Ana María Alías Vega, conocida como Pasión Vega, celebra sus 25 años de carrera presentando un nuevo disco, 40 quilates. Con él, regresará a su ciudad el próximo viernes 15 de diciembre. El Teatro CervantesTeatro Cervantes acogerá este encuentro al ritmo de blues, vals, chachachá, copla y otros muchos estilos musicales. Con este álbum la artista desnuda su alma y confecciona un sonoro y literario mapa de sus sentimientos y momentos vividos a lo largo de su carrera. La cantante ha contado a La Opinión de Málaga cómo ha sido este recorrido, cuál ha sido su evolución como artista y qué dificultades se le han presentado a lo largo de estos años.

Veinticinco años de carrera, un cuarto de siglo. ¿Se le ha hecho largo el camino?

Sí, es increíble que haya pasado tanto tiempo y que la sensación sea de tanta rapidez. No ha sido largo. Cuando estás haciendo lo que te gusta, disfrutándolo, yendo de un sitio para otro con tu maleta y tus canciones, es un abrir y cerrar de ojos. Hay gente a la que se le pasan los tramos de vida rápido y no son felices, sin embargo para mi, han sido 25 años siendo muy feliz.

¿En todo este tiempo ha tenido que renunciar a algo para poder continuar con su trabajo?

Más que renunciar puedo hablar de lo que se pierde. Hay mucha gente querida alrededor a la que le van pasando cosas importantes y tú a lo mejor tienes una cita importante, un concierto, un viaje, una promoción u otra cosa relacionada con tu trabajo que no te permite estar en un mismo sitio siempre. Esto hace que te pierdas momentos importantes como cumpleaños, bodas de gente querida o incluso pérdidas en las que no puedes estar. Creo que es el único sinsabor que te deja esta profesión, la distancia. Sobretodo aquellos en los que tu familia está sufriendo y tu no puedes acompañarlos.

¿Qué le han enseñado las experiencias y personas que ha conocido durante estos años?

Muchísimas cosas. Me ha marcado mucho el ejemplo de vida de algunas personas importantes que he ido conociendo. Esos artistas que son generosos con aquellos que comienzan en el mundo de la música. Los que ayudan al compañero, los que no se toman esta profesión como una competición sino como una conexión con los demás, donde comparten conocimiento con el resto de compañeros. Esta es la lección más grande que me llevo. Generosidad y humildad.

¿Esa competición le ha afectado de alguna manera a lo largo de su carrera?

Siempre me he desvinculado de ciertos círculos viciosos que puede haber con respecto a este tema. En general, podríamos hablar de los errores que puede cometer la industria. En este sentido, siempre he ido a mi aire. Eso te trae cosas muy positivas aunque también, a veces, te cuesta más hacer un proyecto. Pero merece mucho la pena ir por libre. Siempre he hecho lo que me ha apetecido hacer, lo coherente con mi manera de pensar y sentir.

¿Cómo ha evolucionado su música en este cuarto de siglo?

Comencé haciendo copla. Algo muy natural en una niña joven andaluza. Pero con el tiempo se produjo una evolución, un poco por tener ese deseo de encontrar mi propio estilo. A partir de ahí comenzó el mestizaje musical. Saqué a la luz todas las mezclas culturales y musicales que llevaba dentro. En mi casa, a parte de copla, siempre se escuchaba todo tipo de música. De esta forma, todos esos estilos siempre habían estado en mí, y los fui dejando salir con el paso de los años.

¿Qué estilos forman parte de 40 quilates?

Bolero, chachachá, vals, que me encanta, blues... Todos esos ritmos que a lo largo de estos años los he ido mezclando en este disco vuelven a aparecer de una manera sutil y muy pura. Creo que hemos vuelto a esa pureza de los ritmos de siempre. Los clásicos que a mí me encantan y muy poca gente utiliza ya.

¿Cómo ha sido trabajar junto a autores emergentes como El Kanka o Miguel A. Márquez, de Antílopez?

Ha sido una experiencia muy bonita. Yo buscaba un disco vital, en el que quería cantar esas experiencias vitales que he vivido a lo largo de mi carrera. Al principio no encontraba esas canciones, no surgían. Así, decidí buscar autores nuevos. En el caso de El Kanka, hasta hace tres años no conocía nada de él. Es un chico especial, tiene una frescura y una manera diferente de contar las cosas. Eso puede decirse que es lo que me enamoró de él.

¿Qué supone para usted regresar al Teatro Cervantes?

Para mí es muy importante. En este concierto desnudo mi alma, cuento mis experiencias vitales al público. Hablo de mis comienzos, de aquella Ana que quería ser artista y trabajaba diariamente, se apuntaba a concursos y aprendió muchísimas cosas en mi tierra, Málaga. Este espectáculo tiene que ver mucho con los sueños que tenía al principio y que por supuesto, continúo teniendo.

¿Cuál considera que es el panorama actual de la música en España?

Creo que tenemos un país con un enorme talento. Hay gente muy bien preparada, con muchas cosas que decir a través, no solo de la música, sino de cualquier tipo de arte. Hay que darles oportunidades a aquellos que empiezan, un hueco para que se expresen y nos hagan sentir a través de sus proyectos.