La palabra polifacético se queda corta para abarcar la carrera de Luis Camnitzer. Pensador, pedagogo, escritor, crítico, educador y artista pero, sobre todo, controvertido. Ahora, el uruguayo de origen alemán y asentado en Nueva York está en el punto de mira de la prensa internacional por haber iniciado una campaña en la plataforma Change.org para conseguir que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump sustituya el muro con el que pretende separar su país de México por la una obra del artista Christo.

El controvertido docente estará hoy en el Museo Picasso a partir de las 17.30 horas para discutir sobre la educación y el arte a propósito de la aún en cartel temporal de la pinacoteca protagonizada por un paisano de Camnitzer, Joaquín Torres-García. Su charla será la ponencia inaugural de un ciclo que tendrá lugar en la entidad hasta el próximo 20 de enero y que se pregunta si el arte contemporáneo es capaz de educar.

«El arte educa pero no a través de la obra como tal sino por medio de los problemas que sea capaz de resolver», comienza a explicar Camnitzer, que sostiene que en la actualidad las obras son consideradas como un objeto de consumo: «Para mí el arte es un método para adquirir y expandir el conocimiento y en la medida que las instituciones museísticas estimulen el proceso que generó la obra estarán educando», aclara.

Para poder aprender a través de un cuadro, según Camnitzer, sería necesario ser capaces de saber cuál es el problema que la obra está resolviendo. Las claves para ello son varias como, por ejemplo, no aislar el arte de otros temas y «pensar sin límites»: «Lo que importa es que el problema que se atribuye a la obra sea uno perfecto para ella». Arquitectura, pintura, un texto o una escultura serían capaces de resolverlo siempre y cuando no se pongan barreras a la imaginación. La educación resulta imprescindible para mostrar a los futuros adultos cómo hacerlo. «La parte importante del arte es qué pasa entre el objeto y quién lo ve», recuerda el artista. Uno se para frente a uno de las cuadros de Joaquín Torres García que se exponen en el Museo Picasso o cualquier pieza artística que se muestra en cualquiera de las instituciones museísticas que componen la ciudad y llega la hora de entender. «Mucha gente siente que no le gusta, que no entienden qué quería expresar el autor y en ese momento llega el complejo de inferioridad», confiesa Luis Camnitzer que señala a las pinacotecas como uno de los mayores canonizadores del arte. «Los museos están bien jodidos. Ellos son los que deben ir seleccionando lo que parece o no parece arte. Al final, el artista terminará trabajando para ese canon», afirma.