­Su estancia en Shanghai, donde acudió a trabajar como comisaria enviada por el Gobierno con motivo de la Exposición Universal de 2010, le ofreció las claves argumentales de El novio chino, obra que ha resultado ganadora del X Premio Málaga de Novela y que centra su historia en un romance entre dos hombres de muy distinto origen y estatus social. Para María Tena (Madrid, 1953), su cuarta novela viene a reflejar cómo los seres humanos podemos llegar a entendernos «a pesar de tener culturas tan diversas o proceder de estratos sociales tan diferentes».

El jurado destacó que El novio chino es una historia contada de manera «sencilla pero eficaz», además de ser «muy sugerente». ¿Cómo logra la acertada combinación de estos elementos?

Mi técnica siempre ha sido parecida. Primero dejo suelta la imaginación y escribo todo lo que se me ocurre. Y luego comienzo a quitar y quitar. Alguien dijo que el Moisés de Miguel Ángel es lo que quedó después de quitarle muchas cosas al mármol. Y así es como trabajo. En El novio chino pasan muchas cosas y es una novela profunda y a la vez entretenida, que son las novelas que a mí me gustan; las historias que no son aburridas pero que tienen significado.

Y la imaginación le llevó a un amor homosexual.

Es algo que me costó muchísimo y al principio tuve muchas dudas. Hablé con un escritor muy conocido, al que le pregunté cómo debía enfrentar este tema. Y me contestó que pensara en una pareja sin más, que las historias de amor no son distintas por el sexo de quien las protagoniza. Creo que, además, hubo un tiempo en el que las relaciones homosexuales estaban escondidas, en los márgenes. Ahora eso, afortunadamente, no ocurre.

¿Es el choque de culturas oriental y occidental un protagonista más de la novela?

Sí. Recuerdo que el primer día que llegué a Shanghai me sentí como en Marte. Y así se siente también el protagonista de la novela. Es un mundo distinto, todo te asombra, desde la dimensión de la ciudad a cómo la gente se te acerca curiosa porque eres occidental. El protagonista, de clase alta, se encuentra con un chico que procede de un pequeño pueblo. A pesar de las dificultades del idioma, la cultura e incluso los pensamientos políticos, estos dos personajes consiguen conectar. El mensaje que hay detrás de la novela sería cómo Occidente y Oriente se ayudan mutuamente, y también sobre cómo podemos llegar a entendernos los seres humanos a pesar de tener culturas tan diversas o proceder de estratos sociales tan diferentes.

¿No considera que el conocimiento que tenemos de China es bastante superficial?

Por supuesto. Salvo algunas cosas, como puede ser la cocina, no conocemos nada de China. Es otro mundo. No conocemos ni su literatura, que es apasionante, ni su historia y su arte, que son increíbles. Ahora conocemos a los chinos que viven entre nosotros en esas tiendas que están abiertas miles de horas. Y también hay que pensar, además, que para los chinos Europa es como un pequeño país.

¿Quiénes son sus maestros literarios?

No sabría decirte. Después de haber leído tanto es dificilísimo. En España me ayudó mucho Luis Landero, que me dio un gran empujón, por lo que le estoy muy agradecida. Tuve un taller con él y me dijo: «No te voy a decir si eres buena o eres mala, pero sí que eres la persona con más vocación literaria que he conocido en mi vida». Y me animó a tomármelo en serio y a que iniciara un proyecto. Esto es algo que hay que decirle a los escritores que empiezan, que inicien un proyecto, ya sea una colección de cuentos o una novela, y que se lo tomen en serio. Que te den un empujón te ayuda mucho. Porque escribir es una tarea muy solitaria y muy insegura.

A lo que hay que añadir las dificultades de entrar en el complejo mundo editorial.

La culpa no la tiene el mundo editorial. La tiene la crisis y que leer supone un pequeño esfuerzo. Y también la tienen muchísimos escritores que no lo son y que están invadiendo al mercado. Creo que se le llama escritor a muchos que no lo son. Hay muchas causas para que el escritor buenísimo y secreto tarde mucho en ver la luz. Es algo que me da mucha rabia, porque conozco a gente que escribe muy bien y no consigue publicar. También estoy segura de que si uno persiste y tiene el deseo sostenido que hay que tener para escribir acaba publicando. Aunque el camino sea duro y doloroso.

¿Cree que la cultura en este país está bien tratada institucionalmente?

Creo que la cultura es lo que diferencia a los países y nuestra mejor tarjeta de presentación. Poco a poco creo que lo van entendiendo los políticos. La cultura genera mucha riqueza y es la puerta del turismo. Además, la cultura nos hace libres. Nos aporta libertad y nos hace ser mejores ciudadanos. Se debería fomentar mucho la cultura.

Lo que se ha fomentado es su carga fiscal...

Sí. Hemos pasado una época de crisis y comprendo que los gobiernos lo primero que quieren es tapar los agujeros más urgentes. Pero ahora que estamos un poco mejor, creo que se está haciendo una reflexión sobre ello. Ojalá tenga consecuencias brillantes y definitivas.

¿Qué le parece el debate generado en torno al lenguaje sexista que incluso ha enfrentado a los académicos Arturo Pérez-Reverte y Francisco Rico?

Lo importante es que el diccionario sea muy flexible a la hora de incorporar todo lo que se usa en el lenguaje, por muy raro que parezca. Lo que ocurre con esto de «amigos y amigas» me parece un poco redundante. En el lenguaje coloquial se dice «amigos». No creo que haya que forzar o retorcer el lenguaje por las ideas. Pero yo no soy académica, es mi opinión personal.

Una opinión que se tiene muy en cuenta en la colección Contemporánea de Alba Editorial, con la que colabora.

La colección Contemporánea es una colección de traducciones, dedicada a descubrir gente muy nueva de otros países. Es bonito descubrir a autores desconocidos en España. Alba es una editorial con un gran prestigio. Es un placer trabajar con ellos porque siempre buscan la excelencia y lo novedoso. Editan de forman maravillosa y realizan una traducciones en las que siempre ponen por delante la corrección.