Después de pasar unos Días de verano entre Sorolla y Hopper en 2015, el Museo Carmen Thyssen vuelve a mirar al mar con la exposición Mediterráneo. Una Arcadia reinventada, muestra que coloca a la región mediterránea «como un laboratorio en el que artistas de distinta procedencia y técnicas experimentan» en sus obras entre finales del siglo XIX y mediados del XX, según explica la comisaria de la exposición y directora artística de la pinacoteca del Palacio Villalón, Lourdes Moreno.

A través de más de 60 obras, desde el postimpresionismo, el simbolismo, el noucentisme catalán, el fauvismo o un clasicismo revisitado en el período de entreguerras, esta exposición, que podrá visitarse hasta el próximo 9 de septiembre, recorre ese Mediterráneo que fue punto de encuentro entre tradición y modernidad artística, entre la recuperación del clasicismo y el arrebato colorista, a través de diversos géneros (figuras, temas mitológicos, vistas y paisajes, escenas costumbristas,) y mostrando un diálogo entre las propuestas de artistas franceses y españoles, como Signac, Matisse, Bonnard, Picasso, Sunyer, Torres-García, Sorolla, Anglada-Camarasa y Mir, entre muchos otros.

Moreno destacó que se trata de la muestra «más multicisciplinar» de las ofrecidas por el museo malagueño, que ha recibido préstamos de numerosos museos nacioneles e internacionales, como el Museo Picasso de París, el Centre Pompidou, el Musée de l´Orangie, el Reina Sofía, el Museo de Sorolla o la propia Casa Natal de Picasso, así como de colecciones privadas.

Mediterráneo. Una Arcadia reinventada. De Signac a Picasso está organizada en dos secciones. En una primera destaca la presencia del mundo clásico, con esculturas de Rodin (La edad de beronce) y Matisse (Pequeño desnudo en cuclillas con brazos) y numerosas piezas del genio malagueño, entre dibujos, grabados y óleos. Destaca en este primer apartado la robusta escultura Mediterráneo (1905) de Aristide Maillol, que remite a la Grecia antigua en el mismo momento en el que los fauvistas proponían una congfrontación estética a los convencionalismos. «El uso de las ideas clásicas fue objeto de debate en el París de las vanguardias», explicó la comisaria.

En la segunda sección, el mar es el eje central de la mayoría de los paisajes que se muestran, entre los que destacan El abismo (1901-1904) de Joaquim Mir, así como varios óleos de Sorolla, como El niño de la barquita (1904) y Nadadora (1905). «Picasso y Sorolla son los artistas más Mediterráneos de los que conocemos», explicó Moreno.