Tras su «Manual de Filosofía portátil», el ensayista Juan Arnau está preparando un estudio sobre la importancia de Dios en el pensamiento universal. Un pequeño aperitivo de su obra es esta su selección de lecturas sobre el Dios cristiano, libros sobre la divinidad, de los saberes en torno a la idea o ideas de Dios, tanto desde la tradición como desde orillas más heterodoxas. Un total de trece lecturas indispensables -alegoría de los 12 apóstoles más Jesucristo- para vivir la espiritualidad durante la Semana Santa y la Pascua.

NOSTALGIA DEL ABSOLUTO,George Steiner (1929)Siruela, 2016

Lúcida reflexión sobre el vacío moral que ha dejado en la cultura occidental la decadencia de los sistemas religiosos institucionales. Con tono irónico y ocasionalmente intempestivo, Steiner esboza una crítica elegante de las nuevas (ya no tan nuevas) mitologías: el marxismo, el psicoanálisis y el estructuralismo, que han tratado de remplazar a las religiones tradicionales, sin olvidar el esoterismo y los cultos orientales, todos ellos intentos fallidos de saldar la crisis de sentido que afecta al hombre moderno. Para Steiner el hombre es un carnívoro cruel construido para superar obstáculos, siendo los más dotados los que han advertido que la verdad no solo es más compleja que las necesidades del hombre, sino que, de hecho, puede ser por completo ajena e incluso hostil a dichas necesidades. Cierto romanticismo creyó que la verdad era amiga del hombre, ahora se constata que puede ser una amenaza (en su casa de Cambridge hay un cuadro en el que la verdad espera emboscada al hombre para liarse con él a garrotazos). Steiner cae sin saberlo en el mito del cientifismo y concibe la verdad como algo externo a la vida (una ecuación, por ejemplo), en lugar de como algo que puede experimentarse y en lo que se puede participar. No es de extrañar que la obsesión occidental por la verdad, la teoría de todo, haya terminado por resultar patológica.

LA ENFERMEDAD MORTALSoren Kierkegaard (1813-1855)Trotta (Ed. Demetrio Gutiérrez), 2008

Asombrosa radiografía psicológica escrita en Copenhague en 1849. El filósofo duda si publicarla antes o después de procurarse un cargo eclesiástico y retirarse al campo. Finalmente renuncia a la clerecía y la da a la prensa bajo el seudónimo de Anticlimacus. A Kierkegaard se le recuerda por haber convertido la desesperación en categoría filosófica. El tema reaparece en toda su obra, pero aquí se convierte en el fundamento de su antropología. El único animal que desespera es el hombre. La enfermedad mortal es ese incendio frío, ese fuego que proporcionaba la desesperación. El espíritu del hombre es síntesis de lo finito y lo infinito, de la libertad y la necesidad, del alma y el cuerpo. Y la síntesis, como se sabe, es relación entre dos términos. Así, «el hombre todavía no es un yo», no está hecho, y su vida es un camino y una narración y todos los caminos, como todos los relatos, son circulares. El trayecto que emprende el lector lo reconduce a sí mismo. Se trata sin duda de su mejor libro (y los hay muy buenos). En Francia tuvo un éxito singular, quizá porque lo titularon Tratado de la desesperación, y hay pocas cosas tan encantadoras para un francés como una buena desesperación discreta y tierna.

