¿Dónde están los límites de la cordura?

Están sobre todo en el amor, tanto en encontrarlo como en perderlo.

Su primer libro fue El día que se perdió la cordura, el segundo El día que se perdió el amor. ¿El título del tercero será...?

Es que pensaba hacer una trilogía [ríe], pero por un trabajo de honestidad, el segundo y el tercero lo he reunificado para mejorar el ritmo y para que enganche más.

¿Ha sentido la presión del éxito al escribir este segundo libro?

No, porque ya tenía la trama hecha y antes del boom estaba en marcha. Con lo que estoy escribiendo ahora sí que estoy más nervioso y dudo más. Ahora tengo un pelín más de intranquilidad y vértigo porque tengo miedo a defraudar.

Malagueño de ciencias que arrasa escribiendo. ¿Cómo llega un consultor de finanzas a la creación literaria?

No tengo ni idea porque ha sido todo muy inesperado. He tenido muchísima suerte porque estas cosas no le pasan a todo el mundo. Estoy superagradecido.

¿Su éxito es su frescura?

Mis libros enganchan por los giros constantes de la trama y por cómo conectan episodios muy lejanos en el tiempo, ya que eso hace que la gente quiera seguir leyendo. Como lector, me gusta que los libros me absorban porque si no desconecto.

Carla se lo pregunta en el libro y yo se lo pregunto a usted. ¿Quién es usted?

Alguien a quien le apasiona escribir y sorprender a la gente. Por lo demás, soy un padre de familia de lo más normal.

Y ahora que tiene éxito, ¿haces como tu protagonista, que se lo autopregunta para no despistarse?

Sé que lo que me ha pasado ha sido algo superinesperado y que pasa muy pocas veces. Estoy superagradecido y sé que, tal vez, mis siguientes libros no funcionen. Pero ahora es verdad que escribo muy motivado y con muchísima pasión sabiendo que tengo mucha gente detrás con ganas de leerme.

La realidad, tan enrevesada a veces, ¿es para usted un vivero de ideas?

Hay mucha parte de la trama que es mía pero tengo una imaginación muy loca y de ahí sale todo. Hace poco que me preguntaron si la novela se basaba en mi vida, y yo alucinaba, porque va de una persona que decapita a otra.

¿Por qué sitúa la novela en Nueva York?

Porque primero hago la trama y luego elijo el sitio. Creo que si lo hiciera al contrario me condicionaría mucho por los localismos y el comportamiento de las personas. Yo quería que lo importante fuera la trama y no el lugar.

En su caso se demuestra que querer es poder...

Totalmente, esta frase es muy mía. Con esfuerzo se consigue todo. Yo soy un trabajador nato. La anterior novela no tenía tiempo real para escribirla y la hice en el tren en los trayectos entre Fuengirola y Málaga cuando iba a trabajar. Cuando uno quiere saca tiempo de donde no tiene.

En cuanto a credibilidad, ¿el fenómeno fan le beneficia o perjudica?

A mí me ha beneficiado muchísimo porque los fans son lectores que, además, recomiendan el libro y lo hacen con mucho cariño. Estoy aquí gracias a ese fenómeno. Si no fuera por el «¡guau, qué librazo!» sólo me hubieran leído diez mil personas y no ciento y pico mil como se vendió El día que se perdió la cordura. En Amazon vendí cuarenta mil y en esa época fue todo como muy sorprendente.

Con las nuevas tecnologías la firma de libros, pero allá donde te anuncian se hacen colas larguísimas, ¿dónde les firma?

En cualquier sitio [ríe]. Me llama la atención cuando la gente viene con el Kindle [lector de libros electrónicos portátil] y con un rotulador permanente para que se lo firme en la parte de atrás.