Pablo Milanés, uno de los fundadores de la Nueva Trova cubana, restablecido ya del trasplante de riñón al que fue sometido, recibió hace un par de años el Grammy a la excelencia musical. El cantautor cubano acude esta noche al escenario del Starlite de Marbella (22.30 horas) junto a su paisano Pancho Céspedes. Será la primera vez que ambos ofrezcan un recital conjunto en España. Milanés es uno de esos artistas que parece haber estado siempre aquí, junto a nosotros, cantándonos «Pobre del cantor de nuestros días que no arriesgue su cuerda por no arriesgar su vida».

¿Cuáles son sus mejores recuerdos? ¿Ha conseguido hacer realidad sus sueños?

Indudablemente en la vida de todo ser humano hay buenos y malos recuerdos, que es imposible enumerar en toda una existencia, y respecto a los sueños, ¿quién no se queda con las ganas de haber cumplido muchos que se quedan para otra ocasión?

¿Qué significa, para usted, ser revolucionario hoy en día? ¿Los revolucionarios siempre son optimistas?

Los revolucionarios nacen o se crean para pensar en justicia, igualdad, bienestar, libertades, etc. Cuando se es así, se es para toda la vida. Quien deja de ser así, deja de ser revolucionario.

¿Aún considera que los trovadores son cronistas independientes? ¿Cuán necesaria es la trova hoy en América Latina? ¿Y en el mundo?

Creo que los trovadores son cronistas de su época desde el medioevo, y hasta hoy deben seguir siéndolo.

¿Cuál cree que es el futuro de la trova?

Creo que siempre habrá cronistas, trovadores, etc. Otra cosa es el espacio con el que cuenten para poder hacerse escuchar.

La música popular vive una crisis profunda. ¿Dónde cree que se encuentran las raíces de esa crisis? ¿Tiene una solución?

La verdad es que hoy en día la música popular es más un negocio que otra cosa. No hay creatividad en los géneros, en los textos, en los arreglos, en los ritmos, etc. . ¿Qué hay en la nueva música popular? Yo creo que nada, y mucho menos nada nuevo, creo que nada más hay dinero de por medio, negocios que son muy difíciles de desmantelar, y desgraciadamente esa es la actualidad de nuestra música.

«La vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama», repetía para recordar los motivos esenciales de la Revolución Cubana. ¿Está cansado de hablar de la situación de Cuba? ¿Le duele La Habana?

Estoy cansado de ser el único que tenga valor para hablar de todo lo que hay que criticar. Creo que ha llegado el momento de que hablen los otros, no me voy a convertir en el vocero de los que no se atreven o, cuando más, dicen las verdades a medias, por lo tanto, cada vez hablaré menos y trabajaré más aún.

Lo cantaba hace ya cuarenta años: «Pobre del cantor de nuestros días que no arriesgue su cuerda por no arriesgar su vida». No callarse implica también sus riesgos. ¿Los ha sufrido?

¿Qué usted cree? Pero cuando uno es honesto consigo mismo esos riesgos no suponen un freno para seguir pensando de un modo determinado. Ya le dije, soy revolucionario.

Después de más de 50 años de carrera, ¿Cuál es el estímulo más fuerte para seguir subiendo al escenario?

El gusto por hacer música, canciones, el placer de ver la reacción del público, la magia que se produce entre nosotros.

Su nueva gira de conciertos lleva por título Canciones para siempre. ¿Qué es lo que más le entusiasma de realizar una gira como esta?

Es una gira que concebí con un repertorio que incluye temas clásicos de toda mi vida como músico. Me apetecía recordar muchos de ellos, no siempre tan conocidos como otros, pero sí esenciales para mí. También compartiré algunos temas más recientes.

Llegado a este momento de su vida, ¿qué es la libertad para usted?

La libertad es todo, es el comienzo y el final de nuestra existencia. El que nos prive de la libertad está cometiendo el mayor delito contra la humanidad.