EL FRUTO DE LA NADAMaestro Eckhart (1260-1328)Siruela (Ed. Amador Vega), 2014

Coetáneo de Dante y Ramón Llull, lo que sabemos del Maestro Eckhart lo debemos a las actas del proceso de herejía por el que sería condenado. «Por querer saber más de lo que debía y mostrarlo en su predicación al vulgo». El dominico alemán murió mientras esperaba la resolución, que supuso su expulsión de la archidiócesis de Colonia. El fruto de la nadaes una cuidadosa edición de Amador Vega sobre los escritos y admoniciones de este célebre predicador, profesor de la Universidad de París, que arriesgó ciertas metáforas que acabaron con su vida. «A un hombre le pareció una vez en un sueño de vigilia que estaba preñado de la nada, como una mujer lo está de un niño, y en esa nada había nacido Dios». Metáforas que, a pesar de las prohibiciones, arraigaron siglos después en San Juan de la Cruz, Angelus Silesius y Böhme. Eckhart es además un interlocutor privilegiado de ciertas tradiciones asiáticas, especialmente del budismo. «Dios es un Verbo que se habla a sí mismo». El templo vacío o El anillo del ser son algunos de los inspirados textos que recoge el volumen. Las criaturas son, pero sólo en la medida en que tienen su ser en otro, que es su causa primera. No hay diferencia entre la luz natural del intelecto y la luz agraciada de la fe, si la razón está capacitada para la revelación, la forma de comunicarse con la divinidad será un «vaciarse el alma». El alma aniquilada, que Eckhart toma de la mística Marguerite Porete, es la vía para acceder a la divinidad sin mediación. No es de extrañar que la jerarquía eclesiástica, que se consideraba esencial en dicha mediación, condenara estos métodos de la mística femenina. El templo genuino es el alma y, para que alumbre el nacimiento de Dios, debe estar vacío. No sólo sin altares o capillas, también sin oficiantes o jerarcas. Una fecundidad espiritual que permite al alma no sólo adquirir poderes genésicos, sino participar también de la creación, de la centella o chispa que alienta la vida. Los begardos, que sostenían la impecabilidad del alma, serán quemados en la hoguera, o ahogados en el Rin, por mantener que el alma podía contemplar a Dios en esta vida.

LA HISTORIA DE JESUCRISTORaymond L. Bruckberger (1907-98)Omega, 2000

Un libro escrito desde la fe, pero también desde una ternura que hará dudar a los escépticos. Renueva la visión de Jesús de Nazaret desde la subjetividad y la erudición. El dominico francés (irreverente y tradicional, cineasta y hombre de letras, miembro de la Resistencia frente a la ocupación nazi) asocia la figura de María Magdalena con la búsqueda griega de la Sabiduría. Una vida de Cristo que insiste en la presencia de la visión judía, pero también de la griega: la profecía como tragedia. Bruckberger habla de un judaísmo anterior y posterior a la aparición de Jesús en el mundo. La prosa es en ocasiones vehemente: «A través de los siglos, millones de israelitas nutrieron en su corazón el violento deseo de contemplar el rostro del que habría de venir». El cuerpo del Mesías como bien común de la imaginación de un pueblo. Un cuerpo de escándalo, que bebía vino, hablaba con mujeres, comía con pecadores y sanaba en días festivos. Escandaliza su muerte y aún más su resurrección. Se comporta como hombre (demasiado humano) y se comporta como dios. Junto a algunas concesiones a la Iglesia oficial, encontramos también gracia, oración y algunas dosis de insurgencia: «En todos los dominios, incluso en los del espíritu, veneramos el orden policíaco, el orden totalitario, el orden de un mecanismo preciso, ciego y riguroso». Frente a dicho mecanismo se erige Jesús, el taumaturgo, el poeta de la libertad que rompe costumbres y conformismos, que afirma el orden de la solidaridad. Desde entonces «el Verbo está ente nosotros, como uno de nosotros; ya es del mismo bando que nosotros, de la misma caravana, de la misma tribu errante… No es poca cosa ser hombre, puesto que la divinidad ha aceptado serlo, y cada uno de nosotros es su compañero».

CONFESIONESSan Agustín (354-430)Alianza (Ed. Pedro Rodríguez), 2011

Libro de larga fortuna que inaugura un género literario: la autobiografía del alma. «Quiero acordarme de mis fealdades pasadas y de las carnales torpezas de mi alma...». Inicia su redacción siendo ya obispo de Hipona. La obra es, al mismo tiempo, la epístola de un siervo a su Señor y el clamor de un corazón apasionado. Nadie se había tomado hasta entonces tantas confianzas con la divinidad. Su corresponsal es un dios emocional y al mismo tiempo inmutable. «Amas, pero sin ansia, celas, pero seguro. Te arrepientes sin dolor, te enojas sin turbarte». El Dios ausente del mundo hebreo, lejano e indiferente, da paso al que habita en la intimidad del corazón. «Estrecha es la casa de mi alma para que vengas a ella: ensánchala». Salvo en la parte final de la obra, donde se debate la naturaleza del tiempo y la creación, es un libro de confidencias, de ahí su éxito, sobre las «carnales torpezas del alma». Un recuento de tenebrosas fantasías y caminos torcidos, donde las «nieblas espesas de la concupiscencia oscurecen el corazón», donde «amor y lujuria hierven juntos por los despeñaderos del deseo».

