Las críticas que ha recibido Sensible la señalan como una obra maravillosa en la que, además, su trabajo brilla de forma especial.

Después de haberlo pasado tan mal en los ensayos, porque nunca había hecho una cosa tan complicada, tan especial, una fusión de palabra y danza contemporánea, tengo que confesar que ahora disfruto muchísimo. Normalmente nos morimos de miedo en todos los estrenos, pero debo confesar que con Sensible estaba totalmente desconcertada y sin tener ni idea de si estaba dando lo que realmente se me pedía. Es una obra bastante extrema y emocionalmente muy intensa. Exige mucho.

Y le ha sacado de su zona de confort...

Sí. Y eso es bueno, no solo para los actores. Es magnífico para el ser humano ponerse en situaciones de mayor dificultad y que escapan de lo cotidiano. Y sobre todo en el mundo de la creatividad, claro. Esto te ayuda a encontrar ese estado mental de no saber. De como si estuvieras empezando.

También lo agradece el público. ¿No cree que se arriesga poco en este sentido?

Sin duda. Aunque uno puede intentarlo y meter la pata. Creo que en este caso Juan Carlos Rubio ha creado, una vez más, un espacio escénico hermosísimo.

Su conexión con Juan Carlos Rubio parece crecer con cada proyecto.

Sí. Es muy fuerte. Aunque esta vez me he llegado a pelear un poco con él por pura inseguridad. Algo que nos pasa mucho a los actores, que de pronto sentimos que no sabemos lo que está pasando y arremetemos contra los que tenemos delante. Muchas veces, por inseguridad, das un bocinazo a destiempo. Los conflictos también forman parte de los procesos creativos. Es absolutamente normal.

¿Es necesario sufrir para que salga toda la verdad y la energía de un personaje?

Los actores que somos emocionales probablemente tengamos una mayor facilidad para llegar al corazón y al sentimiento de las personas. Si el teatro tiene emoción, y esa emoción te llega estando en el patio de butacas, es algo maravilloso. Pero esto no quiere decir que sea imprescindible. Yo desde luego no sé trabajar sin emoción. Tanto si estoy haciendo una comedia de muchísima risa como si estoy en un drama. Yo tengo la fortuna de que sigo emocionándome muchísimo y sigo amando hacerlo. Y eso me permite ponerme en una muy buena posición para que esos sentimientos lleguen al patio de butacas.

¿No acaba agotada tras cada función?

Todas las funciones agotan, ya que se vive un mundo entero en un espacio de tiempo muy corto. Nos ponemos en una situación muy al límite. Pero al mismo tiempo es un toma y daca. Te vacías en el escenario pero también te llenas. Esto no deja de ser un rito. Es lo más antiguo y lo más profundo que ha hecho el ser humano.

En febrero arranca la tercera temporada de Las chicas del cable, serie en la que participa ¿Cree que plataformas como Netflix acabarán con las salas de cine?

Me da miedo decirlo, pero ya lo está haciendo. Las salas son cada vez más pequeñas. Pero insisto en que el ser humano necesita juntarse, ya sea para ver una película, un partido o un concierto. Por eso no creo que el fin de los cines sea tan inmediato. Esperemos.

¿Qué opina de la reivindicación femenina de los Globos de Oro?

Se debe dejar de ningunear a las mujeres. La presencia de la mujer es absolutamente necesaria en el mundo. Porque la mujer sabe repartir de otra manera. Y ya no solo en el teatro o en el cine, sino también en la política. El hombre debe perderle el miedo a la mujer, ya que cada uno aporta lo que tiene de maravilloso. Y la mujer tiene todavía muchas cosas que ofrecer para ayudar a que este mundo sea un lugar mejor.