Segundos llenos de reclamos visuales: pantallas horizontales, inclinadas y elevadas; bailarines-acróbatas dignos del circo más exigente; humo; fuegos artificiales; y un escenario espectacular con trampillas, elevadores y sorpresas permanentes.

Pero nada hace sombra a Bieber, nada distrae la mirada de sus fans, porque Bieber es el polo de atracción, la razón por la que algunos han acampado durante meses frente al Palau Sant Jordi, el objeto de todos los deseos y todos los gritos.

Cada movimiento de Bieber se ha merecido un grito, aunque los tímpanos han sufrido especialmente cuando ha cantado "Boyfriend", aunque en este caso sería más apropiado decir ha interpretado que ha cantado, porque se ha apoyado mucho en voces pregrabadas.

Un detalle que al público le importa poco, tal es el tirón que tiene el canadiense entre sus seguidores, que se han deshecho a cada movimiento de cadera.

En la primera parte del concierto, el ídolo ha aparecido con deportivas, gafas y una camiseta de los "Misfits".

El cantante se ha paseado por el escenario con seguridad y se ha unido a las coreografías de sus bailarines con mucho estilo.

Frío, casi no se ha dirigido a sus fans durante la primera parte del concierto, en la que ha repasado básicamente su último disco "Purpose".

Más cálido ha sido el momento en el que se ha sentado en un sillón rojo, ha sacado la guitarra y ha interpretado una versión íntima, sólo guitarra y voz, de "Love Yourself".

Aquí ha intentado demostrar que sabe cantar, pero las fans no le han dejado porque han convertido el tema en un karaoke.

Por fortuna no se ha enfadado, como ha pasado en otras ocasiones, y ha seguido adelante esperando otra oportunidad para ser escuchado sin histerias, algo que ha conseguido cuando se ha puesto a tocar la batería.

Tras una pausa, ha llegado el momento de contacto con el público. Ha bailado con unas niñas que celebraban su cumpleaños, ha dicho que le encanta la comida española y el idioma español y se ha comprometido a ser un buen líder.

Una frase que puede parecer engreída, pero es que realmente es un líder que mueve voluntades con su dedo meñique, además de un joven de 22 años que en sus siete años de carrera ha logrado más 'hits' que otros grandes en toda una vida.

En Barcelona ha sonado "Company", "Hold tight", "No pressure", "As long as you love me" y "What do you mean"; y en la traca final "Baby", "Purpose" y "Sorry". ¿Qué más se puede pedir?. ¿Una sonrisa?. La ha regalado al final, acompañada de un "adiós amigos" en español.