Diez años de fiebre indie. Se dice pronto. El reducido y pintoresco pueblo costasoleño de Ojén celebra este fin de semana la décima edición de un festival que empezó ajeno a la música independiente, pero que encontró en este estilo el filón sonoro que terminó por situarlo en el calendario de eventos imprescindibles del verano musical más alternativo.

Es más que un festival. Porque los músicos más veteranos, los que en más de una ocasión han subido a cualquiera de los dos escenarios principales, no dudan en volver, si la agenda lo permite, aunque en calidad de espectadores. Pero ocurre algo parecido con los aficionados incondicionales de este acontecimiento musical. Ayer, por ejemplo, a pocas horas de comenzar el ciclo de conciertos, una joven pareja decidió contraer matrimonio en el mismo lugar donde han pasado sus mejores veranos. Ofició la boda el juez de paz de la localidad, Miguel Sánchez, en el escenario VIP de La Cueva.

Familias enteras peregrinan cada primer fin de semana de julio a un municipio limítrofe con Marbella que ha sabido como pocos reinventarse. Las anécdotas son para escribir libros y libros. Pero esta edición pasará a la historia por el doble funeral que ayer obligaba a suspender las pruebas de sonido pasadas las seis de la tarde. «Es algo que, como todo el mundo sabe, no se puede controlar», decía un voluntario de Protección Civil a las puertas de la parroquia de la localidad, justo delante del Escenario Plaza.

El fallecimiento de dos vecinas no impidió que se cumpliesen luego los horarios de los conciertos programados en los dos escenarios. Para las seis de la tarde, no obstante, los barceloneses Sidonie, que un centenar de incondicionales tuvimos la suerte de ver en directo en Ojén allá por el año 2003 (cuando no existía ni siquiera el germen de lo que es hoy este festival), ya habían probado sonido como cabeza de cartel del Escenario Plaza.

La primera velada deparó además las actuaciones de Xoel López, Triángulo de Amor Bizarro, Second y We Are Not Djs, en el recinto del patio del colegio, y de Negroazulado y Artista Fiera, en la céntrica plaza de Ojén. Para la segunda y última jornada, la de hoy, los esteponeros Airbag abrirán las actuaciones en el Escenario Patio, donde también se darán cita Ángel Stanich, Miss Caffeina, Belako y Mordisco. En la plaza, los malagueños Bud Spencer Band pondrán el broche de oro a una velada que arrancará al filo de las diez de la noche.

Buena respuesta

La edil delegada de Juventud, Estefanía Merino, confirmaba a primera hora de ayer que se espera a más de 5.000 espectadores en cada una de las veladas de esta edición. «La participación en los últimos días se ha incrementado significativamente, de manera que muchas personas a última hora nos han llamado para confirmar si habría entradas a la venta en taquilla. Estamos muy satisfechos de la respuesta que un año más ha deparado el cartel», relató.

«Lo que seguimos echando de menos es la posibilidad de disfrutar de un patrocinador importante, que nos permita tener un poco de alivio económico. El Ayuntamiento sigue siendo el principal promotor y un nutrido grupo de empresas locales aportan en la medida en que les resulta posible su colaboración», añadió.

Otro de los secretos que depara Ojén al analizar diez años de auténtico fenómeno Ojeando está en el voluntariado. Son unas 25 personas que trabajan durante meses codo con codo con los responsables municipales, mientras que otro medio centenar se unen en los últimos días para hacer «prácticamente de todo y de manera altruista». Lo mejor, que hay relevo generacional para rato. No faltan los voluntarios menores de edad desde la primera edición y este año se ha podido ver uno de menos de 7 años. Una garantía de éxito para que esta multitudinaria fiesta indie tenga cuerda para rato.