TRATADO TEOLÓGICO-POLÍTICOSpinoza (1632-1677)Alianza (Ed. Atilano Domínguez), 2014

Spinoza, que sabía español, nunca dejó el estudio de la Biblia. Compuso en nuestro idioma una apología de su expulsión de la sinagoga, y aunque no lo mandó a la imprenta, sentaría las bases de un proyecto más ambicioso: elTratado teológico político, publicado de forma anónima y con falso pie de imprenta. Un libro que se lee con facilidad, mucho más accesible que la Ética. Spinoza se había educado con los rabinos de Ámsterdam y conocía bien la tradición hebrea. Se ha dicho que la obra trata de asentar las relaciones entre el orden político y el religioso, y que es un alegato contra la violencia hacia las opiniones, pero eso son deformaciones modernas. El libro es mucho más. Atilano Domínguez, uno de los expertos mundiales en Spinoza, subraya que el libro conserva su carga explosiva, pero que al leerlo uno no sabe muy bien si Spinoza es impío o religioso, ateo o cristianísimo. Quizá devoto del dios de los filósofos: «La Escritura, al estar adaptada al servicio del vulgo, suele hablar al modo humano. Los profetas se expresan en parábolas, cuando dicen que Dios da órdenes como un rey, se irrita y castiga. En cambio los filósofos, que conocen a Dios tal como es, saben que su voluntad se identifica con su entendimiento y que todo fluye necesariamente de su decreto. El pecado no puede ser una infracción de la ley divina pues ésta no puede ser violentada». Encontramos frases sorprendentes como ésta: «Pablo concluye que Dios envió a su Cristo a todas las naciones para que librara a todos por igual a fin de que obraran bien no ya por mandato de la ley sino por una constante decisión interior. Pablo (que era griego con los griegos y judío con los judíos) enseña, pues, exactamente lo que nosotros intentamos probar». «Y por lo que toca al entendimiento y la verdadera virtud, ninguna nación se distingue de otra, ninguna es elegida por Dios con preferencia a otra». Demócrata el sefardí, ¿pero ateo? «Cuantas cosas existen en la naturaleza, implican y expresan el concepto de Dios... Y participa de la beatitud suprema el que ama, por encima de todo, el conocimiento intelectual de Dios». «Los milagros, lejos de mostrarnos la existencia de Dios, nos hacen dudar de ella». Y aún más: «Temo que aquellos demasiado empeñados en ser santos conviertan la religión en superstición y comiencen a adorar los simulacros y las imágenes, es decir, el papel y la tinta, en vez de la palabra de Dios».

ORTODOXIAG. K. Chesterton (1874-1936)Acantilado, 2013

Declaración pública del creador del Padre Brown ante el desafío de exponer su conversión al catolicismo. Una defensa del cristianismo en toda regla ante el avance del positivismo, el materialismo y el existencialismo de corte nihilista. Páginas llenas del mejor humor que intentan mostrar que la ortodoxia no es aburrida o convencional, sino la garantía del orden, la libertad y la innovación creativa. Escritas desde una hu

manidad descomunal (en más de un sentido) y entretejidas de paradojas (lo enfermizo es el empeño por la salud), declaraciones incisivas y sinceras (despojar al cristianismo de sus dogmas es despojar a un hombre de la armadura de sus huesos) y una poderosa imaginación, aunque muy poco jungiana y algo vikinga (no hay peor sistema de alumbrado que la luz interior, que Juan adore al dios interior sólo significa que Juan adora a Juan). La prosa de Chesterton es siempre divertida y conmovedora, nos hace creer que el cristiano es el genuino revolucionario: «contra vuestra historia alzo yo mi leyenda prehistórica». Los excesos de la razón, no los de la imaginación, son los culpables de nuestra ruina. «Las únicas palabras para describir la naturaleza que me han contentado siempre son las que se usan en los cuentos de hadas: encanto, hechizo, atracción». Un libro que enseña que la vida es tan preciosa como enigmática: podemos entender el cosmos pero nunca el ego, pues el propio yo está más lejos que las estrellas.

