La impresión general que deja un año más Arco es la de estar en una especie de escaparate donde el mercadeo en torno a la obra de arte está muy por encima del encuentro estético que con ella podamos tener. Las obras son reducidas, en su mayoría, a simples objetos descontextualizados que desvirtúan nuestra manera de acercanos a ella. Por ello siempre se recomienda ir a este tipo de eventos con reservas e intentar, a lo sumo, quedarse con las piezas que mejor se adecúen a este tipo de espacios, piezas que permiten seguir el trabajo que desarrollan los distintos artistas a posteriori. En este caso, el descubrimiento tenía que ser Argentina, el país invitado, con una propuesta en torno a 12 galerías, todas ellas de Buenos Aires, y 23 artistas seleccionados por la comisaria Inés Katzenstein, a lo que hay que sumar el programa Diálogos y una gran cantidad de artistas representados por galerías internacionales. No ha sido una elección que resultara muy motivadora destacando generalmente la obra de artistas consagrados como Stupía, Tomás Saraceno o David Lamelas. Diría que este tipo de desembarco, como ocurriera con Colombia hace dos ediciones, son de difícil acogida, tal vez debido a nuestra lejanía de los modos de producción de estos artistas, y también por el poco tiempo del que se dispone para asimilar estos procesos en una cita de este tipo.

El resultado de la feria suele medirse en números que no es otra cosa que las ventas que se hayan podido tener durante la misma. No olvidemos que estamos en una feria y aquí lo importante son los coleccionistas y posibles compradores, no el público en general. No obstante, es de agradecer la calidad de algunos de los stands y del trabajo de ciertos artistas con montajes cuanto menos similares a los que podrían desarrollarse en sus propias galerías. En este sentido, destacaría el espacio de la galería valenciana Rosa Santos cuyos artistas muestran un arte comprometido con lo social. Tal es el caso de los paneles presentados por Xavier Arenós haciendo referencia al pabellón español de 1937 en París, o Mira Bernabeu y sus retratos en grupo de New Economy. Del mismo modo, volvió a sorprender el montaje de la galería bilbaína Carreras Múgica donde destacaba una impresionante instalación de Txomin Badiola bien arropada por el trabajo de artistas vascos de generaciones posteriores como Asier Mendizábal, Jon Mikel Euba o el jovencísimo Raúl Domínguez. Lo cierto es que la calidad que demuestran los artistas nacionales a pesar de la crisis es incuestionable, la pena es que no sea inversamente proporcional al nivel en la venta de piezas, lo que supone un retroceso y un problema a la hora de situar nuestro arte en un plano internacional. El carácter precario del arte en España se hizo patente gracias a un estudio realizado por los profesores Isidro López Aparicio, de la Universidad de Granada, y Marta Pérez, Universidad Antonio de Nebrija, que vio la luz hace poco. El panorama de la investigación, a las puertas de Arco, resultó desolador: «Más del 45% de los artistas afirma que sus ingresos totales anuales, ya sea por actividades artísticas o de otra índole se sitúan por debajo de los 8.000 euros, es decir, por debajo del salario mínimo interprofesional en España. De esos ingresos, los que proceden del arte llegan al 20%», se cita textualmente en el libro.

Volviendo a la feria y, en un plano internacional, resultó fascinante un proyecto realizado en la eslovaca Gandy Gallery con un dúo de artistas formado por Oto Hudec y Lia Perjovschi. Entre escultórico e instalativo llamaba la atención la sencillez de materiales de Perjovschi que presentaba un mapa conceptual titulado Contemporary Art Archive y el despliegue volumétrico de Hudec que servía de contrapeso con una contundente pieza If I had a river, donde recreaba una especie de arca bíblica inútil debido a la ausencia del agua que le da sentido.

Interesante resultó también el proyecto de la galería cubana El Apartamento con los artistas Reynier Leyva Novo y Yornel Martínez de corte crítico y político. Un proyecto que llama la atención por la potencia de las imágenes de Leyva Novo pertenecientes a la serie Un día feliz donde se elimina de la fotografía personajes clave del siglo XX como Mao, Franco, etc... que las envuelven en un halo siniestro. Un modo de proceder similar al del artista emergente andaluz Martínez Bellido, cuyo trabajo pudo verse recientemente en la galería malagueña JM, ambos con esa obsesión en torno a la memoria, la historia y el olvido.

Martínez Bellido nos permite enlazar con el arte representado en la feria de nuestra comunidad que demuestra un nivel muy alto a pesar de la escasez galerística que aportamos. De entre las figuras que han sobresalido, el artista sevillano José Miguel Pereñiguez ha sido premiado con el premio Cervezas Alhambra por su magnífico proyecto Señas y Sonidos del Palacio Rojo, una especie de caja de música que establecía conexiones con lo arquitectónico y matemático donde destacaba su acabado ornamental. Un trabajo exquisito que recordaba plenamente la estética propia de la Alhambra. En esta línea, dos de los otros trabajos finalistas también ha tenido representación andaluza como son Jacobo Castellano y Alegría & Piñero; trabajos contundentes que se acercan al monumento desde puntos de vista distintos. Mención aparte merece el trabajo de dos artistas malagueñas que se están consolidando como auténticos referentes como es el caso de Regina de Miguel en Maisterravalbuena o de Leonor Serrano en el stand de la galería Marta Cervera. De Miguel presenta parte de su último proyecto, Aura Nera, que hunde sus raíces en La Divina Comedia, de Dante, mientras que Serrano vuelve a incidir en su trabajo interdisciplinar entre escultura, performance y vídeo.

En el plano galerístico, las dos únicas representantes de nuestra comunidad han vuelto a ser, una vez más, las galerías sevillanas Alarcón Criado y Rafael Ortiz, que se consolidan como dos espacios de absoluta referencia en el ámbito artístico nacional. Alarcón Criado ha apostado claramente por la fotografía desplegando los trabajos de Jorge Yeregui Atajos de 2014, el último de José Guerrero Roma y otro que pudo verse recientemente en la galería de Ira Lombardia más orientado a la postfotografía. Por su parte, del stand de Rafael Ortiz destacaría el trabajo más puramente pictórico de la mano de uno de los autores andaluces vivos más importantes como es Luis Gordillo.

@javierbp1984