A los finales felices todo el mundo se apunta, por eso ayer la inauguración del Museo de Málaga, en el palacio de la Aduana, pese a la solemnidad del acto tuvo un toque de comedia coral de Berlanga.

Cuesta imaginar la nube de cargos públicos que ayer recorría los pasillos del edificio dieciochesco, absorta unos segundos ante un cuadro, arrebatada ante la belleza de una pieza arqueológica. Ayer no tocaba. Había más gente que en la guerra y el ambiente de felicidad, incluso de charanga, impedía cualquier tipo de contemplación artística, como no fuera la que acompaña a toda turbamulta de turistas españoles en el extranjero. De hecho, el conjunto de cuerda que, tras los discursos de rigor, ofreció una pieza del malagueño Eduardo Ocón -hermano del marinista Emilio Ocón, en el patio de la Aduana, hizo un ímprobo esfuerzo por imponerse a la cháchara generalizada.

Pero, pese a la alta densidad de autoridades por metro cuadrado, las sonrisas más anchas y satisfechas partían de los miembros de la veterana comisión ciudadana fundada tal día como ayer de diciembre de 1997 y que, gracias a su constancia, consiguieron que la Aduana dejara de albergar un Gobierno Civil en decadencia, una comisaría y varios negociados con un mobiliario deprimente.

Ayer hablaron para La Opinión los mismos que hace casi 20 años reclamaron la Aduana para Málaga y, quién sabe si no se sumaron en su día a los jocosos «eo, eo, eo, la Aduana de museo» o «Cabezas, cabezón, fuera de la mansión», que los manifestantes dedicaban a Jorge Cabezas, subdelegado del Gobierno hasta 1998, que por la prerrogativa del cargo tenía una vivienda en la Aduana.

Rafael Martínez Madrid

Rafael Martínez MadridEl primero en hablar fue Rafael Martínez Madrid, que además de miembro de la comisión, continúa con la labor reivindicativa en la Asociación de Amigos del Museo de Málaga, fundada dos años después, en 1999 y que preside. «Hoy es uno de los días más importantes para la asociación porque hemos conseguido por fin este edificio», confesó. Rafael Martín continuó diciendo: «Llevamos 17 años funcionando pero hoy se cierra un capítulo y empieza un reto muy importante, somos 900 socios en este momento, con un museo cerrado y con el museo abierto espero que haya una magnífica aceptación de Málaga y que la asociación se mantenga e incremente y toda Málaga disfrute de lo que tenemos aquí».

Francisco Gutiérrez

Otro histórico de la comisión, el sindicalista y exdefensor del Ciudadano, Francisco Gutiérrez, resaltó ante todo que la alegría era por un motivo doble: «Ya no es por la inauguración de un museo, que siempre es un motivo de alegría, sino por cómo se consiguió, con una movilización ciudadana, algo insólito en nuestro país».

Francisco Gutiérrez recordó que en la comisión ciudadana La Aduana para Málaga, se dieron cita «asociaciones de vecinos, entidades culturales, muchas personas a título particular y creo que su gran mérito fue ese, el impulsar a través de la ciudadanía tres manifestaciones muy importantes, masivas, para que este edificio se convirtiera en museo y dejara de tener el uso que tenía».Francisco Jurado

El antiguo dirigente sindical, pintor y presidente de Aplama, Francisco Jurado, uno de los miembros más veteranos de la comisión, confesó que el de ayer era «uno de los días más importantes de mi vida; después de 10 años, que esté sentado en un banco del Museo de Bellas Artes y Arqueológico es importante».

Francisco Jurado quiso resaltar que el logro había sido posible «por un grupo de hombres y mujeres de la sociedad civil» y recordó que «ni los sindicalistas se podían creer que se podía sacar a 6.000 personas a hablar de la cultura, nada más y nada menos». Y aunque considera que «en el camino hubo muchas piedras, dentro de la derecha (...) estamos en la Aduana, orgullosos de todo lo que hemos hecho y trabajado».

El artista malagueño quiso tener un recuerdo para Rafael Puertas Tricas, director del Museo de Málaga durante más de 30 años, fallecido en 2008. «Era un revulsivo cada vez que nos reuníamos en El Pimpi. El homenaje hoy debe ser para Rafael».

Federico Castellón

También tuvo palabras de recuerdo para Rafael Puertas el profesor y miembro de la comisión, Federico Castellón, de quien dijo «que hemos recordado tantísimo durante tanto tiempo». Además evocó, «aunque suene a tópico, a mi madre, que ya no está y era una fervorosa de la causa».

El profesor Castellón ironizó al resaltar que, al leer estos días la prensa, «parece como que todo el mundo corría delante de los grises, pero en todo este tiempo, que fue larguísimo, casi todo fueron dos pasos adelante y uno atrás pero incluso con reticencias en las administraciones la verdad es que luego se apuntaron al carro y finalmente, sí ha salido».

Rafael Alvarado

En el patio de la Aduana atendió al periódico el pintor Rafael Alvarado, que confesó estar «ahora mismo como el niño que se levanta el Día de Reyes y ve la mesa con regalos». El miembro de la comisión explicó que se ha tratado de un regalo «que ha costado muchísimo trabajo conseguir pero que de alguna manera cierra el círculo y ya comienza una nueva etapa con este museo, que es impresionante y va a poner a esta ciudad, cultural y artísticamente, todavía más en el mapa».

Con respecto a la intervención arquitectónica, también tuvo buenas palabras: «Ha sido muy buena porque, por un lado, ha respetado en todo momento el edificio y por otro, la obra tiene bastante visibilidad y hay un diálogo bastante bueno entre lo que está expuesto y cómo está expuesto».

Eugenio Chicano

A la personalidad más conocida de la comisión ciudadana, el pintor Eugenio Chicano -el autor de ese impactante logo con el palacio de la Aduana repleto de pinceles- se le veía ayer feliz y relajado, pero a la hora de hablar, llamó la atención sobre lo mucho que quedaba por hacer: «Es una sensación extraordinaria pero también llena de responsabilidad porque hemos llegado a abrir después de 19 años duros y complicados». «Esto acaba hoy, mañana tendremos que cuidar esta maravilla, reponerla, verla, mimarla, decir las cosas que van bien, mal o regular y estar encima, porque es un referente demasiado extraordinario y demasiado nuestro para que se tome un poco a la ligera».

Para Eugenio Chicano, el nuevo museo «es el ombligo de Málaga, el epicentro de nuestra cultura, hablando en dialécticas universales». Por eso, aunque vio bueno que el turismo visitara el Museo de Málaga, consideró que «hay que articularlo con los barrios y con los colegios porque es un referente espléndido, inmediato, fuerte, intelectual, romántico, para sacarle fruto y dar un paso adelante en la ciudad, en la intelectualidad, en la manera de ver Málaga y de ser malagueño».

Pero el artista apuntó que este enfoque, debía hacerse «con dialécticas universales, no quedarse aquí a hacer el malaguita sino aprender quién somos, a dónde vamos y qué representamos».

Pese a tanta representación institucional, ayer fue el gran día de la comisión ciudadana La Aduana para Málaga. Sin ella, el edificio más imponente de la ciudad seguiría siendo una sede administrativa venida a menos.