Filarmónica de MálagaTeatro cervantes

Director: Manuel Hernández-Silva. Solista: Svetlin Roussev, violín. Programa: «Sinfonía española» en re menor, op. 21, de E. Lalo; «Un americano en París», de G. Gershwin y «Danzón nº 2», de A. Márquez

Entre las acepciones que reconoce la RAE del término raíz se encuentra la mención al origen, al principio sobre el que se asienta cualquier cosa. En torno a este entramado partía el último abono de la Filarmónica de Málaga, que enfila la recta final de la temporada, no sin antes un nuevo parón en su desarrollo hasta finales de mayo. Esto pone de manifiesto nuevamente la escasa implicación, falta de criterio y nula credibilidad de las instituciones que pudiendo hacer posible el escenario que demanda nuestro conjunto sinfónico continúan eludiendo la cuestión. Pese a todo, destaca el altísimo nivel de los profesores, a cuyo frente se sitúa la talla artística y humana de su titular, Manuel Hernández Silva. La propuesta para este nuevo abono del maestro Hernández Silva pretendía ahondar en los lazos identitarios y singulares de Europa y América, con España como trasfondo, proyectando un nuevo horizonte, una nueva perspectiva de páginas sobradamente conocidas, en las que el tópico ni se menciona y la música florece en estado puro: la raíz puramente artística. Lalo y Arturo Márquez, en los extremos, plantean al oyente discursos musicales aparentemente distantes pero tanto ideas como esquemas discurren a través de los reflejos populares, esas claves que nos vinculan sobre rasgos compartidos del imaginario. El maestro se la ha jugado con este abono, al renunciar al habitual programa español, derribando escuelas y preceptos hasta encajar y dar sentido unitario al programa. Y si no que se lo pregunten al Camposelice de Roussev.

Profesor de Conservatorio de París y concertino de Radio France, el búlgaro Svetlin Roussev brindó al escaso medio aforo del Cervantes -esta cuestión deberíamos hacérnosla mirar- la lectura más intensa de la Sinfonía española de Lalo. El violinista búlgaro lejos de marcar una línea ascendente hasta el rondo final centró la atención en la fuerza melódica y acentuada de los temas que inspiraron al compositor francés. Lalo insinúa ideas con el violín evocando un folklore que trasciende del exotismo español dando razones a la escuela francesa del diecinueve. La definitiva lectura Roussev y OFM desempolvaron una página que esperábamos añeja. Éstas son las sorpresas que guardan el directo frente a la discografía.

Y de un Lalo más que solvente pasamos a la explosión de color, de pulso firme, dinámicas contrastadas y solvencia solista entre los atriles de la segunda parte del concierto, protagonizada por el poema sinfónico de Un americano en París y el emocionante Danzón nº 2 de Arturo Márquez. Esta última página fue más que lectura pintoresca un homenaje de Hernández Silva a esa Venezuela de hoy que se desangra en sus valores democráticos ante la fría mirada de la comunidad internacional. Raíces de ida y vuelta y España en el corazón condensan uno de los grandes momentos de esta temporada.