Del clasicismo al siglo XXTeatro Cervantes

Proyecto orquestal Promúsica

Solista: Carmen M. Elena González, cello

Director: Javier Claudio

Programa: Sinfonía en Fa para cuerdas Brown I:F12, de Karl Von Ordoñez; Concierto n2 en Re mayor Hob. VII:2 para violonchelo y orquesta y Danzas Folklóricas Rumanas SZ 56.

El período barroco tiene en lo popular uno de sus principales yacimientos, por tanto, no resultara extraño que multitud de formas tenga en la danza un punto común. El clasicismo y toda la evolución de la música hasta nuestros días encuentran en los temas tomados del folklore motivos originales sobre los que construir estructuras más complejas que han contribuido al desarrollo de la sinfonía, el concierto o la suite.

De origen español, el noble Karl Von Ordoñez fue contemporáneo de Haydn. Ambos contribuyen al desarrollo de la sinfonía, si bien Haydn es reconocido como el gran impulsor del género. Ordoñez nos legaría un extenso catálogo sinfónico de más de setenta sinfonía, sin mencionar cuartetos, cantatas, tríos... entre otros. Apenas una docena de sus sinfonías recurren a la estructura en cuatro movimientos y que curiosamente terminará por consolidarse durante el periodo romántico. La Sinfonía en Fa menor es un ejemplo de esta estructura donde encontramos motivos danzantes de sonoridades agradables y evocadoras como así puso de manifiesto el conjunto que dirige Javier Claudio. Pero además en los cuatro movimientos descubrimos también un fuerte sentido del ritmo, al que Claudio prestaría especial atención, además de los ambientes que recrean los cuatro tiempos contratantes de esta rara sinfonía.

Y de Ordoñez a Haydn, centro y referente de todo el Clasicismo, su trabajo influiría decisivamente tanto en la sinfonía como las páginas concertantes en las que tienen cabida el propio lucimiento del solista. El conocido Concierto para violonchelo n 2, responde a este ejemplo, hasta el punto que erróneamente se atribuyó a Anton Kraft, uno de los solistas de la orquesta de los Esterházy. Resuelta la autoría, Carmen Elena sería la solista protagonista de este gran concierto a la altura de los de Boccherini, Schumann o Dvorák entre otros. Tras el extenso allegro inicial de estructura cíclica y en el que no falta una candenza brillantemente expuesta por la solista antes de la recapitulación, le sucede un adagio íntimo y de vocación cantabile propicio a la sensibilidad artística de Carmen Elena y en el que el conjunto adquiere un papel meramente secundario. En el allegro conclusivo Javier Claudio dibujaría con su orquesta un tono festivo, casi danzante propios de un rondó rendido al genio técnico de la malagueña.

Bela Bartok concluía el viaje propuesto por la Orquesta Promúsica con las Danzas Folklóricas Rumanas poniendo de manifiesto cómo la danza ha seguido influenciando la música en la centuria pasada. Concierto en absoluto amable con el conjunto aunque para el oyente apetecía de fácil escucha, aparentemente.