AURORAJacob Böhme (1575-1624)Siruela (Ed. Agustín Andreu), 2016

Enlace de trasmisión entre el Maestro Eckhart y Nicolás de Cusa, Böhme, el joven zapatero y padre de familia en Görlitz, es un místico luterano que, preocupado por el origen del mal, tiene una visión interior. Contempla el mundo enigmático de la divinidad y, tras un esfuerzo interior de años, pone por escrito lo vivenciado en Aurora o arrebol matutino naciente. Aunque la obra en un principio sólo se difundió en copias, Böhme será objeto de persecución por parte de la ortodoxia luterana. Al místico, como ocurrirá después con Darwin, le interesa armonizar el relato bíblico de la creación con su experiencia individual (un viaje en ambos casos, pero de sentidos opuestos). Lo más llamativo para su tiempo es que desde el principio insiste en que la creación no es algo que ocurrió en el pasado, en el origen de los tiempos, sino que es un «dar a luz» que está ocurriendo aquí y ahora, pues Dios se ha hecho criatura. Si se quiere hablar del «sin fondo» hay que considerar atentamente las fuerzas de la naturaleza y la creación entera, el cielo, las estrellas y las criaturas, sin excluir ángeles y demonios. Sólo el hombre encendido por Dios, despierto espiritualmente, ampliado en su conciencia está en condiciones de captar la esencia divina que expresa esa naturaleza, que a veces parece terrible y cruel. Un drama teocósmico que no progresa linealmente sino mediante ondulaciones espirales.

SUBIDA AL MONTE CARMELOSan Juan de la Cruz (1542-1591)Alianza (Eds. L. López y E. Pancho), 2015

Obra cumbre, enigmática e inconclusa, acaso de influencia sufí, del «doctor de la nadas» (como lo llama Santa Teresa, pues considera que el uso de imágenes en la meditación es cosa de principiantes). Comienza siendo un comentario al poema Noche oscura. Desarrolla el tránsito del hombre hacia Dios, que está en la cima del monte, con la premisa de que puede haber y de hecho hay una igualdad entre Dios y el alma humana, pero sin que ésta deje de ser humana en su finitud y condición de criatura (no hay una pérdida de identidad como en algunas tradiciones orientales sino una pérdida de los factores incompatibles con esa unión). El hombre es Dios por participación. Un proceso que arranca desde el aparente ocultamiento de Dios, entendido desde la condición ignorante del hombre. Para poder iniciar la andadura es necesario no sólo el conocimiento de uno mismo sino advertir la belleza de la creación (no sólo la ruina o el dolor de la existencia). La belleza como vía trascendente. Y también es necesaria una purificación progresiva para hacer realidad ese «desposorio espiritual». Una purificación que atañe a la sensibilidad y al espíritu. La Noche oscuraes un adormecimiento de pasiones y apetitos contrarios a la comunión con Dios, un tránsito ineludible para acceder a la contemplación de lo divino. Un progreso amoroso activo (esfuerzo y méritos, memoria y voluntad) y pasivo, femenino, de apertura y disponibilidad. No sólo se trata de amar a Dios sino de dejarse llevar por su atracción y, en último término, dejarse amar por él. «Lo recibido se recibe al modo del recipiente». El sujeto cognoscente se conforma al objeto divino, que es espíritu, en la subida del hombre a sí mismo (él es el monte), haciéndose espíritu abierto a la acción divina, que es amorosa.

APOCALIPSISSan JuanBruguera (Ed. J. M. Valverde, Grabados de Durero), 1981

Libro de profundos horrores y versículos esotéricos. Libro de visiones que apela reiteradamente al oído («quien tenga oídos que escuche»). Libro también de amenazas, donde las plagas angélicas consumen la ira de Dios, aunque esos mismos ángeles también traerán buenas nuevas. Probablemente sea el escrito más rico en símbolos de la cristiandad. La tradición lo asocia a Juan Evangelista, desterrado por Domiciano en la isla de Patmos, por dar testimonio de Jesús. Cuenta Juan que entró en el Espíritu un domingo y oyó una sonora voz de trompeta que le decía: « lo que veas, escríbelo y envíalo a las siete iglesias de Asia». Las visiones que a continuación se narran han sido objeto de incontables interpretaciones. Juan elabora a partir de ese momento uno de los textos más eminentes de la historia verbal del hombre, donde se dilucidan tanto el turbulento pasado como la paz futura, con la victoria definitiva de Cristo sobre el Dragón. Especialmente memorable es el momento en el que Dios desactiva la gravedad y las estrellas caen sobre la tierra. Algunos pasajes recuerdan a la Bhagavadgita. Ante la aparición del hijo de hombre, Juan cae como muerto a sus pies, arden llamas de fuego en sus ojos y su lengua es una espada de dos filos. En una mano sostiene siete estrellas y en la otra un libro. Al entrar en el cielo, un león, un novillo, un hombre y un águila rodean el trono divino, todos está cubiertos de ojos dotados de seis alas. Junto al trono, un cordero degollado con siete ojos y siete cuernos, es digno de abrir el libro cerrado con siete sellos. Lo asombroso de las visiones de Juan no es tanto su contenido doctrinario como su imaginación desbordante y maestría literaria.

