Inmerso en el rodaje de la serie Lontano da te para Telecinco, el intérprete malagueño nos atiende al teléfono antes de acudir al Teatro Cervantes este fin de semana (sábado, 20.00 horas y domingo, 18.30) con La comedia de las mentiras, obra coral, basada en los textos de Plauto, en la que comparte escena con María Barranco, Paco Tous, Canco Rodríguez, Angy Fernández, Raúl Jiménez y Marta Guerras.

¿Mentir es un arte, una droga, un vicio...?

Es todo eso: un arte, una droga, un vicio... y también una necesidad. Porque si la vida se rigiera por la sinceridad absoluta sería algo insoportable. Creo que la mentira piadosa o la que te hace ser educado muchas veces es buena mantenerla. Ser totalmente sincero está sobrevalorado. Imagina lo que sería decirle a cualquiera lo primero que se te viene a la cabeza...

Aunque La comedia de las mentiras de lo que trata realmente es del amor.

Lo que tratan los personajes de esta obra es de conseguir el amor y ser felices. Y lo hacen a través de mi personaje, que es un criado que miente con mucho descaro y muy poca vergüenza.

¿No resulta mágico que las comedias de tantos siglos atrás sigan haciendo reir al público de hoy?

Bueno, hay que versionarlas. Las comedias de teatro grecolatino son muy flojitas. El argumento es mínimo y casi todas las obras están incompletas. Muchas presentan un planteamiento muy interesante y luego resuelven en una página. Por eso hay que darles un poco la vuelta.

¿Se suda más una comedia que una tragedia?

Sí, por supuesto. La comedia tiene un ritmo de casi un ejercicio de gimnasia. Y es un ejercicio matemático. Hay mucha matemática en la comedia. A mí me divierte mucho hacerla y es muy gratificante. Llevo muchos años haciendo comedia y reconozco que es un trabajo exigente del que terminas muy agotado.

¿Es de los que espera a que le llegue un gran papel dramático?

Plantearse ese tipo de metas en la profesión es un poco absurdo y contraproducente. Para uno el papel más importante de su vida es el que está haciendo. Y cuando llegue el próximo será ése el más importante. Creo que el mejor personaje es el que está por llegar, sea del tipo que sea. En esta profesión los currículum no sirven de nada. Puedes estar estupendo en una función y si después estás en otra fatal, pues es que estás fatal. Y de nada sirve que hace dos años lo hicieses muy bien. Pero, precisamente, esta situación que en un principio pueda parecer algo muy duro en esta profesión, es lo que te mantiene muy despierto y muy activo.

¿Uno no deja de acudir a castings porque tenga detrás una larga trayectoria?

No. Ya te puedo asegurar yo que no. Yo acudo a cástings continuamente.

¿Miente cuando asegura que no le importa que la gente a día de hoy todavía le recuerde por Los hombres de Paco?

No, no me importa. ¿Cómo me va a importar que me conozcan por una serie que en su día veían cinco millones de espectadores? Sería absurdo.

Bueno, ya sabe, es muy común que un gran éxito acabe hartando un poco...

La televisión tiene esa cosa de que te ven igual en Almería que en Donosti. Y lo hace muchísima gente. Entonces es lógico que te reconozcan por eso. El teatro es algo más minoritario y en cine también.

Aunque Perfectos desconocidos está siendo todo un éxito que, además, ha batido récords de taquilla.

Pues sí. Y la gente me está reconociendo ahora mucho por este trabajo. Pero si es por Los hombres de Paco, pues encantado también.

¿Les ha sorprendido el éxito de esta película?

No, no me sorprende. Me agrada, me gusta y lo celebro mucho. Lo que me sorprende es que no se hagan más películas de este tipo, que hacen que la gente salga de la salas haciéndose preguntas y reflexionando.

En el lado opuesto está El intercambio, de Ignacio Nacho, que va a hacer un año de su paso por el Festival de Málaga y que aún no ha llegado a las salas.

Sí. Es difícil. Arrancar una película sin distribución te arriesga a estar en la situación en la que está. Lo bueno que tiene la película es que no habla de un momento determinado y por eso se puede estrenar dentro de un año o de dos. Ojalá que se vea y llegue al público.

¿Qué impresiones se llevó de su paso por MasterChef?

A la gente le gustó mucho esa edición, que tuvo muchísima audiencia. Me gusta la cocina y me apetecía aprender. No esperaba que me echaran tan pronto. Tengo que confesar que infravaloré el programa. Cuando empezamos a grabarlo estaba ensayando esta función que estrenábamos en el Festival de Mérida, y por eso no pude acudir a las clases que daban para enseñarte las cosas que no haces normalmente en tu casa, como la esferificaciones o trabajar con nitrógeno líquido. Ojalá lo hubiera sabido y hubiera acudido al programa sin tener otras cosas que hacer, porque no me hubieran echado tan pronto. Me fui con la sensación de haber podido dar algo más.