El amor ha provocado más que un tormento a la Reina Isabel II de Inglaterra en su largo reinado, como muestra la serie de moda, The Crown. Puede haber atravesado varias y profundas crisis políticas y económicas (la última, la del Brexit, por ejemplo) al frente de la Corona, pero si algo le ha hecho perder tiempo, llevarse disgustos y estar en la picota de medio mundo han sido las cuestiones sentimentales. No las suyas, sino las de los que le rodean.

Si en su caso ha optado por la vía sencilla y fácil de echarse un marido (el popular Felipe de Edimburgo) y conservarlo hasta que la muerte los separe contra viento y marea (el cargo obliga), no ha sido así en su familia. Basta ver los recientes casos de sus hijos, los tres divorciados para escándalo de Buckingham.

Aunque Isabel II ya empezó de bien joven, justo el mismo día que subió al trono, a tener quebraderos de cabeza por los díscolos amoríos de su familia. Concretamente, los de su hermana la Princesa Margarita. En 1952, con 26 años y recién coronada, ésta le contó que quería casarse con Peter Townsend, capitán y un héroe de guerra que estaba al servicio de la reina madre. Fue el primer gran escándalo con el que tuvo que lidiar la reina: Margarita, tres años menor que Isabel, estaba perdidamente enamorada de un hombre casado y aunque éste se divorció, de nada sirvió: la ley no autorizaba a los que estaban en la línea de sucesión al trono casarse con un divorciado.

Por lo visto, la pareja llevaba ya varios años de flirteos e incluso Jorge VI, padre de las princesas, se había dado cuenta, aunque no le dio más importancia. La cosa fue a más, y cuando Isabel II lo descubrió era tarde. Para bien o para mal (la historia acabó mal), la comidilla iba a ser inevitable. Margarita tenía 23 años cuando Townsend, de 38, le pidió en matrimonio. Su hermana le instó a aguardar un tiempo, hasta cumplir 25 años, para evitar consultarlo. Pero no fue así. Caprichos de Cupido.

El noviazgo acabó sobre la mesa de dos primeros ministros (Winston Churchill y Anthony Eden), se discutió en el parlamento, ocupó portadas de revistas y periódicos de medio mundo y dejó a Margarita muy tocada. A la historia ha pasado que Isabel II siempre se opuso al mismo, lo que distanció a las hermanas, tal y como se recoge en la serie televisiva del momento, The Crown, dedicada a los primeros años del reinado de la monarca. Sin embargo, la BBC ha sacado a la luz documentos disponibles desde 2004 en los Archivos Nacionales según los cuales Isabel II maniobró para que el amor de Margarita y Peter llegara a buen puerto con la ayuda de Eden (divorciado), quien estaría dispuesto a cambiar la ley: se excluiría a la princesa y a su descendencia de la sucesión al trono y así no sería necesario pedir permiso al parlamento y ni a la Reina para su boda. Isabel II apoyó esta vía, pero todo fue inútil: cuando la pareja pudo casarse, en octubre de 1955 Margarita anunció que no lo haría. La habían separado dos años de él, pues el capitán había sido enviado a Bruselas. La distancia hizo quizás el olvido.

¿Cansada? ¿Desenamorada? ¿Rebeldía? Lo cierto es que lo que vino luego demostró que la joven nunca volvió a encontrar la pareja ideal. En 1930 se casó con el fotógrafo Anthony Armstrong- Jones, un matrimonio desgraciado y unido a escándalos de drogas e infidelidades que fracasó al poco y acabó en divorcio a los 16 años, tras dos hijos en común: lady Sarah y David, vizconde de Linley.

El folletín de Margarita (fallecida en 2002) y Peter Townsend (fallecido en 1995) marcó a Isabel II y a los británicos, que a principios de los 50 aún se recuperaban del susto de la abdicación de Eduardo VIII por amor: su decisión inamovible de casarse con la divorciada americana Wallis Simpson le obligó a renunciar al trono. A la Reina, el jaleo de su tío le pilló de pequeña, pero no por eso no fue consciente de lo mal que lo pasó su padre. Quizás por eso ella quiso evitar cualquier problema o quebradero de cabeza a su familia con su matrimonio.

De bien jovencita puso sus ojos en Felipe de Grecia y Dinamarca, un primo segundo. Con él se casaría el 20 de noviembre de 1947 en la abadía de Westminster en Londres. El duque de Edimburgo sigue al lado de su esposa casi 70 años después. Si Isabel II lo ha pasado muy mal en su matrimonio debido a las muchas infidelidades que se le atribuyen al díscolo esposo (acaba de fallecer la argentina Malena Nelson Hunter de Blaquier, señalada como su amante) es algo que se guarda para ella y sus allegados.

Nunca la Reina ha protagonizado un escándalo público a cuenta de un matrimonio que si dio alguna vez que hablar fue muy al principio, cuando se conoció que el futuro consorte de Isabel II apenas tenía medios económicos y que su familia había tonteado con los nazis. Pelillos a la mar, boda real y a otra cosa mariposa.

Los amores de ambas Windsor han pasado a la historia, por díscolos los de Margarita, por longevo el de Isabel.