Había mucha expectación por escuchar a Pablo López en su salsa, en un formato íntimo y ante sus paisanos. De ahí las colas en Fnac del pasado para hacerse con una copia del nuevo malagueño, Camino, Fuego y Libertad, que venía con un regalo muy especial: una de las 150 invitaciones para acudir a su recital de presentación en el Auditorio del Museo Picasso Málaga.

La cita era una de las Noches en el Museo organizadas por Fnac, pero no fue ni de noche (la convocatoria era a las 17.00 horas) ni tampoco en ninguna de las sucursales de la cadena francesa. Con un retraso de unos 30 minutos (están siendo maratonianas estas jornadas en las que López alterna la promoción del disco y los últimos compases del programa de televisión que le ha llevado al estrellato de la popularidad, La Voz) y ante un público rendido sin que hubiera sonado una nota aún, llegó el de Fuengirola y se sentó frente a su gran amigo, el piano. Y sólo con las blancas y las negras como único acompañamiento (sin ni siquiera la ayuda de un micrófono) desgranó ante sus 150 fans parte de su nuevo repertorio, en el que Pablo López se lo ha dejado todo: «Siento que pase lo que pase, si muero habrá sido en el intento: dejándome hasta la última gota de mi sangre y mi alma», comentó hace unos días a este periódico.

Camino, Fuego y Libertad salió el pasado viernes pero los y las fans de López ya se sabían al dedillo muchas de sus nuevas y sentidas letras. Mención especial, por supuesto, para El patio, el tema que sirvió de adelanto del nuevo cancionero: sin luces, ni flashes, sólo música. Luego vendrá la gira, que se prevé multitudinaria, pero lo de ayer, con Pablo López tan cerca aunque sólo interpretara unos pocos temas, muchos no lo olvidarán.