Acero, madera, hormigón, luces led y el inexorable paso del tiempo. Al artista madrileño Juan Garaizábal le bastan estos pocos elementos para recomponer con sus obras las líneas perdidas de edificios, balcones e iglesias y evocar lo que un día fueron. O lo que deberían ser en el futuro. Las salas de ArsMálaga del Palacio Episcopal reciben hasta el próximo 22 de abril la primera retrospectiva de Garaizábal, que bajo el título La monumentalización de la memoria reúne 38 esculturas, bocetos e instalaciones realizadas durante la última década.

La muestra refleja en buena parte el proyecto Memorias urbanas con el que Garaizábal ha conquistado -y sigue haciéndolo- el mundo del arte contemporáneo internacional a través de importantes esculturas públicas en ciudades como Berlín, Miami, La Habana o Washington. Aunque también hay piezas creadas para esta muestra, como el boceto de su propuesta de reconstrucción de la segunda torre de la Catedral malagueña, muy similar a la realizada sobre la cúpula de la Bethlehemskirche (Iglesia de Belén) de la capital alemana, consistente en un armazón que recrea la silutea del brazo que le falta a la ´manquita´.

El artista no pretende que el público pasee por delante de su trabajo y piense en términos decorativos, sino que invita, casi exige, el debate y la reflexión. «Cuando trabajo no soy pacifista. Soy belicista. Me parecería un fraude que el visitante no viera el resultado de un trabajo y se encontrara con una exposición previsible. Me gusta que el arte trate temas profundos. Por eso en mi trabajo hay voluntad de revolución y de generar debate», expuso.

Palacio Real de Valencia (2010) Bar. Mercado de Olavide (2012), Broken Chicago Façade II (2013), Studio Furniture (2014), Panama Cyty Skyline (2017) o la más reciente Understanding the Presence II Leptis Magna (2018) son alguna de las singulares piezas un creador que siempre ha considerado «bello recuperar el pasado». Aunque la más llamativa resulta La Memoria del giardino (La memoria del jardín), instalación que el artista presentó en la quincuagésimo quinta edición de la Bienal de Venecia de 2013 y que representa al cementerio veneciano de San Trovasocon con sus lápidas creadas con estructuras de finas barras de acero y que quedan suspendidas en el aire.