Cumplir los cuarenta, ser padre, abrazar la madurez... Romero explica los cambios de su vida en un divertido monólogo repleto de sorpresas y en el que también hay espacio para la música y el baile.

Lleva más de tres años con Berto Romero sigue con nosotros. ¿Explotar al máximo los espectáculos es algo que se aprende con la madurez?

Pues no. Estoy perdiendo las buenas costumbres de aprovechar los textos. El anterior espectáculo lo aguanté casi quince años. Y ahora ya estoy escribiendo uno nuevo con intención de estrenarlo el año que viene.

Habla de ser un cuarentón, de la paternidad... ¿Se mira la vida desde otra perspectiva cuando se llega a esta edad?

Es curioso. Uno no se percata de la edad que tiene. Porque por dentro eres más o menos el mismo, aunque luego te das cuenta de que hay cosas que van cambiando. Lo que intento es no perder la capacidad de sorpresa y la mirada de niño que tiene que tener un cómico para buscarle punta a todo. Y una buena manera de actualizar los monólogos es analizar lo que te ha pasado.

¿Es de los que habla del pasado con añoranza?

No me gusta recordar ni añorar. Soy muy del presente y del ahora. No practico eso de recordar cualquier tiempo pasado como mejor, pero sí me gusta analizar el momento en el que estoy.

¿Y reflexiona sobre el hecho de que hoy vivamos peor que hace una década?

Seguramente, esta reflexión esté más presente en el próximo espectáculo. No me gusta tener la actualidad muy presente en los monólogos. Sí la realidad, pero no la actualidad, que es muy rápida y cambiante.

¿No le da miedo la llegada de Trump a la Casa Blanca?

Por supuesto. Estoy expectante, como todo el mundo. Es una situación que da mucho miedo. Cuando uno ve el ascenso de políticas represivas y fascistoides, pues da mucho miedo. Trump es un personaje terrorífico. A ver qué ocurre. La verdad es que ver las noticias es como leer una novela de ciencia ficción. Como vivir en una realidad paralela. Una distopía.

¿Se imagina teniendo que sacar el pasaporte para actuar fuera de Cataluña?

No me gusta hablar de hipótesis o especulaciones, pero si eso ocurriera, que espero que no tengamos que llegar a ese extremo, lo primero que haría sería ir a sacarme el pasaporte. Porque quiero poder seguir actuando por toda España.

¿No tiene la sensación de que el humor y la ironía peligran en estos tiempos?

Creo que sí. Estamos poniéndole puertas al campo y volviéndonos un poco locos. Hay una situación de hipersensibilidad general que, además, se manipula y mediatiza con un objetivo muy claro: que la libertad de expresión se vaya reduciendo y que cada vez existan más temas tabú o sensibles. Cada vez se puede hablar con menos libertad de cualquier asunto. Y eso es una pérdida grave.