El aragonés, Victor Ullate, inició su carrera profesional como bailarín en 1961 junto al bailaor de flamenco, Antonio Ruíz Soler. Más tarde, en el 64, fue contratado por el Ballet del siglo XX de Maurice Béjart, consiguiendo posicionarse como el intérprete principal. En 1988, regresó a España, donde fundaría la Escuela de Danza Víctor Ullate y de donde surgiría la ahora conocida compañía Ballet Víctor Ullate. Esta compañía, una de las más reconocidas a nivel nacional, regresa a Málaga para presentar su nueva versión de la pieza Amor Brujo que el coreógrafo estrenó en 1994. Esta pieza, cuenta con nuevos elementos escenográficos, que vienen de la mano de Paco Azorín. Un vestuario acorde a los cambios creado por la diseñadora María Araujo y , como cambio más destacable, la inclusión de elemento audiovisuales.

¿Qué diferencias presenta este montaje con respecto al de 1994?

Para esta nueva ocasión todo ha variado muchísimo, desde el primer Amor brujo que hice han pasado ya casi 20 años y todo evoluciona. Estoy muy contento, la música de Manuel de Falla no llega aproximadamente a media hora y yo quería hacer algo más largo. Entonces, hay parte de la música que es de Luis Delgado. Luego hay una parte que es de un grupo sueco de música dark ambiant, In Slaughther Natives. Todo esto hace que el espectáculo sea como entrar en un mundo maléfico, de tinieblas, donde Candela va buscando a José y se da cuenta de que el marido se ha convertido en un demonio. Es un momento de fantasía que no había en el primer espectáculo, porque hay murciélagos vampiresas y toda una serie de insectos.

¿Qué supone para su compañía este ciclo de danza de Málaga?

Ir a Málaga es muy importante para nosotros, es la ciudad de Picasso. Málaga es un punto muy importante para nosotros. Tenemos un público allí, que nos sigue, que nos quiere, y para mí eso es increíble. Ir cada cierto tiempo es algo muy significativo para un bailarín y un coreógrafo. Además, allí hay un gran entusiasmo con la danza.

¿Cómo es la situación actual de la danza en España?

En relación al público, en nuestro país muchas veces la danza no está tan vigente como en cualquier otro punto de Europa. El público español está muy acostumbrado a ir a musicales americanos que vienen o a cualquier otro tipo de manifestación artística, pero digamos que para el ballet hay una minoría. La verdad es que yo tengo la suerte de la gente que viene a vernos, vuelve. El comentario unánime de la gente que nunca había visto ballet es que no se pensaban que el ballet era así. Pero en general, la danza es la hermana pobre de las artes.

¿Porqué considera que se produce esta situación?

Porque desde pequeños no nos enseñan qué es la danza. Hay una historia de la danza, los profesores de colegios e institutos deben preocuparse más por esa educación cultural. Porque no están acostumbrados a ir al teatro.

¿Cree que la danza debe cambiar algunos aspectos para abrazar, de algún modo, a ese público ausente?

La verdad es que la gente está cada vez más interesada. La gente que nos ve es un público que descubre una fantasía, descubre un arte desconocido y realmente alucina viendo el espectáculo. Creo que sí: la danza también debe evolucionar, como hemos hecho nosotros con el espectáculo.

¿Cómo ha sido la evolución de la compañía?

La compañía tiene ya 30 años y la verdad es que han merecido la pena todos estos años. Hemos hecho público, hemos hecho escuela, hemos hecho compañía, hemos hecho una fundación maravillosa. Esa fundación se encarga de ayudar a los niños pobres, niños que no tienen un alto nivel adquisitivo. A los niños que quieran y cumplan las condiciones, les pagamos la carrera de danza a través de una beca.

Hay algunos artistas de las artes escénicas que consideran que la técnica no es el fin, sino el medio. ¿Que opina al respecto?

La técnica sirve para darte seguridad, para no morir de miedo en el escenario. Pero después hay que olvidarse de esa técnica y saber interpretar, para así poder traspasar la barrera que hay entre el público y el bailarín. Eso es lo que te hace un buen artista o no. En la danza hay sentimiento, movimiento, hay arte. Y a través de ella, puedes sentir muchas cosas.

¿Qué le hace sentir la danza?

Para mí la danza ha sido mi todo: mi forma de vida, mi ilusión. Me gusta el arte, me gusta hacer bailar a la gente, me gusta sacar de la gente lo mejor, me gusta formar a la gente y hacer grandes bailarines... Me encanta crear ballet y me gusta todo lo relacionado con la danza

¿Qué quiere transmitir al público con esta nueva lectura de El amor brujo?

Quiero que la gente sueñe. Hoy en día eso es complicado, porque todo es muy crudo y bastante duro.