Ahora todo es nocheTeatro Cervantes

Compañía: La Zaranda. Autor: Eusebio Calonge. Dirección: Paco de La Zaranda. Intérpretes: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos, Francisco Sánchez

En el hall del Teatro Cervantes caballitos de madera y un muñeco en silla de ruedas. Recuerdos bien conservados. Ahora todo es noche de La Zaranda Teatro Estable de Ninguna Parte, como ahora se titulan, es la celebración de los cuarenta años de andadura de la compañía. Cuarenta. Eso es ser más que un superviviente de las Artes Escénicas españolas. Una compañía que se mira con mucho cariño por parte del gran público, pero especialmente por los compañeros profesionales de todos los niveles. O al menos eso nos creemos. Porque lo que nos cuentan Paco de La Zaranda -director- y Eusebio Calonge -autor- parece querer desmitificar el mito. El cariño, la admiración la habrán ganado con el tiempo, sí, pero a costa de una dura pelea, zancadillas, envidias y menosprecios. En Ahora todo es noche es lo que quieren contar. Por un lado, nos hablan de la miseria, la de aquellos que viven de nada y aun así tienen motivo para luchar por mantener lo que consideran suyo; por otro lado, nos hablan de Teatro -con mayúsculas- del arte de contar historias sobre las tablas, de la magia de los personajes, el escenario, la puesta en escena, el ritual como acto único y transmisor de ideas. Pero por último esos mendigos maravillosos en el escenario no son tan alegres y pintorescos en la vida real, son personas que viven la humillación y la explotación, que pueden ser soberbios o pusilánimes. Y esos actores que los representan pueden también ser merecedores de cualquiera de estos calificativos, porque en la poética de Eusebio Calonge, el límite entre personaje como persona singular o ser imaginario no se define. Un ‘mea culpa’ que busca la redención para poder así desahogarse con los otros, los de enfrente, los que primero tiran la piedra y luego esconden la mano. Los que para la foto se ponen a tu lado y una vez hecha se olvidan de ‘lo importante’ del compromiso cuando llega el momento de rascarse (el bolsillo o la cabeza, usted decide) porque no estás afiliado. Motivos para querer empezar en alguna o ninguna parte. «Lo grave no es no tener donde ir sino no tener dónde estar», dice unos de los personajes. Estén donde estén, iremos a verlos. Porque La Zaranda siempre se parece a La Zaranda. Aún evolucionando. Y contar lo bien que lo hacen es redundante; la anécdota sería encontrar un traspiés, al menos uno importante. Lo substancial es sentarse a disfrutar de ese modo personal de transmitir sentimientos, de ese modo de emocionar, de narrar lo indigerible, con lo que es puro teatro.