Entiende Marc Vigil, el asturiano que dirige la serie televisiva El Ministerio del Tiempo, que la pérdida de un patrullero como Julián (Rodolfo Sancho) no va afectar a la serie de TVE porque el relato es coral. Explica que nadie «sustituye a nadie porque una trama termina y otra comienza». Por eso la serie seguirá inalterable su camino, sin Julián en esas aventuras con saltos al pasado de la historia de España. Es una primera reflexión que Vigil hace durante un descanso veloz del rodaje del primer capítulo de la nueva temporada (la tercera), con Hitchcock de hilo conductor. Un descanso mínimo porque, cuenta el director de Avilés, «vamos con la lengua fuera».

Efectivamente El Ministerio del Tiempo ya tiene en marcha otra temporada, cuya metodología no va a diferir de lo ya emitido. Y es que uno de los misterios del Ministerio es su capacidad para «enganchar» con episodios cuyas tramas van y vienen del pasado muy pasado a otros tiempos más cercanos. Es la resultante de los viajes de las patrullas por el tiempo donde se puede recrear un concierto de Leño en el que se reencuentran un padre crápula y su hijo que llega al pasado para evocar a Rosendo y compañía en una sala madrileña. No engancha menos y produce cierta emoción histórica observar las andanzas de Lope de Vega con su vida canalla, como si también estuviera en un concierto de Leño en su época, tirando los tejos a todo lo que pillara. Son las aventuras de El Ministerio del Tiempo la serie que ha sabido contar historias de la historia de la manera más entretenida posible. No se sabe muy bien dónde colocarla, si en las de culto, las de audiencias medias pero con sensación de alcanzar a las más televisivas o encajarla en aquel eslogan de La 2: «Para una inmensa minoría». El Ministerio del Tiempo, la «institución gubernamental autónoma y secreta», prepara nueva temporada tras comenzar el rodaje a principio de esta semana. Regresa, dicho está, sin uno de sus actores más carismáticos, Rodolfo Sancho (que encarna a Julián, el enfermero del SAMUR), pero la serie mantiene un reparto de alta gama, con Aura Garrido (Amelia Folch), Nacho Fresneda (Alonso de Entrerríos), Hugo Silva (Pacino), Cayetana Guillén Cuervo (Irene Larra) o Jaime Blanch (Salvador Martí), entre otros. «El Ministerio del Tiempo ha despertado el interés de un público que no ve tanta ficción en España, que buscaba otros productos fuera. Con el Ministerio se ha ido sumando gente, por su código y sus referentes», apunta Marc Vigil, que añade al impacto que ha tenido la serie en la pequeña pantalla otras virtudes de la producción: «Tiene una forma didáctica de contar la historia de España, pero con mucho contenido de las anécdotas. Y no se pierde ese tono berlanguiano». Valora mucho Vigil esta cuestión lineal en el reparto de los distintos capítulos. Cuando se le pregunta si al decir berlanguiano quiere decir también coral, responde sin pensar: «Pues sí, me preguntan quién es el protagonista y yo no sé a quién referirme. De protagonista tenemos una patrulla. La serie es tan coral que a lo largo de la segunda temporada pudimos tener más agentes del Ministerio que despertaron interés por sus historias». «Puede ser Pacino o Amelia o que Salvador, el secretario, sea el pivote», argumenta Marc Vigil. El director asturiano no se prodiga en exceso en teorías sobre futuros y opciones próximas. «Yo creo que el objetivo es hacer la serie que nos gusta hacer, que ése es el gran éxito. Cada capítulo supone un reto. Luego está lo de la audiencia, que tiene otra perspectiva».

Dice Vigil que este asunto de las audiencias esclaviza, y pone sus peros. Opina que el método de leer las «audiencias hoy en día está desfasado. A mí esto no me pasó nunca, que los números no den los resultados de éxito que tiene la serie... Es que vas por ahí y hay mucha gente que te dice que la ve». Por razones obvias no desvela demasiado de esta temporada, salvo que el viaje en el tiempo «será total. Empezamos con Hitchcock y no me atrevo a decir más tramas, pero saltos en el tiempo va a tener». Y es serie viajera hasta en la realidad: «Estuve en México trabajando y alucinas de cómo la conocen; gente que dice que se compró la serie y en otros casos que ya han adquirido los derechos, algo que ya se hizo también en Portugal». Desvela Vigil un dato tan curioso como arrollador: en el mundo pirata es «de las más descargadas y además está subtitulada a muchos idiomas», lo que aumenta su dimensión, puntualiza. Finalmente, el factor público entra también en ese concepto coral. El director se encuentra con «gente de 45 o 50 años que te dice que le encanta, y hay hijos de amigos míos a los que también les apasiona». Hace una parada para explicar que no hace falta hacer ensaladas de personajes para funcionar entre todos los públicos: «Siempre hemos vivido en esa cosa de buscar que le guste a un espectro determinado y eso te obligaba a meter ingredientes, como incluir a la pareja de abuelos y a los niños», argumenta.