EL ZOHAR. EL LIBRO DEL ESPLENDOREdiciones Obelisco, 2012

Tesoro de la tradición esotérica hebrea, tanto por su extensión como por la variedad de sus temas, el Zohar fascina a sus lectores desde que fuera compuesto (o recogido) en el siglo XIIIpor el maestro de la cábala Moisés de León, rabino sefardí nacido en Guadalajara. Algunos cabalistas lo sitúan a la altura de otros libros sagrados como la Torah o el Talmud. Moisés de León afirmó basarse en manuscritos del místico Shimon bar Yojai (siglo II), pues entonces era frecuente atribuir los comentarios a autores clásicos. Obelisco ha publicado la traducción completa de esta obra en diez volúmenes y una antología que reúne los pasajes más significativos, con comentarios sobre aspectos místicos de los cinco libros de Moisés, una teología teosófica y una cosmogonía. Se discute la naturaleza de la divinidad así como el origen y la estructura del universo, la naturaleza de las almas, la redención, y la relación del sentido del yo o ego con la oscuridad y con el verdadero yo, que es luz divina. O, dicho en términos modernos, entre la energía psicofísica del individuo y la energía global del universo.

EL PEREGRINO QUERÚBICOAngelus Silesius (1624-1677)Siruela (Ed. Lluís Duch), 2005

Inspirada en Eckhart, Tauler, Juan de la Cruz y Böhme, sus rimas contienen «extrañas paradojas o enunciados contradictorios, al igual que muy elevados argumentos sobre la deidad secreta». Se recorren los grandes temas de la mística cristiana y universal: la dependencia mutua de Dios y el hombre, el abismo divino, el desprendimiento y la pobreza espirituales. Y para evitar malentendidos el autor advierte que «en ninguna parte opina que el alma humana pueda perder su naturaleza, y ser transformada en Dios: lo que no puede ser en toda la eternidad. Pues, si bien Dios es todopoderoso, no puede hacer (y si pudiera, no sería Él Dios), que una criatura sea natural y esencialmente Dios». Un libro admirado por Goethe y cuya influencia alcanza a Schopenhauer, Wittgenstein y Borges. Angelus Silesius, alias de Johannes Scheffler, nació en Breslau (Silesia) en el seno de una familia luterana y murió el mismo año que Spinoza. Ya ordenado, pasó el resto de su vida en su ciudad natal. Después de una temporada en la Colegiata de San Matías de Breslau, en pobreza total, dado al ayuno y la ascesis, muere. Borges anciano recordará con agradecimiento su comercio con los dísticos del poeta y místico alemán: La «rosa sin porqué» o el «Ya basta, amigo. Si quieres seguir leyendo, transfórmate tú mismo en el libro y en la doctrina».

DE LOS NOMBRES DE CRISTOFray Luis de León (1527-1591)Cátedra (Ed. Cristóbal Cuevas), 1997

Un dios con muchos nombres o muchos dioses con un solo nombre. Ese es el tema de la filosofía y del libro de Fray Luis. En cada iniciación que nos dé para la vida, consciente o inconscientemente, se produce un cambio de nombre: el signo lingüístico como reflejo de la propia biografía espiritual. El género de la obra es el preferido del Renacimiento, un diálogo a tres de corte clásico (Platón, Cicerón). La novedad, una conversación culta en una lengua vulgar. Hay además un realismo natural y corpóreo, ejemplos que arrojan más luz que un silogismo, y todo ello a la sombra de unas parras o junto al curso de un riachuelo. Fray Luis escudriña los tesoros de la Sabiduría que esconde la Escritura, el secreto que encierra la fábrica del mundo y el fin para el que todo fue creado. Y ese parto común de todas las cosas no tiene otro objetivo que el de alumbrar a Cristo. Dentro de ese planteamiento «cristocéntrico», interpretar la naturaleza no es otra cosa que interpretar los diferentes nombres de Cristo, pues en ellos se encuentran cifrado el misterio del mundo. Del mismo modo que para Galileo la naturaleza hablaba el lenguaje de las matemáticas, para Fray Luis habla un lenguaje «crístico». Y respecto al hombre, también ese lenguaje es la llave de su destino: nacemos de Cristo y hacemos nacer a Cristo en nosotros. Cristo viene a ser para cada hombre como el alma de su alma, la virtud más honda, más real que su propia vida, que le asemeja al mismo Dios. Una obra que no puede dejarse de lado cuando se hace historia del pensamiento, escrita en un espléndido lenguaje.