Con los flashes todavía del Festival de Málaga, la agenda musical no descansa y el sábado, tenemos anotada una cita tan divertida como apetecible. A las ocho de la tarde, la Sala María Cristina acoge el séptimo programa de la Orquesta Promúsica, que dirige Javier Claudio. Sobre los atriles una broma musical que esconde en los dos autores protagonistas -C.Saint-Saëns y P. Hindemith- un curioso juego de espejos que encierra una suerte de dualidades enfrentadas y a la vez entrelazadas: dos escuelas enfrentadas, francesa y germana, y dos maneras de entender el humor, la pedagogía de la risa; y la caricatura como juego.

Paul Hindemith, miembro del club de los malditos dado su escaso calado en las salas de conciertos, escribe a comienzos de los años veinte Minimax. Parodia distendida y chispeante, que no renuncia a su noble factura. Música que habla de música y ríe con ella, en este caso la solemnidad machacona, predecible y cómica de los aires militares. Quizás extrañen percusión y brillantes bronces pero seguro que entre sus disonancias les recordaran a Haydn, Beethoven o la tradición clásica y romántica a la que alude. Pensado originalmente para el cuarteto clásico es frecuente, como la ocasión, ampliar la plantilla a orquesta de cuerdas.

Los profesores y pianistas malagueños David Caro y Juan Manuel Rodríguez Écija (este último sustituyendo, por indisposición, a Juan Antonio Caro) inundarán el escenario de la María Cristina con una de las páginas más importantes del repertorio: El Carnaval de los Animales, de Saint-Saëns. Caro y Écija responden al reto lanzado por Javier Claudio. Y es que podemos afirmar que este programa es de esos que pocas veces se olvidan, tanto por las obras seleccionadas como por la propia altura artística de los solistas al piano.

La versión camerística del Carnaval escogida por el maestro Claudio hace de esta una oportunidad única para escuchar la lectura menos frecuente eclipsada por la gran orquesta. Debemos estar muy atentos, Saint-Saëns, al igual que Hindemith, enmascara conocidísimos pasajes de Rossini, Offenbach y el mismo.

Aplaudan sin miedo, rían sin medida pero sobre todo disfruten de la música y quizás, quizás volvamos a disfrutar pronto este programa, que no.