Un lleno a reventar presentaba ayer la Sala María Cristina del Antiguo Real Conservatorio para acoger el homenaje que una veintena de colectivos taurinos tributaban al matador de toros José Miguel Arroyo Joselito. Hubo peticiones incluso para triplicar el aforo, señalaban desde la organización impulsada por la Fundación Eurotoro y la empresa Montera Siglo XXI del también diestro Francisco José Porras.

Todo estaba dispuesto para dedicar una tarde de sorpresas alrededor de la vida de un diestro que este año cumplía tres décadas desde su alternativa en La Malagueta. El periodista Paco Aguado ejercía de maestro de ceremonias en un acto por el que pasaron distintas personas que han tenido una significación especial en la vida del madrileño. Tanto como su padre adoptivo, Enrique Martín Arranz, su padrino y testigo de alternativa, Dámaso González y Juan Mora, u otros toreros con los que compartió comienzos como José Luis Bote o para los que fue un referente, caso de su ahijado Salvador Vega. Tampoco faltaron amigos personales, como el magistrado y escritor Mariano Tomás. Ninguno quiso perderse este homenaje a Joselito, algunos desde el patio de butacas como Saúl Jiménez Fortes, entre otros.

La fecha del 20 de abril de 1986, en la que lidiaba al toro Correrías de la ganadería de Carlos Núñez, unirá para siempre a este torero de época con el coso del Paseo de Reding. Hasta ayer que se lo regaló el coleccionista malagueño Manuel Sousa no poseía el cartel, pero sí que ha tenido siempre presente que «desde ese día la comunión fue preciosa» recordaba al rememorar esa tarde. Pudo haber sido en Zaragoza o en Cartagena, pero el destino quiso que «afortunadamente fuera en esta bella plaza», reconocía Martín Arranz, quien fue antes apoderado que padre.

Entre los periodistas que contaron esa tarde, de la que lamentablemente no se conservan imágenes, estaba el crítico taurino malagueño Manuel Fernández Maldonado, quien narró para Antena 3 Radio este festejo en el que le «conmovió ver a un crío que iba a tomar la alternativa». «Ese día hizo de todo y allí comenzó el idilio», manifestó.

Más en primera línea vivieron esa tarde Dámaso González y Juan Mora. «El que verdaderamente estuvo bien esa tarde fue mi padrino», reconocía Joselito, quien no escondió su sorpresa ante este reencuentro. «He dado muchas alternativas a lo largo de mi carrera, pero esa me emocionó especialmente porque era un chaval con una personalidad fuera de lo común», indico el encargado de abrir el cartel de ese 20 de abril. El testigo, por su parte, había sido unos años antes el responsable de que el pequeño José quisiera ser torero. Una faena de Juan Mora en Madrid «tuvo como mayor premio que un niño se interesara por la tauromaquia», rememoraba emocionado al reconocer que «siempre he sentido esa responsabilidad cada vez que hemos toreado juntos».