Beethoven y Schubert son los protagonistas de la última edición del Ciclo de Cámara de Alhaurín de la Torre. Cita que llega a su catorce edición y que reservaba para este fin de semana dos páginas trascendentales del repertorio por excelencia para el cuarteto de cuerda. Apenas dos décadas separan el número siete de la integral Beethoven del catorce de Schubert y en ambos existe como nexo insondable los esfuerzos de ambos compositores por ahondar en la forma.

Como no podía ser de otro modo los integrantes del Cuarteto Granada, con la participación en el violín segundo de Javier Gregori, han sido los encargados de repasar ambas páginas, sin ocultar el fuerte carácter interior y emocional donde los dos compositores llegan a la plena independencia y madurez artística.

Primero de los tres cuartetos dedicados al conde Rasumovsky y séptimo en la integral de los cuartetos beethovenianos su publicación, curiosamente, ya circulaba antes de su estreno y que no lo libró de ciertas críticas que el genio de Bonn zanjó con la célebre frase «esto no es para vosotros, es para el futuro» . Y tanto que lo ha sido por cuanto sirve de puente a la última etapa creativa del músico. El op. 59 nº1 se organiza en cuatro movimientos, animados en los extremos para consagrar los tiempos centrales al ámbito introspectivo que se alcanza en el adagio molto e mesto del tercer tiempo.

Las cuerdas de Granada libraron batalla con la página al nivel artístico por el que deambulan, caracterizado por el rigor de las versiones y la excelencia técnica de sus componentes. En el allegro de arranque el cello de Sanz expusó un primer tema que pasa al violín primero y sobre el que construye la forma sonata del movimiento. En su sección final incluye un tema fugado muy preciso para los atriles. Para el allegretto aflora un tema circulante que cede protagonismo a los distintos intérpretes antes de entrar en los tonos oscuros del adagio, sin duda uno de los grandes momentos del concierto y donde nuevamente Beethoven recurre al motivo fugado colocándolo al inicio del tiempo. Llegando al allegro conclusivo de tono vibrante y festivo, inspirado en una canción popular rusa, sirve como escape a las tensiones acumuladas en los tres tiempos anteriores.

Inspirado en un lied titulado La muerte y la doncella, Schubert recupera el tema de esta canción y la sitúa en el segundo tiempo del D. 810 en re menor. Obra que puso de relieve las simetrías que dibuja el músico entre los atriles, correlaciones, diálogos y conflictos armónicos que rivalizan con los propios hallazgos temáticos del músico alemán. Forma pura, íntima a los modelos mozartianos y del propio Haydn que no obstruyen el valor e independencia con la que Schubert trata el cuarteto de cuerda. Desde el enmarcable andante afrontado con densidad y tensión dramática el Scherzo dibujado por Granada sirvió de antesala a esa tarantela macabra del movimiento conclusivo que resolverían con rigor y el sonido denso y enfático que los distingue.