El proyecto Factoría Echegaray, necesario estimulante y protector del talento local, continúa su andadura. Magnífica la oportunidad que nos brinda: aprovechémosla y vayamos a disfrutar de nuestro teatro y a defenderlo. Pero no despreciemos la crítica, imprescindible compañera para no perder la perspectiva en este difícil camino.

Este ilusionante proyecto estrenó el miércoles su cuarto montaje, La presa, texto del periodista Pablo Bujalance cuya labor como crítico teatral ha dado fruto también en los últimos tiempos en su faceta como dramaturgo. La obra, presentada como un thriller de venganza, conecta con el descubrimiento de la contingencia y de la banalidad de la existencia humana sartreanas, carácter que también hallamos en la situación límite planteada, en la caracterización de los personajes (personas «normales» en situaciones concretas), en el tema (la libertad como condena, el infierno es el otro) y, en realidad, en todo el tejido textual (presumiblemente pensado para la discusión y el aprendizaje).

El simbolismo del texto y ciertas justificaciones a veces resultan un tanto forzados. No se desarrolla ese esperado «tirar de la manta», pero sí da la sensación de que se «tira la toalla» ante este mundo corrupto y violento. Queda patente la esperanza, eso sí, de que nos mejoren las nuevas generaciones que nos empujan hacia la muerte para ocupar a su vez la escena del mundo, que diría San Agustín. Sea como fuere, la realidad se presenta tan resbaladiza como la ficción y no siempre es todo como parece. Una venganza bien puede hacerte pasar de fiera que caza a pez que es pescado.

Quizá se podrían mejorar algunas transiciones de montaje y pulir los movimientos y la composición de los personajes. Tal responsabilidad corresponde, en cualquier caso, al director de escena, Eduardo Velasco, y al reparto, reflejo de la nutrida y dotada cantera malagueña, que cuenta con algunas de las figuras más consagradas y respetadas de la profesión en nuestra ciudad (Paco Inestrosa, Virginia Nölting, Miguel Zurita) y una prometedora Rocío Rubio. Todos se entregan con pasión para sacar adelante la historia de este chapucero secuestro de un banquero, personaje ausente al que tal vez se le podría haber sacado mayor partido ahondando en lo que supuestamente sabe y calla de las cloacas del Estado.