«Sin transgresión el grafiti es decoración, pintura mural al uso», dijo Amanda Cuesta en una ocasión. La popularización del arte urbano y las pintadas ha servido para que esta singular expresión cope espacios de gestión pública y llene las bocas de políticos en busca de la modernidad, pero también para pervertir un tanto el concepto. Y para distinguir a los creadores de veras audaces de los menos intrépidos. En la primera categoría está, sin duda, Dadi Dreucol, recordemos, el grafitero que convirtió la multa por pintar sin permiso en la calle Madre de Dios en una pieza, debidamente intervenida (dibujada), para ser vendida por el importe de la multa, 251 euros. Ahora, la editorial Alix Books, bajo el paraguas de la malagueña Staf Magazine, lanza Una vida, un libro que compila lo mejor del artista urbano entre los años 2012 y 2016. Del muro a la página. Ojo a los interesados, que se trata de una edición limitada a 250 ejemplares firmados por el propio Dreucol.

Seguro que se han encontrado en las paredes de más de un rincón de nuestra ciudad con un señor calvo y barbudo que lleva sólo calzones. Es el icónico personaje ideado por Dadi Dreucol, un licenciado en Bellas Artes que sólo este año ha realizado proyectos en Tenerife y Santander (también ha estudiado en Colonia). Comenzó a intervenir los muros de la calle a una edad muy temprana bajo otros seudónimos; primero vinieron los sprays y luego los pinceles y la universidad. La serie 'Una Vida (2012-2016)' es, de momento, la piéce de resistance de Dreucol y la que le ha llevado por las paredes de un buen número de ciudades españolas y extranjeras. Este libro (segunda referencia de Alix Books, tras Málaga Escalada 1969-1974) es una recopilación de la mayoría de estos trabajos -y de sus bocetos y dibujos preparatorios- y una forma de documentarlos en el tiempo debido a que, entre otras razones, muchos de los mismos ya han desaparecido o lo harán en un futuro no muy lejano.