Fue el 4 de diciembre de 1956. En uno de los estudios de la discográfica Sun Records de Memphis, Carl Perkins, que por entonces había llegado al número uno de las listas de ventas con una de las mejores versiones de Blue Suede Shoes, grababa algunos temas para su próximo disco. Le acompañaban sus hermanos Calyton y Jay Perkins, también músicos, y el batería W.S. Holland. Aquella mañana el productor y propietario de la discográfica, Sam Phillips, había traído consigo a un pianista que por aquellos años desataba verdaderas oleadas de admiración en sus conciertos en directo tanto por su virtuosismo como por su espectacular manera de tocar el piano. Se llamaba Jerry Lee Lewis. Phillips quería que Carl Perkins estuviese acompañado en aquella grabación por aquel desconocido que extraía de su piano un sonido asombroso.

Aquel mismo día Elvis Presley, entonces el cantante de rock and roll más conocido en los Estados Unidos, pasó por los estudios de Sun Records para enseñarle a una de sus novias, Marilyn Evans, cómo era uno de los templos de grabación de la música que más se escuchaba en el país, aquel donde se cocían aquellos discos que ella compraba cada semana, cómo se grababan aquellas canciones que se bailaban en las salas de medio mundo. Aunque ya no pertenecía a la casa discográfica (acababa de firmar uno de los contratos más espectaculares con RCA), Elvis era muy conocido entre los técnicos y los trabajadores de su antigua casa de Memphis, donde siempre era bien recibido. En su recorrido por los estudios de grabación con Marilyn Evans llegó a donde Carl Perkins grababa su nuevo disco con aquel pianista del que había oído hablar y quedó admirado por su forma de tocar el piano y por el sonido que sacaba de él. Así que decidió entrar en la grabación. Cuando lo vieron llegar, los músicos lo invitaron a colaborar tocando el piano y haciendo coros para el nuevo disco de Perkins.

Antes de que Carl Perkins iniciara aquella sesión, en otro de los estudios del mismo edificio trabajaba desde la madrugada en su nuevo disco un cantante que por entonces comenzaba a tener cierto éxito en las listas de country and western. Se llamaba Johnny Cash. Cuando le desalojaron del estudio por haber superado el tiempo asignado para aquella jornada y se dirigía hacia la calle, por los pasillos del edificio aquel joven escuchó la música que salía de uno de los estudios de grabación y quedó prendado de aquel sonido. No pudo resistir la tentación de ver con sus propios ojos a los intérpretes de aquella jam session y se coló en la sala. Fue invitado también a participar en aquella grabación improvisada. Por indicaciones de Sam Phillips, uno de los técnicos que atendía la grabación llamó a un fotógrafo amigo suyo que trabajaba para un periódico de Memphis para que tomase imágenes de aquella sesión en la que participaba nada menos que el gran Elvis Presley y el actual número uno de las listas de éxitos Carl Perkins. Gracias a él han llegado hasta nosotros las instantáneas impagables de aquellos cuatro grandes de la historia de la música pop reunidos en una grabación mítica. Aquel periódico, el Memphis Press Scimitar publicó al día siguiente un artículo firmado por su editor Bob Johnson titulado «Million Dollar Quartet, nombre con el que desde entonces se conoce aquella sesión histórica. Con los años la grabación se convirtió en una leyenda de cuya existencia real muchos dudaban.

En 1969 Sam Phillips vendió Sun Records al productor Shelby Singleton, que rebuscó en las miles de cintas grabadas durante años y acumuladas en almacenes y sótanos de la discográfica. Así fue como dio con aquella vieja grabación de cuatro cantantes que a finales de los sesenta eran ya muy populares en todo el mundo. Veinticinco años después de aquella fecha, en 1981, se editó por primera vez y sólo para Europa, un disco de 17 canciones con el título genérico de Million Dollar Quartet. No fue hasta que se cumplieron 50 años, en 2006, cuando se decidió editar la grabación tal como se había desarrollado. Son 47 cortes de canciones, charlas, bromas, improvisaciones, versiones de temas conocidos y hasta villancicos. Escuchar sesenta años después de aquella sesión este doble CD puede resultar frustrante (apenas hay temas completos y las conversaciones ocupan demasiado espacio) pero es toda una experiencia para mitómanos y aficionados, que pueden tener la sensación de estar allí en aquel momento histórico.

En 1982 Perkins, Lewis y Cash (Elvis había muerto en 1977) se reunieron en Alemania para rememorar en directo aquella sesión de 1956 bajo el título de The survivors live, y en mayo de 1985 añadieron a Roy Orbison para que sustituyese a Elvis Presley en una grabación que se realizó en el mismo estudio de la sesión de 1956. Esta última se editó con el título de Class of 55. Ambas grabaciones fueron rotundos fracasos. Pero queda la original, que al tiempo de mantenerse como una leyenda conserva el valor documental de un momento histórico.