El peso de Juan Gris en la historia del arte español es de sobra conocido. E igualmente lo es en la historia del cubismo. El pintor madrileño está considerado, con permiso de los padres del movimiento, Picasso y Braque, como uno de sus creadores más relevantes. Lo que no ha trascendido de igual forma es que hubo un tiempo en el que la santanderina María Blanchard compartió casa y taller con Gris en París y que el trabajo de ambos alcanzó la misma categoría creativa durante la primera década del siglo XX. De hecho, hubo marchantes que cambiaron la firma de algunos lienzos de Blanchard para hacerlos pasar por originales de Juan Gris, como Naturaleza muerta roja con lámpara (1918), sin que nadie se percatase del engaño durante años.

La nueva muestra temporal del Museo Carmen Thyssen, Juan Gris, María Blanchard y los cubismos (1916-1927), propone «un cruce de miradas» entre ambos artistas españoles que redefinieron el llamado segundo cubismo, según explicó Lourdes Moreno, directora artística de la pinacoteca y comisaria, junto al catedrático de Historia del Arte de la UMA Eugenio Carmona, de esta exposición. El «núcleo central» de la muestra, que formada por 68 obras, entre pinturas, esculturas y dibujos, incide en el diálogo entre los dos creadores a través de obras de temática similar, como Botella de vino (1918), de Gris, y Composición cubista con botella (1918), de Blanchard. Piezas del calibre de Guitarra y frutero (1918), Mujer sentada (1917), Frutero, pipa y periódico (1917), El violín (1916) o Frutero y periódico (1916), del pintor madrileño, y Sé buena / Juana de Arco (1917), Naturaleza muerta verde con lámpara (1916-17) y Naturaleza muerta con guitarra (1918), de Blanchard, hacen posible esta inédita confrontación entre ambos creadores, uno de los grandes valores de esta exposición.

La reivindicación de la pintora cántabra también se encuentra entre objetivos marcados por este proyecto que ha contado con el préstamo de obras de numerosos museos y colecciones particulares, entre ellos el Museo de Arte de Basilea, el Centre Pompidou de París, el Museo Picasso de París, el Reina Sofía y el MNAC de Barcelona. «Blanchard destacó en el cubismo cuando se instaló en París en 1916 hasta principios de 1920. Su pintura, aunque vinculada al estilo sintético de Juan Gris, es muy personal y está caracterizada por un sentido constructivo, uso de planos, austeridad y equilibrio», sostiene Moreno, quien tuvo la idea de esta exposición al recibir el lienzo de Blanchard Mujer sentada / Composición con mancha roja (1916), que protagonizó la muestra Obra invitada en marzo de 2015.

Este diálogo da paso a la segunda sección de la exposición, centrada en el desarrollo del cubismo a nivel internacional, con obras de Lipchitz, Blanchard, Gleizes, Metzinger. «Este segundo cubismo es comprendido en el presente como uno de los grandes capítulos de la modernidad artística, aunque hasta fechas relativamente recientes no había sido bien conocido, ni bien comprendido, pues no se llegaba a captar su propuesta por la imposición dominante del paradigma del arte abstracto absoluto», explicó Carmona.

El recorrido de este bloque prosigue con las rimas plásticas de Juan Gris, en las que se refleja «su conexión con la poesía». La obra La vista sobre la bahía (1921) sirve de ejemplo de cómo el madrileño une todas las formas del cuadro. «Tanto los sentidos como los objetos están relacionados. Este estilo dio posteriormente paso al surrealismo», apuntó Carmona. Finalmente, se expone, entre distintos documentos, revistas y publicaciones, el bodegón de Juan Gris que protagonizó la portada de la revista Litoral en homenaje a Góngora. Esta pieza sirve de puente para entrar en la última sección de la muestra, titulada Cubismo y Arte Nuevo, que viene a ser una «constatación de que la historia del cubismo no termina, sino que tiene un peculiar epílogo en España y los pintores de la Generación del 27», entre ellos Dalí, Moreno Villa, Palencia, Peinado, Ángeles Ortiz y Cossío.