«Sin llamadas previas ni reuniones», el consorcio de la Orquesta Filarmónica de Málaga, formado al cincuenta por ciento entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, ha decidido renovar «casi un año y medio antes de lo previsto» a su director titular, Manuel Hernández-Silva, hasta 2020. El maestro venezolano, que lleva al frente de la formación desde 2014, siente que la actual buena situación de la orquesta es producto del «esfuerzo de todos» y no abandona la reclamación de una sede y un auditorio dignos para la OFM.

Deciden renovarle por el gran nivel artístico alcanzado y la gran conexión con el público. ¿Se siente orgulloso?

Desde luego. Pero son muchos factores los que hay que tener en cuenta. La Filarmónica es un magnífico instrumento y la relación con el público es magnífica. Pero también están el nuevo convenio firmado con el Teatro Cervantes, que para mí ha sido fundamental, y el nuevo convenio colectivo que acaba de firmar la orquesta, con lo que eso significa para su estabilidad. Desde el punto de vista presupuestario, la OFM tiene sus cuentas saneadas, lo que nos permite acometer un gran repertorio orquestal que este año cerraremos con la Sinfonía nº3 de Mahler y la mezzosoprano María José Montiel (8 y 9 de junio), y haber recibido a grandes solistas. Y eso es algo que otras orquestas, desgraciadamente, no están pudiendo hacer por las vicisitudes económicas. También valoro mucho las buenas relaciones institucionales. No solo trabajamos de manera muy fluida con el Ayuntamiento, que nos apoya siempre, sino también con la Diputación, que se ha portado extraordinariamente bien con nosotros. Además, tengo que decir que Málaga es una ciudad maravillosa para vivir, para trabajar y para disfrutarla.

¿Es consciente de que su llegada ha marcado una nueva etapa de bonanza en la orquesta?

Es un esfuerzo de todos. Y todos cumplimos un papel fundamental. Una ciudad se hace entre todos y gracias a ello la orquesta posee cierta estabilidad. Aún así, hay cosas que como director sigo reivindicando, sin echar en cara nada a nadie. Creo que siendo Málaga una de las grandes ciudades de España su orquesta debería tener una sede digna. Y que el público malagueño amante de la música clásica pueda disfrutar de su orquesta en unas condiciones acústicas inmejorables. Con lo que vuelvo a reivindicar un auditorio. Que también sea palacio de congresos, por supuesto, pero que sobre todo pueda servir a la música. Éste es un capítulo pendiente: sería precioso que en un futuro la orquesta contara con un auditorio y una sede digna y en condiciones. Posiblemente yo no lo veré, pero no por ello voy a dejar de reclamarlo.

¿Cuáles han sido sus herramientas para restaurar la conexión perdida entre la orquesta y el público?

Sobre esto podría perderme en un sinfín de recursos retóricos, pero voy a decirle la verdad: no he pensado en ninguna estrategia más que en dar todo lo que tengo a mi trabajo. Cuando uno ejerce su oficio con honestidad y a corazón abierto, el público lo percibe. El público aprecia el esfuerzo y cuando uno hace las cosas con tesón, siempre recibe un premio. Claro que me equivoco, pero el público sabe que si me equivoco no es por desidia. Al menos lo percibo así. El público sabe que cuando me subo al podio, lo hago con honestidad y con el deseo de mostrar un trabajo que ha sido hecho seriamente. Y creo que esa es la clave. Nunca miro a nadie por encima del hombro. Cuando me bajo del podio soy un humilde mortal. Y no me gusta hilar fino. Me encanta que el público aplauda. Nunca he mirado a nadie mal por aplaudir después de un movimiento porque creo que a la música hay que limpiarla de tanto corsé. La música clásica es una manifestación artística espontánea y me encanta cuando la gente dice «bravo» durante un concierto. Y no me molestaría que alguien soltara un «olé» después de un pedazo de solo de violín. Eso es lo auténtico. Lo que sale del corazón. Lo demás es música encorsetada. Y yo no dirijo para el que ve sino para el que oye. No dirijo para el que sabe, ni para el purista ni para los críticos musicales. Yo dirijo para todo el mundo.

Cuidar y mimar al público joven también es una manera de garantizarle un futuro a la formación.

Sin duda. Es una función que también tiene que cumplir nuestra orquesta. Hay mucha gente joven que me espera cuando terminan los conciertos. Y no sabe la alegría que me produce. Tenemos gente de todos los países apuntada para el curso de dirección de orquesta y los conciertos del ciclo Frente al Mar están siempre llenos de gente joven. También vamos a volver a los colegios... Todas estas cosas suman.

¿Sabiendo que estará hasta 2020, elaborar la programación le será más fácil?

Las temporadas 2017-2018 y 2018-2019 están ya cerradas. Y le adelanto que la correspondiente a 2019-2020, que sería mi última temporada, tiene el esqueleto bastante cerrado. Con lo que la planificación está muy avanzada. La temporada que viene tendremos una sexta de Mahler; el barítono José Antonio López interpretará las 'Canciones del Caminante' de Mahler, y haremos la quinta sinfonía de Nilsen, dirigida por Pablo González. La 2018-2019 tendremos un repertorio nuevo para la orquesta, y en 2020 se cumplirán 250 años del nacimiento de Beethoven, por lo que la programación girará sin duda en torno suya.