Reina JuanaTeatro Cervantes

Compañía: Grupo Marquina - Siempre Teatro. Autor: Ernesto Caballero. Dirección: Gerardo Vera. Intervienen: Concha Velasco.

Comienza otro año el Festival de Teatro de Málaga, y en el Cervantes Concha Velasco recrea el texto de Ernesto Caballero Reina Juana con la dirección de Gerardo Vera. Se trata de un monólogo en que Juana de Castilla recluida durante muchos años y ya hacia el final de su vida decide confesarse para desahogar sus recuerdos. El texto nos hace un relato histórico de la vida del personaje con una cronología que a veces resulta excesivamente pedagógica por muy históricos que sean los datos que obviamente se desprenden de sus vivencias. No sé si un servidor al final de su vida, tratando de hacer un esfuerzo memorístico de lo durado, logrará esa capacidad de encadenar los sucesos con tal precisión temporal. Pero bueno cada uno es como es. Lo cierto es que la narración condiciona en exceso al personaje y no satisface la curiosidad por conocer una visión más íntima, salvo si entendemos que el autor apunta sus dardos para que la reina acuse a su padre el Rey Católico proponiendo la teoría de que éste se cargó a Felipe el Hermoso por cosas de Estado. Igualmente hay en esta obra algo que nos recuerda a otros textos sobre Juana la Loca: que hable a un sacerdote, que hable con sus muertos, que sea un monólogo, paralelismos en su confección poco originales. Pero no cabe duda que es la dirección quien ha logrado sacar los mejores resultados, al menos en la puesta en escena, adornando y engrandeciendo en lo visible el escenario, con una escenografía que provoca encierro y monumentalidad, y que permite juegos escénicos para acompañar un monólogo que podría si no convertirse en demasiado lineal. A lo que se suma un diseño de luces perfectamente armonizado con el ambiente claustral y de olvido en que permanece esta mujer. Y es con todos estos elementos con los que Concha Velasco nos desgrana su texto. La actriz emplea todas las armas acumuladas en años de profesión para darnos una lección de saber dominar la escena y el público. Sus movimientos, su expresividad gestual, su gran habilidad para lograr diversificar las entonaciones en los párrafos y hacerlos hermosos al oído. Un despliegue que logra sus mejores momentos en aquellos que requieren honda expresión de dolor y que logran el efecto deseado en un público entregado que ha ido a ver a la artista porque la quiere. Y eso es lo que disfrutamos como espectadores, el personaje de la gran diva interpretando a una reina, que en realidad podía ser cualquier heroína trágica, aunque nos quedáramos sin ver el personaje de Juana.