En agosto de 1914, Picasso acompañó a Braque y Derain a la estación de tren de Avignon. Sus compañeros se incorporaban a las filas del ejército francés. «No volvimos a vernos nunca más», afirmó el malagueño. La mentira de Picasso, que sí volvió a coincidir con ellos meses después, encerraba una gran verdad: el día que Braque se fue a la guerra había concluido una época. La travesía del primer cubismo, creado por ellos en 1907, había llegado a su fin.

Esta anécdota le sirve al catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga Eugenio Carmona, comisario junto a Lourdes Moreno de la exposición Juan Gris, María Blanchard y los cubismos (1916-1927), que el próximo viernes se inaugura en el Palacio de Villalón, para iniciar el relato del nuevo cubismo desarrollado por Juan Gris, María Blanchard y Lipchitz, núcleo central de esta muestra que está llamada a ser, junto a Las utopías modernas, del Centre Pompidou (diciembre) y Warhol. El arte mecánico, del Museo Picasso (mayo de 2018), una de las grandes sensaciones del nuevo curso expositivo de la ciudad. «En 1915 se inicia un movimiento de redefinición del cubismo que encuentra en el marchante Léonce Rosenberg una manera de seguir adelante y que supone el primer cubismo que se realiza sin que Picasso y Braque tengan un lugar predominante. Y es el grupo formado por Gris, Blanchard y Lipchitz el que asume la definición de este segundo cubismo», explica Carmona.

La exposición, cuyo título responde a «la necesidad de recuperar» a los dos autores españoles que encabezaron este movimiento, está formada por 68 piezas, entre pinturas, esculturas y dibujos, procedentes numerosos museos y colecciones particulares, entre ellos el Museo de Arte de Basilea, el Centre Pompidou de París, el Museo Picasso de París, el Reina Sofía y MNAC de Barcelona. «Juan Gris es mundialmente conocido y uno de los grandes del arte moderno. Además, la mayoría opina que entre 1915 y 1920 ofrece lo mejor de su producción, su momento más auténtico. Pero Blanchard es otra cosa. Y esta exposición reivindica que entre los años 1915 y 1918, Blanchard fue inventora del nuevo cubismo a la par que los demás artistas. Se le acusaba siempre de copiar a Juan Gris y de seguir a uno y otro. Pero ella fue una de las definidoras de este cubismo y llevó al límite su propuesta de una pintura que sin renunciar a ser figurativa tuviera únicamente valores plásticos», sostiene Carmona.

El primero de los tres apartados en los que está dividida la exposición destaca el trabajo de ambos creadores españoles, que se sitúan en el mismo nivel creativo con obras como Mujer sentada (1917), de Gris, y Sé buena / Juana de Arco (1917), de Blanchard. «Los dos se mueven entre una pintura solemne y la vitalista al mismo tiempo».

En la segunda sección de la muestra se destaca la relación entre Lipchitz, Blanchard, Gleizes, Metzinger y Gris, con un tipo de pintura cubista que roza la abstracción. «No se sabe si las obras son abstractas o figurativas», explica el comisario. Este apartado se cierra con las rimas plásticas de Juan Gris, en las que se refleja «su conexión con la poesía». Aquí se expone el bodegón del artista madrileño que protagonizó la portada de la revista Litoral en homenaje a Góngora, pieza que sirve de puente para entrar en la última sección, titulada Cubismo y Arte Nuevo, que viene a ser una «constatación de que la historia del cubismo no termina, sino que tiene un peculiar epílogo en España y los pintores de la Generación del 27», entre ellos Dalí, Moreno Villa, Palencia, Peinado, Ángeles Ortiz y Cossío.

«Dalí inició en la Residencia de Estudiantes una relectura de Juan Gris. Una relectura en la que le acompaña Moreno Villa, que en sus memorias señala cómo se afanaba por hacer cuadros cubistas en la línea de Juan Gris. A partir de esta relectura del cubismo los pintores del 27 tuvieron en su mayoría una fase cubista de iniciación a la modernidad», destaca Carmona.

*Fotografías: 'Juana de Arco' (1917), de Blanchard.© Centre Pompidou, París, y 'Guitarra y frutero' (1918) de Gris. © Centre Pompidou, París